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MEMORIOSO PEREC
MIGUEL BARBERENA
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NOVELA
Georges Perec,
Me acuerdo,
Traducción de Yolanda Morató,
Editorial Berenice,
Córdoba, 2007. |
El escritor francés Georges Perec (1936-1982) no dejó biografía o apuntes para memoria. No era este un género favorecido ni por Perec ni por los otros raros –el matemático François Le Lionnais y el poeta Raymond Queneau– que formaron en los años sesenta el grupo Ouvroir de Littérature Potentielle, mejor conocido por todos como Ou.Li.Po. Los oulipianos estaban demasiado ocupados con los juegos de palabras para hacerle a la introspección. En el "taller de literatura potencial" se escribían palíndromos, anagramas, crucigramas, holorimas, isovocalismos, sonetos heterogramáticos, traducciones homofónicas y otras manipulaciones lexicográficas y maquinarias textuales. Una especialidad eran los lipogramas (la exclusión en el texto de una o más vocales, como la novela sin "e" que Perec publicó en 1969, La disparition, y que precedió tres años a Les revenentes, una "fantasía monovocal" escrita esta vez sólo con la "e"). Eran los oulipianos cruciverbistas que se deleitaban con las formas combinatorias y otros rompecabezas. Concebían la literatura como una actividad lúdica, en las antípodas de la seriedad de sus contemporáneos del nouveau roman o los existencialistas.
Perec es el oulipiano emblemático. Su libro La vida instrucciones de uso (La vie mode d emploi, 1978), collage de noventa y nueve novelas potenciales en los noventa y nueve departamentos de un inmueble de París, es la cumbre del estilo puzzle, su obra maestra. Ese mismo 1978, Perec publicó otro libro que ha pasado con discreción al catálogo de su obra. Se titula Me acuerdo (Je me souviens, en el original) y acaba de ser traducido por primera vez al español.
No se trata en sentido estricto de una obra de experimentación oulipiana, sino de una serie de 480 recuerdos fragmentarios que pueden leerse como lo más cercano a una autobiografía de Perec, para volver al inicio de esta reseña. El principio es simple, según explica Perec en un breve postscriptum: "Recuperar un recuerdo casi olvidado, trivial, común, sino para toda, sí para mucha gente." Cada uno de estos 480 fragmentos empieza por un "Me acuerdo
" (por ejemplo: "Me acuerdo del día cuando capituló Japón" , "Me acuerdo de mayo del 68"); no se trata solamente de recuerdos personales, sino de pequeños trozos de lo cotidiano, de hechos, cosas, personas, que la generación de Perec compartió, y que después dejó caer en el olvido.
Recuerdos "infra-ordinarios" –por utilizar el título de otra obra de Perec que en mucho se asemeja a la que aquí se comenta– pero que pasado un tiempo vuelven a la memoria, intactos y minúsculos: la proeza de un campeón, la voz de una cantante, una nota roja de escándalo y otras migajas de memoria.
Así, Perec "se acuerda" del jazzista Lester Young en el Club Saint-Germain; de Alain Delon cuando era empleado de una carnicería; de Shirley McLaine en una película de Hitchcock; del buque Andrea Doria, de Yuri Gagarin, del asesinato de Sharon Tate, de Biafra, del yo-yo, de María Félix, de Cantinflas como Passpartout en La vuelta al mundo en ochenta días...
Me acuerdo o un original caleidoscopio de lo que fue nuestro mundo en los años 1950-1980.
POR LOS MARES DE LEVANTE
GABRIELA VALENZUELA NAVARRETE
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NOVELA
Arturo Pérez-Reverte,
Corsarios de Levante,
Alfaguara,
México, 2007. |
El tiempo muda unos lugares y respeta otros,
pero siempre te cambia el corazón.
Arturo Pérez-Reverte
Atendiendo esos razonamientos tan comunes hoy sobre autores que publican con "demasiada" frecuencia, hay quien descalifica las novelas de Arturo Pérez-Reverte ya de entrada y sin siquiera haber abierto un libro. Su fama como escritor "de aventuras" lo mantiene siempre al borde de cruzar la imperceptible línea de ser considerado un escritor serio o uno de best sellers.
Sus sagas tampoco gozan de la mejor reputación, pues hay quien las ve (a las sagas en general) como la repetición de un afortunado éxito previo. Más aún, el capitán Alatriste no sólo es el protagonista de seis libros, sino de una película, varios cómics y hasta de un juego de mesa. Y, sin embargo, el capitán resiste los embates defendiendo su honor y el de sus amigos entre ciudades amuralladas, barcos y galeras, mostrando que la historia no sólo es una colección de fechas y lugares famosos.
Una queja común de muchos es que la Historia, como disciplina, resulta aburrida y, así, sería difícil acercarse a un libro que depende totalmente de su contexto histórico para funcionar. Pero para quien, como el protagonista, tiene alma de aventurero, Corsarios de Levante es la oportunidad perfecta de adentrarse en una época histórica bastante desconocida, la España del siglo XVII, cuando la madre patria tenía que defender su lugar como ama y señora de los mares del planeta entero. Y es que la Historia, aquí, se convierte en modos de vida que raramente imaginamos en nuestra cotidianidad.
¿Cómo habrá vivido un ex soldado del rey casado con una mora en un territorio dominado a medias por cristianos y paganos? ¿Con qué medios se comunicaría Íñigo, el fiel paje de Alatriste, con su amada Angélica, cuando ella se encuentra en un Taxco en pleno auge de la explotación de plata, y él en la lejana Italia, descansando de los rigores de la vida en La Mulata? ¿Cómo dejaba un hombre de ser un jovenzuelo para convertirse en un adulto hecho y derecho, en un tiempo en el que matar en nombre del reino y de la Iglesia era casi una obligación?
De entrada, tal vez la recreación del español antiguo pudiera desanimar a algunos lectores, poco familiarizados con el "fermoso arte de falar castilla", pero ese lenguaje hace todavía más creíble la novela, porque histórica o no, ¿no es finalmente el objetivo del autor hacer creer a su lector que sus personajes realmente pudieron existir?
Quizá el Miguel Serrano que le escribe un soneto al capitán no sea el escritor chileno nacido en 1917, como tampoco es seguro que Francisco de Quevedo hubiera sido amigo íntimo de un soldado convertido en cazador de piratas, pero lo es en la historia y resulta creíble, incluso porque le da al lector un sentimiento especial por conocer una cara del poeta que no todo mundo conoce. Finalmente, el manejo del fondo histórico, como lo ha venido haciendo Pérez-Reverte en los seis libros del capitán, no se distingue en nada de lo que hacen novelas históricas consagradas por los lectores y los críticos como Noticias del Imperio o La fiesta del Chivo.
¿Por qué entonces no se duda de la "seriedad" de Fernando del Paso o de Mario Vargas Llosa? ¿Sólo porque el escritor mexicano tarda hasta diez años en escribir una nueva novela y Pérez-Reverte no? Quienes deberían hablar al respecto son sólo las obras y no los prejuicios, los lectores que se suben a las galeras con Alatriste, Íñigo y el moro Gurriato y no quienes tampoco quieren saber del Club Dumas o de cómo Teresa Mendoza se convirtió en La reina del sur, ¿o es que las aventuras están tan prohibidas en la literatura como lo suelen estar en la vida real?
EL CURA HIDALGO Y SUS AMIGOS
LEO MENDOZA
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NOVELA
Paco Ignacio Taibo II,
El cura Hidalgo y sus amigos.
53 viñetas de la guerra de independencia,
Editorial Zeta,
México, 2007. |
Paco Ignacio Taibo II es un apasionado de la historia, especialmente de la rebelde, la de los movimientos sociales y los revolucionaros. Hace ya algunos años rebuscaba en la vida de los movimientos obreros y sindicales y en los inicios de la izquierda en México, y posteriormente incursionó en el terreno biográfico con El Che y la vida novelada de Pancho Villa.
Claro que el sambenito de historiador de Taibo ii no es muy bien visto por los muchos y muy serios investigadores para quienes el narrador no sólo toma partido, sino que manda muy lejos a la pretendida –y casi nunca lograda– objetividad. Quienes lean El cura Hidalgo y sus amigos. 53 viñetas de la guerra de independencia –en su séptima versión– no sólo encontrarán una serie de anécdotas sobre la vida y la lucha de los héroes que nos dieron patria y libertad, sino que, por supuesto, podrá darse cuenta de que el autor traslada muchos de sus principios y de sus actitudes al presente.
El libro es divertido desde la dedicatoria para todos aquellos que "se imaginaron al cura Hidalgo con pelo negro y abundante". Las viñetas, encontradas en infinidad de fuentes, especialmente en biografías de los héroes, abundan en detalles chistosos o francamente escandalosos que se conocían pero que es bueno recordar, como el hecho de que muchos de los sacerdotes que se sumaron a la causa tuvieron sus quereres e hijos por aquí y por allá, o que otros, Hidalgo en particular, llevado por la pasión no sólo tradujo a Molière, sino que lo montó para darle el papel principal a su enamorada.
Taibo II indaga en torno a algunas de las leyendas que han forjado la historia oficial, por ejemplo, cómo pudo La Corregidora escribir el célebre mensaje si es muy probable que no supiera escribir, o quién escuchó a Guadalupe Victoria gritar, en el estruendo de la batalla, "Va mi espada en prenda, voy por ella", o cómo se crearon las imágenes de los padres de la patria, realizadas muchos años después de la muerte de éstos y en donde Hidalgo aparece siempre pelón y canoso, Morelos gordo, con el paliacate en la cabeza, y Vicente Guerrero de pelo crespo y los rasgos afromestizos. Incluso, Taibo II se da tiempo para polemizar con algunos otros historiadores del pasado, como Lucas Alamán –quien no le cae muy bien, por cierto– y desmiente la conseja aquella de que el cura Hidalgo perdió jugando a las cartas sus colegiaturas de la universidad; anécdota que para mí, aun falsa, humaniza mucho más al héroe.
El autor no duda en levantar su propio altar a la revolución de independencia, a la que ve como una guerra popular, un estallido social, que deja de lado las contradicciones que se dieron al interior del movimiento y aun el hecho de que los líderes de éste, quiérase que no, eran miembros de una clase superior y por eso se convirtieron en dirigentes –con muchas excepciones, es cierto–, lo que hizo que incluso Allende ordenara disparar contra la plebe enardecida durante el saqueo de alguna ciudad. Para bien o para mal, con sus contradicciones y sus grandes ideales, los padres de la patria no son lo que son, sino lo que nos hemos imaginado sobre ellos. Esta es la versión de Taibo II quien, con este libro, inicia su muy particular celebración del Bicentenario de la Independencia de México.
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Noche tibia,
Federico Reyes Heroles,
Alfaguara,
México, 2007.
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El conocido comentarista político ha incursionado más de una vez en los terrenos literarios, aunque esta vertiente de su trabajo -expresada por ejemplo en los volúmenes El abismo y en Canon, también por Alfaguara-, son mucho menos célebres que su labor opinadora.
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A propósito de Schmidt,
Louis Begley,
RBA Libros,
Barcelona, España, 2003 |
Aunque no se aclara en el volumen, asumimos que se trata de una reimpresión y no de un simple desembodegamiento, en todo caso motivados una u otro por el estreno de la película basada en esta novela, que tiene a Jack Nicholson como protagonista.
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Fragmentos sobre el muro,
Miguel Ángel Muñoz,
Corett,
México, 2007. |
Cuernavaquense nacido hace tres décadas y media, el autor es poeta, traductor, crítico de arte y colaborador asiduo de estas páginas. Es autor de un par de decenas de libros de ensayo y poesía, y este es su trabajo más reciente.
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La poca lipsis que nos viene
por el calentamiento de la Tierra,
Rius,
Grijalbo,
México, 2006. |
A la manera bien conocida y desplegada en los más de cien libros de su autoría, el querido Eduardo del Río habla aquí, con monos y palabras, pelos y señales, "de cómo hemos echado a perder este planeta Tierra que, enfermo de calenturas, trata de librarse de los seres humanos".
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Teatro mexicano decimonónico,
Eduardo Contreras Soto (selección y prólogo),
Cal y Arena,
México, 2006. |
Grueso volumen que busca recuperar para el lector contemporáneo lo que, a juicio del seleccionador, forma parte de la dramaturgia imprescindible que se escribió en nuestro país el siglo antepasado. Entre otras, obras de Othón, Acuña, Rodríguez Galván, Fernández de Lizardi y Peón Contreras.
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Susurros de la memoria,
Eduardo Mosches,
Conaculta,
México, 2006. |
Como parte de la colección Práctica Mortal aparece éste, el más reciente poemario del colega editor Mosches, también director de la revista literaria Blanco Móvil y autor, entre otros, de Los lentes de Marx y Molinos de fuego.
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