Alerta ante Plan Toluca
Corrupción, ilegitimidad
Oaxaca, ¿presión clerical?
MAO, ¿Saving Michoacán?
Reunión trinacional
Amigos sí... pero de lejecitos
Sistema de alertas aleja al turismo
Las frustraciones
Espíritu de Toluca
: ¿sella Obama seguridad energética de Norteamérica
, Comando Norte y Asociación Transpacífica?
Pasta de Conchos: 8 años
¿Nuevo peritaje y rescate?
Fox, Calderón, Peña Nieto
he Intercept, el sitio web fundado por los comunicadores Glen Greenwald, Laura Poitras y Jeremy Scahill y por el inversionista Pierre Omidyar, dio a conocer ayer un documento secreto que forma parte de la información que Edward Snowden filtró al primero y en el que se comprueba que los servicios británicos de inteligencia han desarrollado un complejo sistema de espionaje sobre Wikileaks y sobre los usuarios que visitan el portal de esa organización. Por medio de diversos sistemas de software y de inteligencia pasiva
, el espionaje inglés ha recopilado datos de cientos o miles de personas, ha detectado las direcciones IP desde las cuales se conectan a Internet y ha hurgado, al parecer, en sus perfiles sicológicos. Todo ello, por el simple hecho de que visitaron el portal de Wikileaks.
Por la libertad y la vida
a extrema derecha organizada rechaza cada vez más la política del diálogo y de la lucha pacífica. Mientras en Venezuela activa un andamiaje creado para desestabilizar el proceso bolivariano y conducir a un nuevo golpe de Estado, en nuestra América impone aceleradamente pautas autoritarias. En México, los jefes de Estado de la América del Norte se reúnen para consolidar el triunfo que han obtenido con la desnacionalización de nuestros recursos energéticos y escalar la articulación comercial, de inversiones y de seguridad, que consolide la integración total del área bajo el liderazgo de Estados Unidos y como palanca de la integración subordinada de América Latina.
irándose entre ellos. Oyéndose hasta en sus íntimas necedades. Departiendo con singular fruición en cuantas oportunidades tienen de frecuentarse, que son muchas y cotidianas. Mandándose recados, burlas, advertencias y amenazas a trasmano o utilizando sin gran sigilo las columnas periodísticas de manera impropia, la élite política mexicana no alcanza ni tampoco osa atisbar, menos aún analizar con detenimiento y apertura, los panoramas, las ideas y mensajes que provienen de los centros de poder mundial. Sus energías quedan agotadas casi en su totalidad en el reducido círculo de sus pasiones, ambiciones y pleitos para mantenerse en el escenario público. Sus prioridades se someten a los distintos niveles jerárquicos de sus interlocutores preferidos, sean éstos curas de renombre, sindicalistas eternizados, partidistas rivales, socios y, de manera especial, empresarios de categoría triple A. La expansión de sus intereses queda atada a negocios a la vera presupuestaria o dependientes de favores burocráticos atados con información privilegiada. Todo este trasteo palaciego lo cubren y protegen, con cínico sigilo, para ocultarlo del escrutinio ciudadano. La cortina de impunidad cae entonces como pesado cerrojo sobre esta anormalidad que llega, no pocas veces, a situaciones de franca ilegalidad. Los imperativos de acción quedan, también, condicionados por sus muchas complicidades, siempre tamizadas por la corrupción en gran o mediana escala.
errocar gobiernos democráticos, al menos en América Latina, requiere un elaborado plan donde se busca deslegitimar las políticas populares bajo el argumento de ser portadoras de odio social e ideologías ajenas a la idiosincrasia nacional, identificándolas con el marxismo, el comunismo o el socialismo. Dichas ideologías atentarían contra la propiedad privada, la paz, la familia cristiana, la religión católica o la libertad individual, poniendo el peligro la unidad de la patria. Los responsables de tal situación no son otros que los partidos de izquierda, al querer instaurar un orden totalitario cuyo propósito sería aniquilar la oposición y amordazar la prensa. Así se desarrolla el lenguaje de la desestabilización y se urde la trama del golpe de Estado. El postulado es maniqueo. La patria está secuestrada en manos de revolucionarios, sin principios ni moral. Es necesario acudir al rescate. De esta forma se llama a movilizarse, tomar la calle, protestar y rebelarse contra el gobierno. Invirtiendo las tornas, los conspiradores se apropian del discurso democrático y comienzan a practicar la violencia callejera, la descalificación política y la provocación. Buscan tensar la cuerda y obligar al gobierno a tomar decisiones que puedan presentarse ante la opinión pública como parte de la intolerancia y la negativa al dialogo. Buscan cabezas de turco caídas en defensa de la libertad, víctimas de las hordas chavistas
. Hay que provocar, convocar manifestaciones no autorizadas, hacer declaraciones desconociendo el poder legítimo, practicar el sabotaje, asaltar locales públicos, bloquear calles, paralizar el transporte, poner bombas en centros neurálgicos, etcétera.
inco meses atrás, los golpistas aparecieron en Bolivia. Tres meses después, en Argentina. Y en días pasados cargaron sobre Venezuela, país estratégico de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) y yugular energética de Cuba. En cambio, los de la llamada Alianza del Pacífico gozan de mayor estabilidad
: son neoliberales y pro imperialistas.
ara Desde la Fe todo se reduce a presiones de grupos rabiosamente antagónicos de la Iglesia [católica]
. A esta conclusión llega el semanario oficioso de la arquidiócesis de México, publicación que hace eco de las posiciones del arzobispo Norberto Rivera Carrera, respecto del contundente informe del Comité de Protección de los Derechos de los Niños de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
l capitalismo se nutre de empleo asalariado y declara su guerra sin cuartel a las formas de vida que no le están sometidas. Cualquier figura existencial que no esté sometida a las necesidades de valorización del capital es un espacio que debe ser conquistado. El capital nunca ha respetado la noción de formas de vida como un modo alternativo de existencia y desarrollo. Para el capitalismo, cualquier forma de vida no es más que un espacio de rentabilidad y debe ser primero conquistada y después sometida al proceso de valorización (o, si se prefiere, a un proceso de explotación).