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Manuel Stephens
El centenario de José Limón
Este año se conmemora el centenario del nacimiento de José Limón. Coincidentemente, el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de la Danza José Limón (CENIDID) cumple su xxv aniversario. Para celebrar ambos acontecimientos, se han planeado actividades que se extenderán a lo largo de 2008 y que comenzaron ya en enero. Entre ellas, se contó con la presentación de la Compañía José Limón, la entrega del Premio Nacional de Danza José Limón –otorgado anualmente por la Dirección de Investigación y Fomento de Cultura Regional de Sinaloa y el Instituto Nacional de Bellas Artes– y de la Medalla del INBA– para variar– llamada José Limón, que se concedió a cuatro destacadísimas mujeres de la danza moderna mexicana. El coreógrafo y bailarín nacido en Culiacán y nacionalizado estadunidense en 1946 es sin duda una figura fundamental, y sus aportaciones han sido minuciosamente estudiadas, por lo que es prácticamente imposible decir algo sobre él que no se haya dicho. Quisiera en cambio señalar algunas cuestiones que orbitaron alrededor de la función en Bellas Artes en que el nombre de José Limón se reprodujo tan fecundamente.
Alberto Dallal Fotos: Isabel Beteta |
Este XXI Premio José Limón, extraordinariamente y en ocasión del centenario, se concedió a seis personalidades sin cuya labor la escena dancística actual no sería lo que es. Sin embargo, su ceremonia de premiación se desvirtuó por haber aglomerado los premios, las medallas y –con el más fiel espíritu centralista (pa que suene tiene que hacerse en Bellas Artes)– la develación de la placa por el aniversario del CENIDID. Al final ninguno de los homenajeados tuvo el lugar que se merecía. La prensa informó puntual y abundantemente sobre el reconocimiento que se haría a Guillermina Bravo, Evelia Beristáin, Lin Durán y Josefina Lavalle y, como era de esperarse en un caso así (y siguiendo la misma lógica con que Limón y Miguel Covarrubias, sobremitificados, acaparan con sus nombres a instituciones, festivales y premios), la figura matriarcal de Bravo se convirtió en el centro de atención. Las figuras canónicas ya lo son, su legado permanece. Pero hay que volver la mirada y empezar a dar primacía a otros que también hacen la historia de nuestra danza para poder caminar hacia el futuro.
Guillermo Maldonado |
La noche debió centrarse en –y reproduzco el dictamen del jurado–: Martha Bracho, por ser pionera en promover y consolidar la danza en Sonora, generando de esta manera el desarrollo de uno de los polos de creación dancística más importantes a nivel nacional; Isabel Beteta, por haber fundado el Centro Cultural Los Talleres y persistir incansablemente en mantener este espacio independiente, que se ha distinguido como impulsor de toda la amplia gama de actividades relacionadas con la danza; Lidya Romero, por ser protagonista destacada en la transformación de los lenguajes de la danza y haber coadyuvado a generar el Movimiento Independiente de Danza Contemporánea en México; Pilar Medina, por la calidad interpretativa que ha mostrado a lo largo de su carrera, experimentando con la fusión de lenguajes, lo que la sitúa como una bailarina de riesgo y emblemática de la danza contemporánea; Alberto Dallal, por su contribución a la investigación, la crítica y la divulgación de la danza, su extensa obra ha propiciado el surgimiento de nuevos críticos y teóricos, y ha contribuido de manera sobresaliente al fortalecimiento de la danza desde la escritura; y Guillermo Maldonado, por su labor educativa, que abarca ya generaciones, y por el generoso e incondicional apoyo que ha brindado siempre a la comunidad dancística, lo cual lo ha convertido en una figura fundamental para la danza reciente. Vaya para ellos toda nuestra admiración y agradecimiento, como para Héctor Chávez, que es el artífice detrás de este Premio.
Isabel Beteta y Lydia Romero |
El apretado protocolo de ese día, previo a la didáctica función de la Cía. Limón, también me hace pensar en cómo se gestiona a la danza institucionalmente. Confiemos en que la presencia de María Teresa Franco, directora del INBA, y Sergio Vela, presidente del Conaculta, y la encomiable asistencia del doctor José Narro, rector de la unam , sean muestra de que finalmente se dará el impulso que requiere la danza contemporánea y no haya sido sólo un ejemplo de corrección política, como ha sucedido con otras administraciones.
Por otro lado, el trabajo de la Cía. José Limón propicia reflexionar sobre la conveniencia de mantener vivo el repertorio y, principalmente, sobre cómo hacerlo, pues su importancia se revela esencialmente como pedagógica.
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