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HUGO GUTIÉRREZ VEGA
La memoria y guerra
del agua
VILMA FUENTES Entrevista exclusiva con DANIELLE MITTERRAND
Fernando Leal Audirac,
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Dos poetas
Fandangos de la
lengua española
RICARDO BADA
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Fandangos de la lengua española
Ricardo Bada
Francisco de Quevedo
Parte es la sartén del cuerpo
femenino entre sus dos
más sabrosos agujeros:
llámesela así por ser
donde se estrellan los huevos.
Lope de Vega
Me has pedido un fandanguillo,
y aunque es difícil asunto,
si enmedio ya me barrunto
será bastante sencillo
concluirlo en este punto.
Sor Juana Inés de la Cruz
Hombres sabios que acusáis
a la mujer con razón:
alguna vez que sintáis
que es más sabio el corazón,
quizá otras cosas digáis.
José Martí
Para el yanqui que a desgana
se da cuenta de que vivo,
cardo ni ortiga cultivo:
cultivo la marihuana.
César Vallejo
Hay golpes, ay, en la vida
tan fuertes que yo no sé.
En Londres me moriré,
bajo una lluvia jodida,
justo a la hora del té.1
Pablo Neruda
Puedo cantar el fandango
más triste si tú, de pronto,
me recordases: –Mi amor,
usted nació en Chile tonto,
ya lo harán Embajador.2
Miguel Otero Silva
En Canadá, cuando vino,
dijo el Papa –bien verraco–
que Dios era masculino.
No añadió que era polaco
porque eso es hilar muy fino.3
Salvador Novo
Al oír la novedat
dijo la comunidat:
¿No ser más analfabet
para leer a Bodet?
¡Órale, qué atrocidat!4
Álvaro Mutis
Si hubiese venido a Huelva
siendo gaviero Maqroll
conocería el Fandango
I. K. 12 en sol bemol
que más que fandango es tango.
Carlos Pellicer
Mundo lleno de pendejos
y de mujeres cargosas:
aquí no suceden cosas
que tengan, ni de muy lejos,
la importancia de las rosas.
Ana María Rodas
Doctor, recéteme usted
un hombre mejor que nada,
pero en forma de pastilla,
jarabe, ampolla, papilla...
o mejor: ¡¡como pomada!!
Jorge Ibargüengoitia
Estas rüinas que ves,
son de un filtro que trataba
de a las aguas devolver
su incolor, mas para qué,
si aquí el agua es colorada...5
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El fandango es un palo del cante flamenco que se canta no sólo en la provincia española de Huelva, pero no cabe ni la menor duda de que el fandango, por antonomasia, es el de Huelva. De donde también es el autor de estas líneas. [Y que conste que si precisé, casi como un pleonasmo, eso de “la provincia española de Huelva”, es porque los japoneses han desarrollado en materia de cante y baile flamencos una capacidad mimética tal, que quién sabe si no es ya más auténtico el fandango de Matsumoto, ¡y hasta el de Yamaguchi, sin ir más lejos!, que el de la misma Huelva.]
Por otra parte, el fandango es el palo flamenco más flexible desde el punto de vista de la preceptiva. Su estrofa puede constar de cuatro o cinco versos (repitiéndose siempre uno de ellos al cantarlo), y tales versos pueden rimar tanto en asonante como en consonante, con la ventaja de que tampoco existe una forma canónica de alternancia de rima dentro de la estrofa. Igual puede ser abab que abba que abbab que abbab. Dicho de otro modo, no sucede con el fandango como con el resto de los palos , donde la estructura estrófica está fijada de un modo invariable, y la única libertad consiste en poder optar entre rimas asonantes o consonantes.
Luego de constatar durante el tórrido verano de 1959, todavía en Huelva, antes de emigrar al Primer Mundo, tantísima libertad como se me ofrecía, tuve el camino abierto para intentar reproducir, en el marco mínimo de los cuatro o cinco versos de un fandango, las maneras de nuestros más grandes escritores. Y así empecé a hacerlo, pero luego me aburrí y lo dejé.
Un día del verano, menos tórrido, de 1985, en Weiss, esta aldea renana donde vivo, al sur de Colonia y a la buena orilla –la izquierda– del Rhin, el poeta peruano Antonio Cisneros recaló en nuestra casa a la vuelta de un recital en Bonn. La plática se prolongó hasta altísimas horas de la madrugada, y en ella surgió el tema de las posibilidades líricas de la parodia.
Me acordé de mis fandangos, y de uno de los rincones más polvorientos (no es imagen) de mi archivo, rescaté la carpeta que contenía los viejos materiales, con algunas hojas abarquilladas por la usura del Tiempo. Y el bueno de Antonio Cisneros, que de segundo apellido se llama Campoy –y logró rastrear sus ancestros gitanos en la provincia de Almería–, se entusiasmó con la idea y me instó a llevarla a cabo en el plazo más breve posible.
Me puse, pues, a la tarea, y en muy pocos meses avancé hasta más de un centenar de nuevos fandangos, y los amigos que los iban conociendo, desde Juan Goytisolo –el primero en leerlos– hasta José Miguel Ullán, publicaron muchos dellos en revistas españolas y de América Latina.
Vino luego un segundo intervalo, y pasaron los años, quince años, hasta que por fin se editara un libro (en Ave del Paraíso, Madrid, 2000) recogiendo los 286 fandangos que había pergeñado hasta entonces. Ahora, una benemérita editorial centroamericana, F&G, Libros de Guatemala , quiere sacar una edición especial de 201 fandangos, volcada representativa y mayoritariamente en autores de América Latina. Y es de ese nuevo libro del que selecciono la docena que sigue:
Notas:
1 Sabido es que el poeta se equivocó en su profecía: César Vallejo murió en París, afortunadamente: con aguacero, sí, pero a la hora del aperitivo.
2 Repásese el iluminador poema “Diplomáticos”, del libro v , La arena traicionada, del Canto general , allí donde Neruda dice entre otras cosas dignas de recuerdo: “Si usted nace tonto en Rumania/ sigue la carrera de tonto,/ si usted es tonto en Avignon/ su calidad es conocida/ por las viejas piedras de Francia,/ por las escuelas y los chicos/ irrespetuosos de las granjas./ Pero si usted nace tonto en Chile/ pronto lo harán Embajador.” Su profecía falló sólo en lo de “pronto”: Neruda recién sería nombrado embajador de Chile en 1970, luego de la elección de Salvador Allende como presidente de la República. Ahora bien: una lectura atenta del fandango permite entender bastante mejor el primer verso de su quizás más célebre poema (celebrado incluso por feministas miopes) y que es aquél donde dice (desesperado): “Me gustas cuando callas.”
3 El antólogo dudó hasta el último instante si elegir el fandango antecitado o estotro también papal que figura en Las celestiales , el impagable libro que mos publicó en fecha posterior a la Cuaresma del 1965 (en ella está datado el prólogo) bajo el pseudónimo Iñaki de Errandonea s.j. : “Al Papa Ruperto Doce/ ni lo menciona la Historia/ porque se cagó una noche/ en la Silla Gestatoria.” Pero la cultura general se encuentra ya a unos niveles tan abisales (consulten diccionarios) que me pareció completamente seguro que la inmensa mayoría de los lectores pronunciarían la palabra “Doce” en español, por crasa ignorancia de la fonética del idioma de Ariosto (consulten enciclopedias) en la versión macarrónica de Otero Silva, perdiéndose así la rima consonante con “noche”.
4 Joya recogida por mi amiga mexicana Lillian Levi en el acervo poético del gran Salvador Novo, quien en su texto alude –cómo no– a la campaña de alfabetización implementada en su día por Jaime Torres Bodet, poeta y secretario de Educación Pública, desempeños asimétricamente homologables. El antólogo se ha limitado a formatear el epigrama de Novo en una estrofa fandanguera.
5 Este fandango se inspira evidentemente en un episodio de la nunca suficientemente alabada novela Estas ruinas que ves , allí donde el malogrado Ibargüengoitia habla del agua potable en la ciudad de Cuévano (Guanajuato): “Como el agua de las Siete Palabras llegaba a las casas con tinte rojizo en el invierno, hubo necesidad de construir los filtros de Santa Gertrudis, que a pesar de ser monumentales nunca llegaron a dar agua clara. Cuando esto ocurrió, los habitantes de Cuévano, que siempre han sacado de la resignación partido, dijeron: –¿Para qué hacen filtros, si todos sabemos que el agua de aquí es colorada?”
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