Adiós, primer mundo
Presidencia sitiada de Trump: ambiente de guerra civil
Fidel Castro
Leipzing, centenaria tradición musical
Polvo de mariposa
De solidaridad memoriosa y proyectiva
Recuerdos XLI (empresarios)
Políticos toreros Inversiones sin estrategia pero frecuentes
a muerte de Fidel Castro sobreviene en una etapa en que la historia humana parece estar a a punto de ingresar –si es que ya no lo hizo– en una nueva y oscura fase de su desarrollo. La desaparición física del líder que para millones de personas en el mundo simbolizaba una serie de valores tradicionalmente ligados a la izquierda no implica, naturalmente, la desaparición de dichos valores, pero se produce en una coyuntura donde las ideas prevalecientes chocan de manera frontal con ellos.
Memoria boliviana de Fidel
n la derrota, 1968: “A no perder la huella/ marcada por el Che,/ resistir la querella/ seguir seguir ¿O qué?”. Vida clandestina, 1972: Si vas a Cuba, Mariel/ cumple este encargo también:/ pide un fusil a Fidel/ y unos versos a Guillén
. Bajo toque de queda, 1978: Cierto, aterra y ya cansa/ tanta dictadura cruel,/ apoyan nuestra esperanza/ la vida, Cuba y Fidel
. Sombra neoliberal, 1996: Traiciones padecemos/ a empezar otra vez:/ patria o muerte. Ven, seremos./ Así ha sido y así es
. En los tiempos de Evo, 2009: ¿Qué clase de socialismo?,/ nos preguntará Martí./ No es igual pero es lo mismo/ ¡con chicha, garra y ají!
ão Paulo. Perdimos a Fidel. Ganamos una historia de ejemplos y sabiduría.
uenta Fray Bartolomé de Las Casas que estando el cacique Hatuey en manos del conquistador Diego de Velásquez, un religioso le expresó: “…que si quería creer aquello que le decía, que iría al cielo… y si no, que había de ir al infierno a padecer perpetuos tormentos y penas”.
idel se ha vuelto sinónimo de revolución desde que se publicaron las primeras fotos de aquellos barbudos que derrocaron a un dictador en el ya lejano 1959. Más todavía para nosotros, en América Latina, para quienes ese movimiento era un fenómeno distante en el tiempo y en el espacio –en Rusia, en China, con Lenin, con Mao–. Fue Cuba, con Fidel, quien planteó para nosotros y para tantas generaciones la revolución como actualidad y que era posible en nuestro continente.
in pausa, el continente de incertidumbre sobre el futuro avanza sobre nosotros implacable. Sea que miremos a la economía o pongamos la mirada en la política y los signos majaderos de los políticos, lo único cierto es la desolación. Fallido como está el camino del crecimiento sustentado en las exportaciones, que tanto de qué hablar bien le trajo a México y sus gobernantes, lo que queda es la violencia social y la criminalidad organizada, la quema cotidiana del mal llamado bono demográfico y el declive imparable del pluralismo partidista que resultó de una reforma política imaginada para transformar al Estado, pero que devino en un nuevo y grosero reparto del poder, su ejercicio y del acceso a sus beneficios.
ace unas semanas la pregunta que nos hacíamos era: ¿qué se cree Trump para descalificar a personas, minorías y países? Sus arrebatos eran atribuidos a un bufón, alguien sin experiencia en política, a un conductor de programas televisivos capaz de despedir, en público y con prepotencia, a un concursante y acusarlo de ser un perdedor, un loser.
n este periódico, el pasado lunes 14 vimos una foto en el lugar principal con una gran manta que decía We are all immigrants
, todos somos inmigrantes. Esto es cierto, y no sólo en sentido figurado, sino porque vemos a las personas en la foto y ninguno es indio. Incluso los indios, o sus ascendientes, inmigraron desde el norte, pero hace muchísimo tiempo, y los gorilas o lo que hubiera antes de ellos nunca iban a reclamar la nacionalidad.
idel Castro fue, con mucho, el mayor estadista del reciente medio siglo. Fue el último de los grandes revolucionarios dirigentes de las movilizaciones democráticas de liberación nacional que comenzaron en 1910 con las revoluciones china, persa y mexicana, y durante y después de la Segunda Guerra Mundial llevaron a la independencia y unidad del subcontinente indio y de Indonesia, Indochina, las colonias africanas, el Egipto nasseriano y Argelia.
niciemos esta tercera nota sobre la marcha de la economía estadunidenses al recordar que durante casi tres décadas –sí, casi 30 impresionantes años, de 1947 a 1974– el promedio de la participación de los salarios y las remuneraciones de los trabajadores en el producto de nuestros vecinos alcanzó 50 por ciento. ¡Impresionante! Sí, la mitad. Incluso, al inicio de los años 70 se vivió con gran optimismo, en virtud de que esa participación alcanzó un nivel superior a 50 por ciento. Sí, en el primer trimestre de 1970 se registró la más alta participación de las remuneraciones al trabajo en el valor agregado. Prácticamente 52 por ciento. Y, sin embargo, hoy sabemos que se trató de una señal efímera. A partir de ahí y prácticamente hasta inicios de 2012 –es decir, durante prácticamente 50– esta participación de las remuneraciones no dejó de bajar. ¡Terrible agresión a los trabajadores vecinos! ¡Acaso similar a la experimentada por los asalariados de México, cuyas remuneraciones de 1978 en adelante han perdido participación en el producto interno bruto (PIB)!
iego Rivera tuvo el sueño desde los años 30 de crear un museo que albergara la colección de arte prehispánico que había comenzado una década atrás y que crecía cotidianamente; logró conjuntar cerca de 60 mil objetos.
os latinoamericanos de Proust, de Rubén Gallo, aparte de constituir primeramente una muy grata lectura, a mí me ha resultado una lectura sumamente reveladora. Carezco del lenguaje y la visión y las armas críticas para elogiar lo suficiente este nuevo título de Gallo, de modo que me voy a limitar a registrar aquí algunos de los datos o anécdotas que a mí me representan el libro como extraordinario. Extraordinario, no sólo debido a su enfoque, es decir, las figuras latinoamericanas en la vida de Proust, sino a que esta aproximación parece ser única dentro de la bibliografía crítica y biográfica de Proust, o al menos ser una perspectiva rescatada por primera vez en toda su extensión.