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LO QUE HAY QUE VER
No es frecuente, pero hay ocasiones en las que da gusto equivocarse: con pruebas en la mano, Ana Cruz Navarro, directora de Difusión y Programación de la Cineteca Nacional, obliga a corregir lo que hace poco se afirmó en este espacio, en el sentido de que llegó a suceder, en un momento dado, que ningún cine de Ciudad de México tuviera programadas producciones nacionales, pues la Cineteca no ha fallado a su propósito de mantener, en al menos una de sus salas, la exhibición de filmes mexicanos.
En otras palabras, la sangre sí llegó al río, pero sólo al de la cartelera comercial, misma que salió de su frecuente ayuno desde que comenzó a exhibirse, con fortuna más bien triste desde la perspectiva de la taquilla, la ya anteriormente mencionada Historias del desencanto, cinta que a la hora de escribir estos párrafos languidece con dos copias en sendas salas, en claro preámbulo del mutis al que con toda seguridad se le obligará antes de que llegue el fin de semana.
EL FUTURISMO ENVEJECIDO
En conferencia de prensa inmediatamente posterior a su primera exhibición pública --que tuvo lugar en 2005, dentro de sección en competencia de la vigésima edición del Festival de Cine de Guadalajara--, Alejandro Valle, director del filme, explicó que se trataba de un proyecto más que añejo, pues desde su concepción primera y hasta que fuera ejecutado bajo un formato cinematográfico, podían contarse unos diez años. La aclaración es pertinente en virtud de que Historias del desencanto nació en 1996 como lo que el propio Valle definió bajo el nombre de proyecto interactivo, no sólo como una producción fílmica.
Si para emitir una opinión fuese obligatorio atenerse a los derroteros de forma y fondo que nuestro cine suele transitar, el resultado en pantalla bien puede calificarse como atípico. No suele hallarse uno frente a ejercicios de futurismo, alejados diametralmente del esquema dramático bajo el cual, y con variaciones mínimas, operan siempre comedias, tragicomedias, melodramas y demás géneros recurrentes del cine mexicano. Valle quiso situar su historia de personajes igualmente atípicos y desencantados en una especie de limbo, conseguido a fuerza de atmosferizar los escenarios de modo que parezcan viejos, contaminados, decadentes, opresivos
, y obtuvo eso precisamente. Idéntica sensación se tiene de los personajes: oscuros, incapaces de la sonrisa, apenas dialogantes, deambulan por su mundo oscuro victimizados por el desencanto al que alude el título. Acaso el hallazgo más destacable, tanto en el orden formal como en el tono de la cinta, sea la irrupción de un personaje-corazón, animado y provisto con una mezcla de ferocidad e ironía, que en un momento dado aparece para interactuar con los personajes, aunque luego vuelve a desaparecer.
EL DOCU DEL GÜERITO
Para que buen número de potenciales espectadores no se queden sin verlo por culpa del prejuicio y la desinformación, conviene aclarar un par de cosas que En el hoyo no es: no es propaganda política, elogio personal ni alegato arquitectónico justificatorio. Tampoco se habla en él a favor del ex jefe de Gobierno de Ciudad de México ni de autoridad alguna; es más, ni siquiera se les menciona. Su tema es, como bien se sabe, la construcción de los segundos pisos del Periférico de Ciudad de México, polémicos en su momento, muy usados actualmente, y sin lugar a dudas necesarios para mejorar la vialidad urbana, como lo sería cualquier otra obra de ésta naturaleza.
Fiel a su estilo documentalista, Juan Carlos Rulfo, director y cinefotógrafo, consiguió un mosaico de voces, personalidades, caracteres y fragmentos de microhistorias que, reunidos armónicamente, forman un todo deslumbrante. Cada uno de los trabajadores en la obra de los segundos pisos es, en sí mismo y de manera involuntaria, un representante de eso que damos en llamar "el México profundo". Rulfo se acercó, convivió y dialogó con ellos, y de ese proceso de asimilación surgió una imagen no distorsionada de la gente común, poderosa en su aparente simplicidad, capaz de hacer con sus manos una obra que los y nos trasciende, y que en una secuencia impactante, Rulfo presenta completa y magnífica.
De nuevo enhorabuena por la inclusión en cartelera comercial de un trabajo de primerísimo nivel, que por cierto ha recolectado numerosos premios alrededor del mundo. Ojalá que En el hoyo se convierta en la punta que abra paso a otros documentales también relevantes y bien hechos, que siguen esperando una oportunidad de ser exhibidos masivamente.
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