Los analgésicos que actualmente están en el mercado tienen un par de cosas en común: han mostrado cierto grado de eficacia para controlar el dolor, pero también presentan efectos secundarios. Lo último ha llevado a expertos del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) y del Instituto Politécnico Nacional (IPN) a buscar en la acupuntura una opción de tratamiento.

Gilberto Castañeda Hernández, científico adscrito al Departamento de Farmacología del Cinvestav, trabaja en el proyecto en conjunto con Aracely Evangelina Chávez Piña, perteneciente a la Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía (ENMH) del IPN.

Ambos son miembros del Sistema Nacional de Investigadores, y saben que una práctica como la acupuntura tiene detractores entre la comunidad científica, por lo que con este trabajo buscan abrir a debate el uso de estas técnicas como complemento de tratamientos farmacológicos. Con este propósito, se han valido de la experiencia de Juan Manuel Ordóñez, médico acupunturista de la ENMH.

La idea es ver la manera de proteger al paciente, al mismo tiempo que producimos analgesia, y sobre todo que sea una opción económica para la población que no puede pagar un medicamento de uso diario, señaló Castañeda Hernández.

En tanto, Chávez Piña expuso que, si bien existe charlatanería en torno a la acupuntura, también hay todo un conocimiento sobre esta técnica, de modo que la línea de investigación que sigue con los científicos del Cinvestav y el IPN consiste en saber si con ella pueden activarse mecanismos fisiológicos que quiten el dolor.

Se ha comprobado que la acupuntura puede liberar ciertas sustancias, como las endorfinas, que ayudan a tratar el dolor. Sin embargo, existen otros mecanismos celulares que todavía falta por comprobar si son activados por medio de esta técnica. Es el caso de la liberación del óxido nítrico (con efecto de analgesia), mencionó Chávez Piña.

Los primeros análisis realizados en modelos animales consisten en colocar una aguja –cuyos efectos positivos contra el dolor son conocidos– en cierto punto de la pata de un roedor y aplicar una descarga eléctrica a distintas frecuencias durante 20 minutos.

La intención es buscar las vías neuronales que actúan para generar el efecto de analgesia, de tal forma que sea el mismo organismo el que controle el dolor.