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La violencia es inherente al ser humano y se tiene que registrar

El escritor Eduardo Antonio Parra presenta hoy su novela Nostalgia de la sombra en el CCU

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▲ Para el autor, aunque el arte tiene el límite de “no hacer héroes a los narcos”, debe haber testimonio de la violencia mientras ésta exista en las calles.Foto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Domingo 27 de abril de 2025, p. 5

El arte tiene el límite de “no hacer héroes a los narcos y ese tipo de apología”, pero mientras exista la violencia en las calles hay que registrarla. En literatura no es sólo pasar la nota roja al libro, sino a través del filtro del lenguaje narrativo, que se refiere a las estructuras y qué se quiere demostrar o plantear, dijo el escritor Eduardo Antonio Parra.

En entrevista sobre su novela Nostalgia de la sombra (Ediciones Era), que aborda la vida de un asesino a sueldo y será presentada hoy, el narrador consideró que el debate desatado por el corrido tumbado no tendrá mucho éxito, pues a finales de los años 80 se prohibió el narcocorrido en algunos estados y Los Tigres del Norte respondieron con el disco Corridos prohibidos.

Parra opinó que la apología de la violencia en el corrido tumbado en la actualidad es sobre una violencia muy automática, muy mecanizada.

Recordó que a finales de 1990, en una mesa redonda en Monterrey, se preguntó por qué se escribía tanto sobre violencia, y uno de los participantes leyó fragmentos de Shakespeare y la parte de La Ilíada, en la que Aquiles arrastra el cadáver de Héctor durante tres vueltas a la ciudad de Troya. “La violencia es inherente al ser humano y se tiene que registrar.

“Otro ejemplo es el de cuando en la Bienal de Venecia 2009 la artista sinaloense Teresa Margolles presentó una instalación bastante violenta: un goteo de sanguaza recogida en las morgues sobre una plancha ardiente. Aquello se llenaba de un olor a cadaverina impresionante. El título de la exposición era ¿De qué otra cosa podemos hablar? No pueden pedir que se calle, que los artistas no la aborden, mientras la violencia exista en las calles.”

El también tallerista reseñó que su texto es una exploración de la mente asesina, que para ser la mejor en lo que hace tiene que quitarse todas las cadenas emocionales, mentales y afectivas.

Durante su escritura de Nostalgia de la sombra tenía en mente la cuestión del escritor, del artista, que tiene que desapegarse de un montón de cosas para crear su obra.

Refirió que en Sobre héroes y tumbas, de Ernesto Sabato, uno de los personajes dice que sólo lee nota roja, porque ahí se ve la verdadera humanidad; en las secciones de política, sociales o deportes todos mantienen discursos pensados para caer bien a la gente, no son la verdad.

Parra recordó que durante año y medio trabajó en la sección de nota roja de un periódico en Monterrey, experiencia que influyó mucho para escribir su novela, editada originalmente en 2002. Era una época en la que era muy distinto el crimen organizado. Yo veía los motivos de los asesinatos y pensaba que cualquiera puede ser asesino, como personas que de repente estallaban y mataban a alguien.

El autor explicó que siempre ha creído que “una de las hazañas literarias o artísticas, en general, es crear una especie de monstruo que cause empatía en los lectores o espectadores. Si humanizas a cualquier personaje vas a causar empatía. Está Frankenstein, que tiene muchas reacciones humanas y eso es lo que nos hace empatizar con él y con muchos otros. Ese fue un reto cuando me puse a escribir Nostalgia de la sombra”.

Contó que en su texto no hay ni un narco, aunque hasta cierto punto tiene que ver con el narcotráfico, pero trata de asesinatos por órdenes políticas. “Yo tenía muy en la cabeza los asesinos que han trabajado para el gobierno durante mucho tiempo, sobre todo El Re-mington (Rodolfo Álvarez del Castillo y Rojas), asesino de Plutarco Elías Calles. Un asesino profesional muy parecido al Gilberto García, personaje de Rafael Bernal, pero real.

“Me lo imaginaba, porque no hay nada seguro. Tenía que trabajar, por un lado, para un poder mucho más absoluto, pero no quería que fuera el de los narcos, porque en ese tiempo ya empezaban esos asesinatos de 500 balazos.”

En lo que va del siglo XXI en México, continuó el narrador, la violencia es “más mecánica y, por tanto, más cercana a la ‘pureza del mal’ que dicen algunos filósofos ocurrió, por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial, sobre todo con los nazis.

“A mi personaje le gusta matar con las manos. Esto tiene antecedentes literarios. Un pasaje de Moby Dick dice que la única manera en que vale la pena matar es con cuchillo, porque abrazas a la persona que vas a asesinar y sientes sus estertores. En cambio, al matar con arma de fuego, a lo lejos, no se siente nada. Es como si no lo hicieras.

Ahora, los sicarios llegan a asesinar una familia, pero son 10 tipos con cuernos de chivo y avientan 500 balazos. Me parece algo bastante banalizado. El asesino actual sabe que está matando, pero no lo está sintiendo.

Eduardo Antonio Parra se dijo en diálogo con muchas novelas negras y no tan negras, como “Confesión de un asesino, de Joseph Roth, o Crimen y castigo (de Dostoievski), con personajes que se cuestionan mucho lo que están haciendo o no se lo cuestionan demasiado, pero sienten todos los efectos emocionales de lo que están experimentando”.

Su personaje, de múltiples nombres, “no tiene remordimientos en ningún momento, pero sí piensa en lo que está haciendo. Por ejemplo, el conflicto inicial es que nunca ha matado a una mujer. Se cuestiona un montón de cosas hasta que resuelve hacerlo: ‘Voy a tener que matar a una mujer’. No está pensando en el bien y el mal, sino simplemente en su experiencia”.

Concluyó que, aunque “se acabaran los cárteles del narcotráfico y todos los sicarios, la violencia por estallidos permanecería en México”.

La novela Nostalgia de la sombra se presenta hoy a las 17 horas en el Foro Esperanza de la Fiesta del Libro y la Rosa, en el Centro Cultural Universitario (avenida Insurgentes Sur 3000, Ciudad Universitaria).