En México, más de 15 millones de personas se encuentran en la frontera del hambre, es decir, viven en deterioro nutricional, aseveró Felipe Torres Torres, especialista en abasto y distribución de alimento del Instituto de Investigaciones Económicas (IIE) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Por ello, enfatizó que la seguridad alimentaria en el país debe dejar de ser una aspiración para convertirse en una solución a problemas como el desarrollo del campo y los rezagos sociales, que inciden en hambre y malnutrición.

Para lograr ese cometido se requieren programas estratégicos encaminados a mejorar la distribución del ingreso e incrementar el salario mínimo, lo que mejoraría las condiciones de la población en vulnerabilidad alimentaria.

En información difundida por la UNAM se asentó que aun cuando en el mundo se han logrado avances en seguridad alimentaria, todavía cerca de mil 200 millones de personas pasan hambruna, en particular países del Sahel africano, algunos de Asia, el Caribe y América Latina. En Yemen, Sudán del Sur, Nigeria y Somalia más de 20 millones enfrentan inanición y hambre por situaciones bélicas, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas.

En México no se puede hablar de hambruna abierta, pero sí de vulnerabilidad alimentaria en algunas regiones. Son personas que sólo pueden comer una o dos alimentos al día, pero de calidad deficiente, por debajo del consumo de kilocalorías y proteínas recomendadas por organismos internacionales.

La mitad de la población en esa condición padece una circunstancia parecida a la hambruna, aunque en ocasiones podría ser peor, porque es como una muerte silenciosa por desnutrición, que se asocia a enfermedades como obesidad por malnutrición: la obesidad de la pobreza.

Los mexicanos en alta vulnerabilidad alimenticia viven en mil 400 municipios en entidades como Oaxaca, Chiapas, Yucatán, el sur de Veracruz, Guerrero, la Mixteca poblana, Hidalgo, Sierra Tarahumara y algunas zonas rurales de Tijuana.

A esto se suman franjas urbanas de alta intensidad de migración y crecimiento en la zona metropolitana de Ciudad de México, como los municipios de Nezahualcóyotl, Tecámac y Ecatepec. En la capital del país este fenómeno se ha registrado en poblaciones de alta marginación en las delegaciones Iztapalapa, Magdalena Contreras y Milpa Alta.

El especialista propuso medidas para contrarrestar este problema: fomentar un plan de circuitos cortos de comercialización, establecer una política que compense los déficits de alimentos en las urbes y recuperar la milpa en el medio rural.