Portada
Presentación
Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
La mordedura de Dios
RICARDO VENEGAS
Encuentro con Yi Munyol
LEANDRO ARELLANO
Cuando París tuvo su diosa de ébano
ALEJANDRO MICHELENA
A cincuenta años de la publicación de Balún Canán
GERARDO BUSTAMANTE BERMÚDEZ
Leer
Columnas:
Mujeres Insumisas
ANGÉLICA ABELLEYRA
Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA
Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA
Cinexcusas
LUIS TOVAR
La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA
Cabezalcubo
JORGE MOCH
Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO
A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR
Directorio
Núm. anteriores
[email protected]
|
|
La intimidad de la orquesta
El ensayo es la intimidad de la orquesta. Es el espacio-momento en el que, a base de constancia, paciencia e inteligencia, se construyen los cimientos de un concierto futuro. El ensayo es la arqueología mediante la cual se desempolva al templo etéreo de la música, siempre para nuevos feligreses. Porque no hay recital sin fieles que se encuentren frente a frente con los músicos. Una ejecución sin público sigue siendo una prueba, la antesala de lo que será –idealmente– la mejor interpretación de una obra por un conjunto musical específico, en un tiempo específico.
Constituido por errores y más tarde por aciertos, el ensayo es la arcilla con la que trabajan los directores. Ahí está un grupo de músicos, ahí una partitura. El lenguaje escrito es común. Todos lo entienden. También el contexto histórico en el que fue compuesta la sustancia (¿medieval, renacentista, barroca?). Sin embargo, el conductor está ahí para timonear ese difícil barco en particular, y para interpretar esos mapas-portulanos llenos de moscas trepadas en alambres, según los dictados de su sabiduría. Porque una vez iniciado el ensayo termina la escuela y comienza la vida. Porque sólo uno puede decidir la velocidad exacta, el cansancio o el vigor de una melodía, el color de los metales, la vibración de las maderas.
Zubin Mehta |
Es así que todos los miembros de una orquesta deben converger en esa visión para formar un solo aeroplano. A ese nivel poco importan las simpatías entre cuarenta, cincuenta o más instrumentistas; cualquier egocentrismo, disputa o amorío frustrado se diluye en la conquista de lo que la batuta principal desea. No hay espacio para ingenuidades propias al deseo aventurero del rock, a la sofisticada improvisación del jazz o el blues, ni a la raíz social de conjuntos étnicos, tradicionales o populares. No hay una prefiguración de la unidad. Cada cabeza ha de recrearse en la subjetiva soledad para luego insertarse en la comunidad del sonido.
Y es que en una orquesta se llega a las profundidades del pensamiento de un artista deshebrando y analizando su proceder composicional, sí, pero sobre todo gracias a la comprensión cabal y minuciosa de los recursos técnicos, del contexto histórico y de los términos de preparación del cocinero en turno, es decir, del director. Una sinfonía, por ejemplo, no es producto de una ráfaga de espontaneidad, sino de un paso lento en el que se toma la intuición y la víscera para luego llevarlas a las alturas. Primer ejemplo y pretexto para esta nota es el programa televisivo que de vez en cuando presenta el canal estadunidense A&E Mundo: In Rehearsal, una serie de documentales a la venta en dvd (Amazon.com) en los que se penetra en la intimidad del ensayo para entender la elevación de una obra como, en el caso de este programa, Till Eulenspiegels Merry Pranks, de Richard Strauss, autor no interpretado por la Orquesta Filarmónica de Israel sino hasta el año de 1996, cuando finalmente se le perdona su "relación" con el régimen nazi y se llama al gran Zubin Mehta para conducir (juntos pisaron Bellas Artes en México, por cierto). Así, el recorrido íntimo de cámaras y micrófonos se vuelve un deleite, pues Mehta ha de enseñarle a grandes ejecutantes la mejor manera de abordar esta historia en la que un personaje pícaro y bribón juega, se esconde, para finalmente ser apresado y ejecutado. Los comentarios y sarcasmos del director, los enojos y respuestas de los músicos, todo devela la poética tras bambalinas que supone la presentación de una magna obra.
El segundo pretexto para estas líneas y tal vez el más importante, es el de recordar que hay muchas orquestas en México que, humildemente (porque no es nada fácil mostrarse al desnudo), abren las puertas de sus ensayos al público interesado en conocer las entrañas de una obra. La ofunam, para quienes viven en el df, abrirá el suyo el próximo sábado 26 de mayo a las 10 de la mañana, en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario, teniendo como director a John DeMain y como solista al piano a Jorge Federico Osorio, ambos abocados al Ricercare de la Ofrenda musical, de Bach-Webern, Sinfonía 103, Redoble de timbal, de Haydn y Primer concierto para piano, de Tchaikovsky. Juzgue el lector si vale la pena ir para conocer los rasgos de un concierto por nacer.
|