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Aniversario luctuoso de Javier Valdez
Familiar denunció a presunto asesino

En llamadas telefónicas, las cuales fueron intervenidas, El Koala hablaba del crimen

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Tania y Francisco, hijos de Javier Valdez Cárdenas, acudieron ayer a la Universidad Autónoma de Occidente para inaugurar la protesta gráfica Malayerba nunca muere, mediante la cual se exige justicia para el corresponsal de La Jornada, asesinado hace un añoFoto Carlos Ramos Mamahua
Enviado y corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 16 de mayo de 2018, p. 2

Culiacán, Sin.

Cuando me drogo me da por matar, y esa maña no se me va quitar, dijo Heriberto N durante una conversación telefónica interceptada por la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión (Feadle), como parte de la investigación del asesinato del periodista Javier Valdez Cárdenas, corresponsal de La Jornada. Heriberto N, El Koala, fue uno de los tres hombres que presuntamente participaron en el asesinato del periodista sinaloense.

La Jornada tuvo acceso a parte del expediente, y en la indagatoria se confirma que los homicidas siguieron por tres calles a Valdez Cárdenas antes de abatirlo el 15 de mayo de 2017.

Según las investigaciones, cuando el también cofundador de Ríodoce abandonó las instalaciones de ese semanario, sus asesinos lo esperaban en un vehículo Versa de color gris, estacionado en la calle Teófilo Noris, metros adelante de ahí.

En la carpeta de investigación, que forma parte de la causa penal 49/2018, la Feadle aportó la transcripción de algunas llamadas telefónicas que realizó El Koala a sus familiares y amigos meses después del asesinato de Valdez y que fueron intervenidas con autorización judicial.

Entre las conversaciones intervenidas destaca la que se realizó el 3 de marzo de este año. En ella, Heriberto N charló durante 25 minutos con sus familiares y luego pidió que le comunicaran a uno de sus amigos, identificado como El Ruso, a quien le dijo: Ando bien grillo, bien loco, tengo tres días, y cuando ando así, no me da por pelear, me da por matar.

El Ruso le respondió: no andes haciendo eso.

Heriberto N añadió: esa maña no se me va a quitar.

A un año del asesinato de Javier Valdez –autor de diversos libros sobre narcotráfico y víctimas de la violencia de los grupos delictivos que operan en Sinaloa–, en el expediente dado a conocer durante las diligencias judiciales realizadas los días 24 y 29 de abril pasado, se menciona que hubo un testigo que observó el ataque.

Asimismo, ante el juez Guillermo Torres Hernández, la Feadle dio a conocer que los tres agresores esperaron a su víctima a unos metros del semanario Ríodoce, que iban encapuchados, que lo siguieron tres calles y luego lo obligaron a descender del vehículo Corolla rojo, matrícula VMY4906, y le dispararon a las 12:08 horas, en la avenida Vicente Riva Palacio.

En las pruebas ministeriales se señala que un familiar de El Koala fue quien aportó datos importantes que llevaron a la identificación de los tres participantes en el ataque, y que éste se enteró de lo que habían hecho durante un encuentro en el que lo invitaron a beber cerveza en un lugar denominado La Lomita, en la comunidad de San Javier.

Días después el testigo –al que se asignó un nombre en clave– compareció ante las autoridades federales y reveló que su familiar realizó el asesinato, y que semanas después de la agresión, en la comunidad de Eldorado, quemaron el vehículo Versa en el que se habían transportado para cometer el asesinato.

Las investigaciones y la intercepción de llamadas telefónicas permitieron que el Ministerio Público Federal localizara a Heriberto N en la ciudad de Tijuana. Vigilaron el domicilio que habitaba El Koala con dos personas más, supieron que trabajaba como albañil en una construcción y que no ocultaba su nombre.

Durante casi cuatro meses los investigadores federales estuvieron interviniendo la línea telefónica de El Koala, y supieron que con frases entrecortadas hablaba del homicidio de Javier Valdez y que uno de sus familiares había aportado información a la Feadle.

Asimismo, los números a los que se comunicaba El Koala permitieron ubicar a El Quillo –otro de los participantes en el ataque–, y supieron que había sido detenido por el delito de tráfico de armas.