no de los deportes favoritos en estos meses de campañas electorales en Estados Unidos es la especulación. Lo mismo en medios escritos que en la televisión o la radio, por no mencionar blogs, Twitter y demás parafernalia cibernética, la especulación se convierte en el medio
por excelencia con que, desafortunadamente, millones de electores modulan su criterio en relación con los candidatos en campaña. El preámbulo viene a cuento por las observaciones que algunos medios de información han hecho sobre las recientes tribulaciones en la campaña de Trump, quien a 10 semanas de las elecciones, por tercera vez cambió de coordinador de campaña. Para algunos medios, fue la percepción de Trump sobre el daño que le causaría la noticia de los negocios millonarios de Paul Manafort, su último coordinador de campaña, con el presidente de Ucrania, y por añadidura su estrecha amistad con Vladimir Putin, el presidente ruso. Para otros, la especulación es que Trump simplemente se hartó de la insistencia de Manafort en acotar sus impulsos pugilísticos y en tender puentes con el liderazgo republicano. En todo caso, lo importante es que el nuevo coordinador de campaña, Stephen K. Bannon, es conocido por su abierto desprecio por los republicanos tradicionales, particularmente sus más destacados dirigentes: Mitch McConnell y Paul Ryan, líderes de la mayoría republicana en el Senado y la Cámara de Representantes. El nombramiento de Bannon es un claro mensaje de la intención de Trump en hacer más evidente su independencia de ese grupo de republicanos.
En esta profusión de noticias, también se supo que Roger Ailes es un importante asesor de Trump. Ailes fue despedido recientemente de la cadena de noticias Fox, que dirigió durante años. A él se debe el estilo grandilocuente y denigrante con que los locutores de ese medio se refieren a las minorías, entre ellas las de origen mexicano. Rupert Murdoch, dueño de la cadena, lo despidió, no por auspiciar las denigrantes referencias que quienes colaboran con él hacen de las minorías, sino por las denuncias que varias mujeres hicieron del sistemático acoso, falta de respeto e ignominioso trato del que durante años fueron objeto por Ailes. Su participación en el equipo de Trump es síntoma del inminente incremento en los denuestos contra Hillary Clinton. Esa sólo una muestra del grupo asesor que Trump ha armado.
Lo que está por verse es si los cambios en su equipo serán el remedio para superar la diferencia con que Clinton lo supera en las encuestas a escala nacional, incluidos algunos de los bastiones tradicionalmente republicanos. Con este marco de fondo, hay una pregunta para la que sólo han existido respuestas parciales: ¿cómo se encumbró Trump a la posición política que hoy ostenta? Muy probablemente una de las respuestas sea la renuencia de quienes lo apoyan a entender que vivimos en el siglo XXI, no en el XIV.
En cualquier caso, hay justificadas razones para esperar una nueva oleada de agresiones de Trump y de las especulaciones en torno a las razones de ellas.