De isla olvidada a proyecto nacional
ecientemente visitamos Cancún y Puerto Morelos, en Quintana Roo, para impartir sendas conferencias sobre Leona Vicario, convocada por la Corresponsalía del Seminario de Cultura Mexicana en la entidad. La preside Fernando Martí Brito, culto cronista del lugar quien fundó hace varios años la Biblioteca Nacional de la Crónica, de la cual es director y a la que ha convertido en un destacado centro cultural.
Aquí fue la plática sobre la heroína independentista a la que había precedido un festín marino en el restaurante Marbella, sencillo establecimiento con una maravillosa vista al mar. Les comparto el menú: unas enormes almejas chocolatas que llegaron vivas en su concha y un robalo a las brasas, exquisitos.
Ahí, el cronista me obsequió su libro Fantasía de banqueros II, que cuenta cómo se gestó Cancún –el nombre proviene del maya “Kaank’uun”, que significa olla o nido de serpientes
–, a finales de los años 60 del pasado siglo, por un grupo de banqueros encabezados por Ernesto Fernández Hurtado, quien era director del Banco de México. Aunque la situación económica del país era estable, ya se veía la necesidad de crecer y experiencias internacionales mostraban que el desarrollo turístico era una muy buena vía para generar divisas.
Con una excelente pluma y rica información cuenta cómo se seleccionó el lugar en el que no había nada más que selva y un precioso mar. La manera en que los banqueros lograron convencer al presidente de emprender el ambicioso y a la vez arriesgado proyecto.
El libro nos muestra la increíble hazaña; brinda información muy rica acompañada de fotografías que hablan por sí solas de lo que se logró de la nada.
De ser el sueño de un pequeño grupo de hombres de dinero y políticos visionarios en poco más de 50 años, la Riviera Maya se convirtió en el polo turístico más importante de nuestro país, que anualmente recibe millones de visitantes de todo el mundo.
Martí es periodista y cronista de la ciudad de Cancún, fue reportero de los diarios Novedades y unomásuno, fundó el diario La Crónica de Cancún y Cancún Voz del Caribe y coordinó el Foro Nacional de Turismo de 2003 a 2019.
Es autor de decenas de artículos, reportajes y varios libros sobre la historia y evolución de Cancún, por todo lo cual obtuvo el Premio Internacional de Periodismo EFE en 1978, y el Premio Nacional de Periodismo en 1981.
Fue presidente de la Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas de 2017 a 2018 y actualmente es el fundador y presidente de la Sociedad Andrés Quintana Roo y director de la Biblioteca Nacional de la Crónica.
Nacido en la Ciudad de México es un buen ejemplo de los hombres y mujeres que llegaron a Cancún –ciudad de migrantes– cuando era un sueño en gestación, lo hicieron suyo y lo engrandecieron.
Él fue nuestro guía para trasladarnos el día siguiente a Puerto Morelos, a platicar sobre Leona Vicario en la localidad que lleva su nombre. Un sitio encantador a la orilla del mar donde nos recibió el cronista vitalicio, Miguel Ángel Zetina, cuyos bisabuelos fueron fundadores de ese enclave de pescadores, pequeño paraíso pero entonces inhóspito e incomunicado. Esa herencia le permitió escribir el libro Puerto Morelos. En tiempos de territorios, en el que cuenta la interesante historia del lugar salpicado con entrevistas, anécdotas y fotografias.
Promotor de muchos proyectos y negocios, entre otros, tiene el restaurante El Pelicano, con extraordinaria vista panóramica del mar y sabrosa comida local, como el caracol de mar y el boquinete, un pez de extraño aspecto y delicioso sabor, que se alimenta del crustáceo que arranca de las rocas con dos grandes dientes.
Al concluir el suculento convite caminamos por su plaza central al Centro Cultural y Museo, para dar la charla y convivir con la entusiasta comunidad de Puerto Morelos, orgullosos de vivir en la localidad cuyo nombre recuerda a la notable heroína independentista.
De regreso en Cancún aprovechamos la generosa anfitrionía de nuestra amiga Edith Soto, quien nos acompañó a una visita relampago a Tulúm, para conocer el monumental Museo Regional de la Costa Oriental, que dirige Carmen Gaitán, con el dinamismo y entrega que la caracterizan. Se encuentra dentro del Parque del Jaguar, donde también se construyó un lujoso hotel cinco estrellas y la estación del Tren Maya, entre otras obras enormes del mismo proyecto.