Cepal: “trampas del desarrollo” // Tres décadas de vueltas a la noria // ¿Nobel de la Paz? Lástima, Donald

hora que se inauguró otra temporada de bolas de cristal (ya se conocieron los más recientes “aportes” de esos destartalados adminículos del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) divulgó las “novedades” que la propia le reveló (Panorama de las Políticas de Desarrollo Productivo en América Latina y el Caribe, 2025: ¿cómo salir de la trampa de baja capacidad para crecer?): la región “enfrenta tres trampas del desarrollo que limitan la mejora en el bienestar de su población: baja capacidad para crecer; alta desigualdad, baja movilidad social y débil cohesión social; y reducidas capacidades institucionales y gobernanza poco efectiva”.
Parece que la bola de cristal de la Cepal se pasmó, porque tal “revelación” es prácticamente la misma que el propio organismo difunde desde la década de los 90, años en los que las “trampas del crecimiento” comenzaron a aparecer en sus informes. Así, transcurridas más de tres décadas, los “descubrimientos” resultan ser los mismos, sin aparentemente encontrar los factores que ocasiona el estancamiento de las economías regionales, pero siempre recomendando ajustes y más ajustes, los cuales, por lo visto, no han servido para nada, salvo para mantener a los latinoamericanos en condiciones cada vez más precarias, es decir, totalmente lo contrario de la oligarquía regional.
El más reciente informe del organismo especializado de la ONU indica que para salir de la “trampa” del bajo desarrollo “es imperativo redoblar los esfuerzos para promover la transformación productiva de las economías, con el fin de dinamizar la productividad y alcanzar un crecimiento más elevado, sostenido, inclusivo y sostenible. Esta transformación, entendida como un proceso de sofisticación, diversificación y cambio estructural positivo, constituye una prioridad impostergable para los países de la región. No es algo que vaya a ocurrir espontáneamente o por obra de una mano invisible: es preciso aplicar políticas públicas deliberadas, coordinadas con todos los actores claves y de largo plazo. Ese esfuerzo de dar dirección a la acción colectiva, que es, ante todo, un esfuerzo de gobernanza, es la característica central de la nueva generación de políticas de desarrollo productivo necesarias”.Recientemente, el secretario ejecutivo de la Cepal, José Manuel Salazar-Xirinachs, advirtió que si la región no inicia “una nueva era de crecimiento alto, sostenido, inclusivo y sostenible, nos enfilamos hacia una tercera década perdida”, lo cual, sin duda, casi es un hecho, pero a la hora de aportar posibles salidas a ese terrorífico panorama, el sucesor de Alicia Bárcena de nueva cuenta cayó en lo mismo: “para evitarlo, los países deben escalar y mejorar sus políticas de desarrollo productivo a partir de una nueva visión, que incluye, entre otras cosas, trabajar en agendas estratégicas en torno a sectores impulsores, esfuerzos colaborativos multinivel y multiactor, y promoción de clústeres y otras iniciativas de articulación productiva”, es decir, nada que la propia institución no haya “recomendado” en las últimas tres décadas.
Entonces, lo que a todas luces debe cambiar no sólo son el enfoque y las propuestas de organismos como el FMI, el Banco Mundial y la propia Cepal, sino sus directivas y equipos de “analistas”, que no salen de dar vueltas a la noria.
Las rebanadas del pastel
Qué lástima, porque a pesar de sus innumerables contribuciones a la “paz”, el megalómano Donald Trump se quedó con las ganas de ser galardonado con el desprestigiado Nobel respectivo. Y sobran pruebas de sus invaluables aportaciones: “las fuerzas israelíes podrían reanudar los combates en Gaza con sólo una palabra mía si la resistencia palestina no cumple con el acuerdo, y si no se desarma, la desarmamos” (aunque en los hechos ha sido Israel el primero en violarlo); “autoricé operaciones encubiertas de la CIA en Venezuela y considero atacar en tierra a cárteles de ese país, además de los navíos de guerra en sus costas; está sintiendo la presión, pero muchas naciones también la están sintiendo”; “más misiles para Ucrania”, sin descartar los Tomahawk; “guerra comercial con China” (y con el mundo entero); bombardeo a Irán; despliegue de tropas en ciudades estadunidenses gobernadas por demócratas; militarización de la frontera sur de su país, cacería de migrantes y lo que acumule. Y todo en apenas nueve meses de estancia en la Casa Blanca. Cierto es que nunca ha sido famoso por su “cordura”, pero a estas alturas este esperpéntico personaje está decidido a enterrar a la humanidad.
X: @cafevega