Domingo 27 de noviembre de 2016, p. 17
La Habana.
En octubre de 1962 el jefe de la Revolución Cubana, Fidel Castro, autorizó a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) instalar misiles nucleares en su territorio dirigidos a Estados Unidos, lo que desencadenó la crisis de los misiles
, el clímax de la guerra fría.
El líder de la URSS, Nikita Jruschov, decidió instalar los misiles en la isla caribeña en respuesta a los que el gobierno de Estados Unidos ubicó cerca de la frontera soviética, en Turquía. Cuba aceptó para garantizar su soberanía y consolidar el socialismo.
El 22 de octubre de 1962 el presidente estadunidense, John F. Kennedy, anunció el descubrimiento de las rampas de emplazamiento de cohetes, tras lo cual ordenó un bloqueo naval contra la isla y exigió la retirada de las armas ofensivas
.
Las fuerzas estadunidenses, soviéticas y cubanas fueron puestas en alerta máxima. El bloqueo se hizo efectivo el 24 de octubre. Un día después, los buques de carga soviéticos recibieron de Moscú la orden de detenerse frente a la marina estadunidense.
En vista de una posible invasión militar, Castro movilizó alrededor de 400 mil hombres, 100 mil del ejército, 146 mil de la fuerza aérea, 85 mil efectivos y 210 buques de la marina, entre otros.
Del 22 al 28 de octubre, el mundo entero temió el estallido de la tercera guerra mundial y del primer conflicto atómico, con Castro, Jruschov y Kennedy en el epicentro.
El 26 de octubre, Jruschov ofreció retirar los proyectiles si Estados Unidos se comprometía a no invadir Cuba y desmantelar sus misiles instalados en Turquía. El sábado 27 la crisis alcanzó su máximo apogeo, cuando una batería soviética derribó sobre la isla un avión espía U-2. Aun así, la negociación continuó.
Washington propuso el retiro de los misiles soviéticos a cambio del fin del bloqueo naval y se comprometió a no invadir la isla. Jruschov cedió sin consultar a Castro y anunció el retiro. Obtuvo de la Casa Blanca el compromiso de sacar los misiles estadunidenses de Turquía.
Castro, al reaccionar a la decisión del líder soviético, declaró: Nunca había previsto la retirada como una solución
, y evocó el fervor revolucionario, la pasión, la efervescencia de esos días
.
Una muchedumbre en La Habana reclamó a Jruschov con gritos de ¡Nikita, mariquita, lo que se da no se quita!
Kennedy fue asesinado un año más tarde, y Jruschov falleció en 1971, ya fuera del poder. Castro siguió al frente del gobierno cubano durante 44 años más.