Carta sobre la mar y la vida
Texto: Raúl Kuanenemy
Director de la revista Hojas Verdes
Correo electrónico: [email protected]
Foto: Vital Alsar
Grabados: Xavier Hernández
Rosita, espero que estés bien; no te había escrito porque quería tener algo interesante para contarte y ayer, que viajé al puerto de Veracruz, llegué al restaurante Il Veneziano, donde conocí al capitán Vital Alsar, un navegante español de 71 años; tal vez su nombre no te resulte familiar pero él es quien construyó la réplica de una carabela de Colón, la Marigalante.
Seguro que ahora sí te acuerdas porque esta nave estuvo mucho tiempo en Veracruz y todo mundo la visitaba. Bueno, en esa embarcación, que parecía una cáscara de nuez, el capitán Alsar cruzó los océanos al estilo de los antiguos navegantes, afrontando los mismos peligros que en aquellos tiempos. Como te imaginarás, él me platicó un mar de historias sobre su estrecha relación con el océano.
Me contó que desciende de pescadores del mar Cantábrico, al norte de España; desde niño ya se sentía destinado a la mar, le decían el capitán. Constantemente salía a navegar y escuchaba historias de náufragos que casi siempre perdían la vida.
La infancia de Vital Alsar transcurrió durante la Guerra Civil Española; más tarde, en su adolescencia, retomó sus salidas al mar, que nuevamente coincidieron con un conflicto mundial, en este caso, la Segunda Guerra.
En los siguientes años, Vital se transformó en un viajero terrestre. Viajó a África como oficial de la legión extranjera, realizó estudios de administración en Francia; y en Alemania y en Francia le toca vivir la guerra por la independencia marroquí; ejerce la actividad de corredor intérprete de buques y a mediados de la década de los sesenta del siglo pasado, trabaja en Canadá sin perder la esperanza de volver a navegar.
Inspirado por otros navegantes solitarios y el recuerdo de su pasado marinero, decide hacerse a la mar.. esta vez, en una balsa. Viaja a la región amazónica ecuatoriana donde construirá la embarcación con la que va a realizar sus primeros estudios de sobrevivencia en alta mar, cruzando el Pacífico rumbo a las playas australianas y logra su objetivo en el segundo intento.
Por si fuera poco, la balsa, ya de por sí romántica, tenía la vela pintada por Salvador Dalí.
El hecho de convivir con otras personas en espacios pequeños, durante periodos largos, lo llevó a descubrir que para sobrevivir en alta mar es necesaria la convivencia pacífica entre la tripulación.
Vital Alsar consideró que esa armonía, aun en condiciones extremas, podía reproducirse en grandes escalas, evitando guerras como las que habían marcado su vida.
Estas experiencias al navegar, le revelaron también que "la mar es la cuna que mece las dudas del hombre para después regocijarse con Dios". Comprendió que las aguas marinas han dado nacimiento a todo, a las aves, las plantas, los árboles, a los animales poderosos como el elefante, el jaguar y a los seres humanos.
Tal como lo expresan las leyendas de muchos pueblos del mundo y coincidiendo con la comunidad científica, la mar es el origen de la vida.
Uno de los viajes que me contó fue una travesía de 483 días, en homenaje a la humanidad. La flota eran tres balsas construidas por la misma tripulación, también en el Amazonas.
Salieron de Guayaquil, Ecuador; pasaron hambre, frío, huracanes, tormentas, olas de más de 15 metros, un ciclón de cinco días. Pero estas adversidades no cimbraron la armonía a bordo. Rompiendo las olas con la mirada en el horizonte, consiguieron llegar a la costa de Australia.
Ahora, Vital Alsar está trabajando en un plan igualmente ambicioso que él considera el resumen de su experiencia en la navegación: va a cruzar el Atlántico en un trimaran, un velero de 30 pies de largo que se está construyendo en la blanca Mérida, en Yucatán.
La travesía será un homenaje a los hombres de la mar y a los niños, de ahí el nombre del proyecto: Niño, Mar y Paz. Este proyecto fue presentado dentro del Festival del Mar en el Forum Barcelona 2004, evento dedicado al desarrollo sostenible, la diversidad cultural y la paz, coincidiendo con el año de los mares y océanos, decretado por las Naciones Unidas.
Como verás, Vital es todo un personaje: hijo de la mar que lo ha cuidado porque, como él dice, "si uno está en armonía, la naturaleza lo protege".
Le pregunté sobre los cientos de amaneceres y atardeceres pasados en el océano, me contó que cuando uno ha visto la belleza se piensa que ya no puede haber algo más hermoso; sin embargo, siempre hay más y luego más, siempre más
En esta plática con Vital también estaban mis amigos Marco Facco, Ben Suykens e Isaac Michán, Bruno Joly y Sacha Bécquer; curiosamente, como en las tripulaciones de Vital, éramos una muestra de amistad entre diferentes nacionalidades: italiano, belga, mexicanos, francés y suizo, todos en la misma mesa.
Sabes, me gustaría que conocieras a Vital; es un hombre de mar con los pies en la tierra; sus viajes son una preciosa fusión de ideales románticos y realidad; como él mismo dice, "sin románticos, la vida se hace piedra" o "lo romántico vive la esperanza continua y perpetua".
Sus experiencias me motivan para surcar los mares del idealismo (al que soy tan propenso); es posible romper las olas de la duda y trazar la ruta del destino impulsado por el amor, vivir un presente eterno en armonía con la vida y con su origen, la mar.
Bueno Rosita, esto que te escribo es simplemente una gota del inmenso mar que me transmitió el capitán. Espero verte pronto, te mando una ola de besos.
|