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Crítica y sentido común
LEO MENDOZA
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Kurt Vonnegut,
Un hombre sin patria,
Planeta,
Barcelona, España, 2006. |
"Te digo la verdad. Nosotros estamos en la tierra para tirarnos pedos y no dejes que nadie te diga lo contrario." Este el tipo de frases le encantan a Kurt Vonnegut y, por supuesto, a sus lectores, aunque que tal gusto no es compartido por los muy serios ycircunspectos miembrosde la Academia Sueca que, por esto, sospecho, convirtieron al escritor en un candidato semi perpetuo al galardón, aunque de antemano sabían que nunca se le otorgaría –aunque, bueno, la verdad a estas alturas todo puede suceder– y menos ahora que el autor de Matadero 5ha llegado a la más que respetable edad de ochenta y cuatro años y continúa siendo socialista, humanista y, sobre todo,divertido (un pecado en el que muy pocos caen).
Encasillado durante muchos años como escritor de ciencia ficción –pues, asegura, escribía sobre tecnología "y la mayoría de los escritores estadunidenses no saben nada sobre tecnología"–, Vonnegut no sólo nos ha maravillado con el juego de los espejos de su narrativa –como ocurre en Desayuno de campeones– sino que también, siguiendo las enseñanzas de Twain, ha hecho, con mordacidad, ironía y sentido del humor, una feroz crítica de la sociedad en la que ha vivido.
Kurt Vonnegut |
Presidente de los humanistas gringos, Vonnegut (quien se graduó como químico, lucho en la segunda guerra mundial y fue testigo de la destrucción de Dresde, y posteriormente estudió antropología) ha mantenido siempre dudas en torno al rol de su país en el mundo, y no duda en señalar que quienes hoy gobiernan su nación son personalidades sicópatas, carentes de conciencia y de sentido de la compasión. Esto es lo que dice en su último libro, una recopilación de pequeños ensayos y anotaciones que tuvo que publicarse, por lo menos en Estados Unidos, en ediciónde autor: Un hombre sin patria, aunque algunos de los textos ya habían aparecido en la revista In These Times.
En el libro, Vonnegut da rienda suelta a sus reflexiones en torno al momento actual y, sobre todo, cuenta cómo se ha ido destruyendo el Estados Unidos en que creyó, aun cuando algunos hechos le permiten creer que todavía hay esperanzas: como la lucha de los bibliotecarios por evitar que se expurgasen las colecciones y se eliminaran aquellos libros considerados "subversivos", o al quemar sus registros antes que permitirle a la nueva "policía del pensamiento" investigar quiénes habían consultados estos peligrosísimos textos.
Pero más allá de su feroz crítica política, basada sobre todo en el sentido común,Vonnegut encuentra en el arte muchos de esos elementos que aún pueden dar un resquicio de esperanza. Uno de éstos es la música y, en su caso particular, el jazz. Pero también la pintura y la escritura. De alguna manera, Un hombre sin patria puede verse como el testamento de un escritor que ha sabido hacer del humor una de sus mejores armas: "A lo único que he aspirado es a proporcionar a los demás el alivio de la risa. El humor puede ser un alivio, como una aspirina", señala.
En estas breves y magníficas reflexiones, matizadas con la socarronería típica del autor de Hocus pocus, Pájaro de celday La pianola, Vonnegut habla, con la franqueza que lo caracteriza, de casi todo: del placer de salir a la calle, platicar con la gente y enviar por correo sus textos para que sean pasados en limpio por una secretaria; de la cobardía de la prensa, especialmente de la estadunidense; de la familia y de la pérdida del sentido del clan; del arte de vender coches suecos –lo que por lo visto lo distanció de los académicos–; del sentido del humor, de una novela en la que lleva trabajando cinco años, de la admiración que siente por los viejos socialistas cuya inspiración era el Sermón de la Montaña y el desprecio que le provocan los actuales gobernantes de Estados Unidos.
Vonnegut es uno de los últimos representantes de una larga estirpe de escritores satíricos en lengua inglesa que se inicia quizá con el deán Swift y Samuel Butler y tiene a una de sus mayores cumbres en Mark Twain. Lo curioso es que el astuto mercadólogo encargado de la cuarta de forros –el arte de hacer solapas parece uno más de los oficios perdidos irremediablemente– nos dice que en este libro el autor "recupera el género de crítica que popularizó Michael Moore, pero lo lleva a un nuevo nivel". ¡Por favor! ¿Podría encontrarse mayor ignorancia?
El pergeñador de este sinsentido, al leer la mención que Vonnegut hace de Michael Moore, no encontró mejor gancho de ventas que equiparar al gordo cineasta –excelente por cierto en lo que hace– con el autor de Matadero 5 y, lo que es peor, augura que esa crítica –que tiene algunos añitos de existencia en la literatura anglosajona– llega, con este libro, a un nuevo nivel (lo que sea que eso signifique). Esta afirmación merece que los fantasmas del señor Swift yel señor Clemens, como si se tratase de un cuento de Dickens, molesten al redactor de la solapa y al mismísimo editor del libro que dejó pasar por alto tal burrada. Quizá de esa forma algo de su pecado sea redimido.
Afortunadamente, en el balance pesan más estas opiniones –"contundentes"– de uno de los últimos rebeldes que la afirmación de que Michael Moore popularizó este tipo de crítica.
Dominación por la palabra
JAVIER BUENROSTRO
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Louis-Jean Calvet,
Lingüística y colonialismo. Breve tratado de glotofagia,
Traducción de Luciano Padilla,
Buenos Aires, 2005.
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Regularmente el fenómeno del colonialismo es abordado desde perspectivas económicas o políticas y suele prestarse menos atención a las formas culturales de dominación como el lenguaje, pero para Louis-Jean Calvet cada sociedad tiene la lingüística de sus relaciones de producción. El proceso colonial en su parte lingüística tuvo una enorme importancia. Todo empieza al asignar nombres a lo "desconocido". A lo ajeno se le adjudica la identidad que se quiera o que se convenga, por ejemplo a los esclavos se les obligaba a llevar el nombre de sus propietarios; el derecho a dar nombre es la vertiente lingüística del derecho de posesión. Lo mismo en los hombres que en las tierras.
Una vez asentados en las tierras de las que tomaron posesión, los colonizadores comenzaron con la glotofagia, con el devorar las lenguas nativas. La diferenciación lingüística representa una diferenciación social. Al principio sólo la aristocracia local poseía la lengua socialmente dominante, posteriormente se fue extendiendo a los trabajadores domésticos y a los que vivían alrededor de los principales asentamientos coloniales. La primera diferenciación lingüística es en las clases sociales y la segunda es entre el campo y la ciudad. Hoy en día se puede ver eso con claridad en un país como México.
La imposición de la lengua dominante de una minoría a una mayoría que suele hablar una lengua dominada se ejemplifica en los asuntos administrativos. ¿Cómo se pueden defender los indígenas en México si las leyes están en español solamente? El caso del Sureste de Asia (India, Pakistán, Bangladesh) asombra más. Según los datos de Carlos Prieto (Cinco mil años de palabras, fce, 2005) hay 400 millones de personas que hablan hindi, 206 bengalí, 105 punjabi, 78 telegu, 74 maratí, 68 tamil y 64 urdu, además de otras lenguas. Siete de las veinte lenguas más habladas del mundo se encuentran en esta región; casi mil millones de personas y muchos trámites burocráticos, legales o incluso la educación se realizan en inglés, un idioma desconocido por la mayoría, pero que se ha mantenido como la lengua de las élites desde la etapa colonialista y hasta el día de hoy.
El proyecto colonialista está lleno de ejemplos de genocidio, pero el otricidio, la asimilación de los otros a la cultura occidental donde la lengua ocupa un lugar privilegiado, juega un papel de igual importancia. Los imperios son monolingües e imponen la suya a los dominados, por lo que el libro de Louis-Jean Calvet está dotado en su primera parte de abundantes ejemplos que abarcan todo la geografía del globo terráqueo y una cronología que llega hasta el inicio de los años setenta con los movimientos de liberación nacional en África. La segunda parte destaca por estudios específicos, como el colonialismo lingüístico en Francia, la situación de la lengua inglesa durante el siglo xiv o el papel del francés en África.
Para chilangos y más
SUSANA CORCUERA
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Paco Ignacio Taibo II,
Olga Forever,
Ediciones B,
México, 2006. |
A mediados de los ochenta, la periodista Olga Lavanderos decide investigar por cuenta propia el asesinato de cinco personas. Las versiones que se superponen unas a otras hablan de misas negras, secuestros, extorsiones y tráfico de drogas. En una situación que hace pensar en Paul Auster, Olga pasa de observadora a observada y de investigadora a posible víctima. Su única arma es una absoluta falta de escrúpulos. A bordo de una motocicleta que avanza a paso de tortuga entre las caóticas calles de una ciudad donde impera la ley del más corrupto, con un salario deplorable y una relación amorosa fallida, para alcanzar su objetivo, Olga no duda en echar mano de sobornos o chantajes. Su lenguaje y su cultura se funden con el entorno; su forma de actuar es la de una joven que no podría existir más que en la peculiar idiosincrasia de Ciudad de México en los años ochenta.
Cuando, después de grandes peripecias, logra desenmarañar la intriga y pensamos que la novela llega a su fin, Paco Ignacio Taibo II vuelve a atraparnos con personajes aún más atractivos que los anteriores para contarnos otra aventura policíaca. En esta segunda parte entra en escena el abuelo que un día salió a comprar café y se tardó años en regresar, un viejo malhablado y borracho que pasa sin tregua de la realidad a la ficción. Mientras la nieta investiga el crimen de unos muertos con las manos pintadas de verde y en sus ratos libres intenta escribir una novela con la voz de un hombre veinte años mayor que ella, el abuelo que parece dedicarse a la juerga resulta ser una pieza clave en la resolución del multihomicidio. Así, abuelo y nieta terminan aliándose en una aventura de la que salen vivos de milagro. Es en la relación con el anciano y con su sobrino de cuatro años, un niño de lenguaje irresistible, donde Olga, que al describir a su generación dice: "A fuerza de presumir de duros, nos habíamos vuelto cínicos y a escondidas tristes", deja que se asome su calidez. Aunque en ningún momento pierde la rudeza y la ironía que la caracterizan, con ellos es tan vulnerable como cualquiera. La protagonista tiene la voz desparpajada de una joven acostumbrada a vivir en una ciudad que devora, un sentido del humor mordaz, es arisca, inescrupulosa... y adorable.
Lo dice el autor en la introducción de su libro: Olga forever fue escrita para quienes conocen a fondo el df. No hay censura ni en los modismos ni en las palabras que sólo entienden los chilangos. ¿Entonces por qué, corriendo el riesgo de contradecir al autor, sabemos que se trata de una obra universal? Porque, si bien es cierto que los lectores ajenos a nuestra ciudad quizá se pierdan de una parte del ingenio de la novela, el libro es una inteligente muestra de la naturaleza humana, con su lado más brillante y más oscuro. De nuevo, el creador del neopolicíaco en América Latina supera las expectativas de sus lectores.
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Morir para ganar. Las estrategias del terrorismo suicida,
Robert A. Pape,
Paidós,
col. Historia Contemporánea núm. 38, 2006. |
La lógica estratégica, la lógica social y la lógica individual del terrorismo suicida, capítulos de este ensayo, aportan una visión amplia e inclusiva sobre uno de los temas más recurrentes de nuestros tiempos.
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Memorias. Olga Harmony,
David Olguín,
Ediciones EL Milagro/Conaculta, 2006. |
Autora de varios volúmenes sobre teatro, Olga Harmony, columnista de La Jornada desde su fundación, ha sido merecedora de diversos reconocimientos y es una de las voces de la crítica teatral más reconocidas no sólo en México. Aquí conversa con David Olguín, otro hombre de teatro.
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Caza de viento,
Eduardo Mendoza,
UABJO, 2006. |
Con este libro, su autor obtuvo el primer lugar del IV Premio Latinoamericano de Poesía y Cuento "Benemérito de las Américas", convocado por la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca y el Gobierno de ese estado.
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Los Bracho.
Tres generaciones de cine mexicano,
Jesús Ibarra,
UNAM, 2006. |
Dentro de la colección Miradas en la oscuridad aparece este volumen, que compendia y sistematiza la información en torno a una familia insoslayable en la historia del cine nacional. Julio, Jesús, Diana y otro Julio, los Bracho bien conocidos por el cinéfilo, más Andrea Palma.
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La sombra de lo que va a suceder.
Guillermo Ceniceros,
José Ángel Leyva,
Praxis/ICED, 2006.
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Con un poema de obertura y cinco textos distribuidos a manera de "salas", Leyva conduce al lector-espectador por los espacios de la pintura y los grabados del artista plástico duranguense Guillermo Ceniceros, en esta antología de imágenes producidas entre 1992 y 2005.
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Juárez y la Reforma.
México, 1806-1906-2006,
Andrés Molina Enríquez,
Salsipuedes Ediciones, 2006. |
Con motivo del bicentenario del natalicio de Benito Juárez, que tuvo lugar el año pasado, se reeditó éste que es uno de los libros fundamentales para comprender tanto el legado juarista como el pensamiento de la Reforma en México.
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