Jueves 22 de mayo de 2025, p. 10
Los efectos del cambio climático se hacen cada vez más evidentes también en las urbes, expuso el doctor Juan Manuel Núñez, coordinador de la licenciatura de Sustentabilidad Ambiental de la Universidad Iberoamericana (Ibero).
Un estudio reciente del Centro Transdisciplinar Universitario para la Sustentabilidad (Centrus) de la Ibero, en el que también participó la licenciatura en sustentabilidad ambiental, evidenció que durante la ola de calor de junio de 2023 las zonas densamente construidas de la Ciudad de México registraron temperaturas entre 3 y 4 grados más altas que aquellas con mayor cobertura vegetal.
El experto detalló que en temporadas como la actual se produce el efecto isla de calor, que es el resultado de una combinación crítica entre la urbanización acelerada y el calentamiento global.
El crecimiento desordenado de las ciudades remplaza áreas naturales por superficies duras como asfalto, concreto y techos que absorben y retienen calor.
Lo anterior reduce la ventilación, elimina zonas de sombra y dificulta la evaporación del agua, creando microclimas mucho más cálidos que las zonas rurales o periféricas.
Por ejemplo, en la Ciudad de México, los efectos del cambio climático cada vez son más palpables. En mayo de 2025 la capital enfrenta su primera ola de calor del año, con temperaturas de entre 30 y 35 grados, impulsadas por un sistema de alta presión que reduce la nubosidad y aumenta la radiación solar. A nivel nacional, se han alcanzado registros de más de 45 grados en varios estados.
El especialista recordó que investigadores de la UNAM han advertido que México se calienta más rápido que el promedio mundial. Mientras el planeta avanza hacia un incremento de 2 grados por siglo, nuestro país lo hace a un ritmo de 3.2.
“El aumento de temperatura en México, y particularmente en la Ciudad de México, ya no es una advertencia futura, sino una realidad que exige acción inmediata. Las islas de calor urbanas son una manifestación tangible de cómo la crisis climática se entrelaza con la desigualdad social, la precariedad ambiental y las limitaciones de la infraestructura urbana.
Tenemos la responsabilidad y la oportunidad de repensar el modelo de ciudad: más verde, más resiliente y más justa.