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Germaine Gómez Haro
Arte cubano en el Museo Cuevas
Los estrechos y entrañables vínculos histórico-culturales entre México y Cuba datan desde los albores de la época colonial, cuando la Isla dependía política y económicamente del Virreinato de la Nueva España. En el terreno específico de las artes plásticas, las relaciones se afianzaron aún más a partir de la Independencia y a lo largo de todo el siglo XX con el intercambio de ideas y propuestas de los creadores que buscaban la renovación estética mediante los proyectos de modernidad y de identidad nacional. La presencia de artistas cubanos en México fue altamente significativa en nuestro ámbito cultural a partir de los años ochenta, cuando se logra romper el aislamiento y las políticas culturales se flexibilizan en ese país. Como lo relata Claudia Gómez Haro en su exhaustiva tesis doctoral (La renovación plástica en Cuba:1980-2000 y su injerencia en el medio artístico mexicano, unam, 2004) México se convierte en un "espacio conciliatorio" de encuentros entre artistas cubanos del exilio y artistas que trabajaban fuera, pero mantenían vínculos con la Isla, en interacción con los creadores mexicanos que propiciaron el diálogo y el intercambio, dando lugar a una red de influencias profundamente enriquecedoras en ambos sentidos. Escribe Claudia Gómez Haro que "el reencuentro, la búsqueda de la identidad, la experiencia de traumas y triunfos de una historia común fue desenredada en tierra mexicana". Desde entonces existe una fecunda complicidad que ha quedado patente en las numerosas exposiciones de plástica cubana que se han organizado en nuestro país y en la participación de nuestros artistas en las importantes Bienales de La Habana.
Actualmente se presenta en el Museo José Luis Cuevas la exhibición Confluencias Inside. Arte cubano contemporáneo, integrada por veintiséis creadores de tres generaciones que representan las muy distintas vertientes pictóricas que confluyen en la Isla. Entre ellos, se encuentran solamente dos fotógrafos –Aimée García y Alain Pino– quienes trabajan magistralmente la manipulación digital, y Luis Gómez, cuyo video, que retoma algunas de las célebres escenas de Metrópolis, de Fritz Lang, resulta un tanto confuso. Pedro Pablo Oliva y Manuel Mendive presentan esculturas que complementan sus obras pictóricas.
Lo primero que llama la atención en los creadores de la Isla es la indiscutible formación académica que destaca siempre en sus trabajos. En estas épocas en las que, lamentablemente, en muchos casos los jóvenes desdeñan el aprendizaje y la práctica del dibujo y de las técnicas tradicionales, en los artistas cubanos sobresalen estos valores sin importar los medios, soportes o conceptos utilizados. Así, resalta la calidad del dibujo en las obras de artistas tan diversos como Roberto Fabelo, extraordinario fabulador de inquietantes realidades; Agustín Bejarano, poeta de la soledad y la deshumanización, Alexis Leyva (Kcho), mejor conocido por sus controvertidas instalaciones; el hiperrealista de lo cotidiano, Arturo Montoto; y una pléyade de nombres conocidos como Belkis Ayón, Eduardo Ponjuán, José Ángel Toirac, Lester Campa, Los Carpinteros, Zaida del Río, Nelson Domínguez y Santiago Rodríguez Olazábal.
El kitsch y la presencia de lo afrocubano son también una constante en el arte cubano. Quizás el artista más representativo de un arte vinculado con los mitos de las religiones heredadas de los ancestros africanos sea el célebre Manuel Mendive, babalao iniciado en la Santería y el Palo Monte, quien ha creado un fantástico universo personal en el que confluyen los orishás de la religión yoruba y personajes provenientes del imaginario popular del trópico antillano. Eduardo Roca, mejor conocido como "Choco", ha desarrollado un repertorio de referencias etnoculturales afroantillanas, plasmadas en sus magníficas colagrafías que expresan con vehemencia sus raíces negras. Belkis Ayón, quien fuera miembro de la Sociedad Secreta Abakuá y cuya misteriosa muerte asociada a las oscuras prácticas de esta secta aún no ha sido aclarada, realiza unas impresionantes obras gráficas dotadas de un refinamiento dibujístico y una imaginación desbordada.
Como se puede apreciar en esta muestra, los artistas cubanos se caracterizan por la versatilidad de sus discursos y por su capacidad de argumentar filosófica, semiótica e ideológicamente sus trabajos. En buena medida se trata de un arte con implicaciones políticas, en el que los autores plasman a la vez sus preocupaciones filosóficas y sus dilemas morales y éticos en obras que sacuden al espectador por su fuerza expresiva y su alto valor estético.
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