
Miércoles 22 de octubre de 2025, p. 5
Guanajuato, Gto., “Quería mostrarles algo diferente, ¿lo conseguí?” La respuesta inequívoca de los asistentes fue afirmativa. Reeps One, alias musical de Harry Yeff (1989), es un solista que combina música tecno, que remite a la escena inglesa en la que creció el artista a mediados de 2000, mezcla de dubstep y grime, con visuales de calidad cinematográfica perfectamente sincopados, pero cuando comienza a hacer bases rítmicas creadas con la boca, conocidas en el Hip Hop como beatboxing, la audiencia queda boquiabierta, escuchando como los graves que salen de la garganta del londinense merecen su propio sistema de amplificación y parecen creadas para resonar a través de un auditorio del tamaño de la Alhóndiga de Granaditas.
Las proyecciones sincopadas tienen un estilo opuesto al que se suele usar en el tecno, en el que el visual jockey va hilando las imágenes según el clima de la música. Aquí, en cambio, el acompañamiento entre los videos y la música es premeditado, aunque no por eso menos sorprendente: un viaje a los suburbios menos señoriales de la capital inglesa, en el que los bailarines encapuchados escapan de edificios que se derrumban y terminan danzando break dance dentro de un ojo que pestañea.
Reeps One busca complementar su acto humano con bases tecno y proyecciones, pero en realidad no necesita nada de eso, ni siquiera la laptop que usa y que no pudo comprar de adolescente; basta con su prodigioso y bestial talento para abarcar un concierto.
El viernes al mediodía, Reeps One va zigzagueando por el vestíbulo del Teatro Juárez, escuchando sus sonidos reverberando en la acústica del ambiente. Aunque la disciplina del beatbox está asociada con el soporte rítmico de las batallas callejeras de rap, no fue esa la principal inspiración para Harry: “Crecí en East London, rodeado de productores de música electrónica, de jungle, de drum n’ bass y escuchando a Aphex Twin. Empecé a producir teniendo en cuenta esas influencias, pero haciendo producción con mi boca. Puedo practicarlo cuando quiera y nadie me lo puede quitar, fue esa libertad la que me hizo enamorarme del beatboxing. Aun en mis comienzos, a los 19 años, esas influencias me diferenciaron de mis pares”.
Reeps One tiene muchos artistas variados que admira fuera de la música, Marcel Duchamp, el dadaísmo, el diseñador de moda Alexander Mcqueen, entre otros y considera al ajedrez un deporte que da fortaleza mental: “Cuando era joven no tenía nada, excepto el ajedrez y mi voz, son las dos cosas que me ayudaron a tener confianza: cuando me enfrentaba a un oponente en el ajedrez, o cuando empecé a hacer beatboxing, sentía que estaba en una situación de igualdad. Creo que ese es el verdadero significado del hip-hop, utilizar tu arte como forma de interactuar con el mundo”.