Miércoles 16 de mayo de 2018, p. 2
Culiacán, Sin.
En otros países, como Afganistán o Siria, la gente sabe a qué territorios no debe acercarse, ya que las zonas de guerra están delimitadas. Pero en México la zona de guerra está en todas partes: centros comerciales, parques, escuelas y hasta en las calles de nuestras colonias
, afirmó Tania Valdez Triana, al inaugurar la protesta gráfica Malayerba nunca muere, en la que se exige justicia para su padre, Javier Valdez Cárdenas, corresponsal de La Jornada asesinado hace un año.
Durante la inaguración de la muestra integrada por fotografías y caricaturas, que se instaló frente al teatro Lince de la Universidad Autónoma de Occidente, Tania dijo: “gente, nos estamos enfermando. Peor aún, ¡nos están matando!
“Y la gente sigue inmutable, escondida, ausente, pensando ‘total que nos lleve a todos la chingada’”.
Ante decenas de estudiantes, ciudadanos y periodistas, Griselda Triana, la viuda del también escritor, señaló que éste ha sido el año más duro de su vida: han sido 12 largos meses de protestar sin parar, de enojarnos, agüitarnos e indignarnos
, ya que Javier Valdez fue asesinado el 15 de mayo de 2017.
Resaltó que el asesinato del autor de Malayerba. La vida bajo el narco ha dejado marcas a una gran parte de la población. ”Sin embargo, seguimos viviendo en un entorno que nos consume y agota cada vez más, que a uno a veces no le queda de otra más que escapar”.
Ayer por la mañana, padres y hermanos del corresponsal de La Jornada en Sinaloa acudieron a depositar flores al sitio en el cual fue abatido hace un año. Allí, Jorge Valdez dijo: Todo es primera vez. Primer año sin él, primer cumpleaños sin él, y mis padres mostrándonos su fortaleza para soportar el dolor
.
Los familiares del escritor depositaron el arreglo floral en el pequeño nicho que en recuerdo del autor de Narcoperiodismo construyeron en una acera.
En tanto, hace un año Javier Valdez desayunó, como era su costumbre, en el Bistró Miró, un pequeño restaurante en el centro de Culiacán. Allí leía La Jornada acompañado de buen café. Siempre ocupaba la misma mesa, la primera entrando a la derecha, de frente al mostrador.
Un día después de su asesinato, por el cariño que le tenían los empleados del lugar, colocaron una rosa y el periódico. Durante varias semanas fue así, un lugar apartado para el autor de Los morros del narco.
Ayer ya no hubo recuerdo para Javier Valdez debido a que los propietarios del lugar consideraron que era mala publicidad que relacionaran el lugar con un crimen. Ordenaron, primero, que ya no se pusiera la flor, y luego que se quitara la mesa de ese lugar
, indicaron empleados. En la pared sólo quedó una línea negra marcada, la huella de que allí se colocaba una mesa más.
Como parte de los actos de protesta y exigencia de justicia para Javier Valdez, ciudadanos, familiares y organizaciones civiles de Sinaloa realizaron la noche del lunes una velada artístico-cultural.