México D.F. Lunes 16 de agosto de 2004
Por su corto El mégano, Fulgencio
Batista lo mandó a la cárcel y el Che lo elogió
Exhibición regional, opción para AL de
recuperar inversión: Julio García
Manuel Barbachano, el mexicano que contribuyó
al desarrollo de la cinematografía cubana, señala El documental
refresca la ficción de las cintas influenciadas por Hollywood, expresa
JUAN JOSE OLIVARES
En
1955 en Cuba, en plena dictadura de Fulgencio Batista, el cineasta Julio
García Espinosa realizó el corto El mégano,
que trata sobre los campesinos del sur de La Habana, que sacaban carbón
del fondo de la tierra. El filme fue visto por la policía de Batista
y el realizador fue a prisión, pero el trabajo se convirtió
en el antecedente del cine cubano.
"Cuando triunfó la Revolución con gran entusiasmo
fui a ver al Che para mostrarle el corto; se lo proyecté
y cuando terminó me cuestionó: 'Pero, Batista se asustó
por esto y te metieron a la cárcel'. Fue impactante su comentario.
Luego nos ayudó mucho en las demás realizaciones", explicó
a La Jornada el director García Espinosa, guionista, ex presidente
del Festival de Cine Latinoamericano en La Habana y actual director de
la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños, en Cuba, sostenida
por el patronato que preside Gabriel García Márquez.
Julio García Espinosa es pionero de la cinematografía
cubana actual. Al triunfo de la Revolución se hizo jefe de la sección
de arte de la Dirección de Cultura del Ejército Rebelde (que
realizó los primeros documentales sobre la revuelta). Es autor de
más de 40 filmes, entre largometrajes, cortos, ficciones y documentales,
que han sido premiados en festivales internacionales.
De visita en México ("un país entrañable
para todos los cubanos"), García Espinosa comentó que la
primera producción de largometraje de ficción que se hizo
luego de la Revolución fue una coproducción con México.
"Puedo decir que un mexicano contribuyó al actual
cine cubano: Manuel Barbachano Ponce. El proyecto del largometraje en Cuba
baila se lo enseñé a Manolo y a Cesare Zavattini (maestro
del neorrealismo), quien fue llevado a Cuba por el mexicano. Era de cuatro
episodios con las distintas clases sociales, cada una con su respectiva
música. Zavattini me pidió que escogiera el episodio de la
clase media con elementos de las otras y que hiciera un largometraje. Para
entonces no se pudo realizar el proyecto, pero para el triunfo de la revolución
ese proyecto fue el que existía para empezar a hacer cine", explicó
el director.
Amigo de cineastas mexicanos como Paul Leduc, Arturo Ripstein,
Felipe Cazals y Jorge Fons, el cinerrealizador afirmó: "Hemos crecido
al compás de lo que llamamos nuevo cine latinoamericano, y lo hemos
hecho con el sentimiento de que somos el cine de una región, no
con el de un nacionalismo estrecho.
"Es práctico, porque es muy difícil que
cada uno de esos países recupere por sí sólo la inversión
de cada película. Es lógico pensar que en una región
que tiene el mismo idioma y cultura e historia similares, una exhibición
regional es la única posibilidad de recuperar la inversión;
En la diversidad se puede desarrollar la cultura; depende de que podamos
abrir nuestras pantallas para que otras naciones las abran a nuestra cinematografía".
-En qué situación está el cine latinoamericano?
-Desde los años 60 se ha acostumbrado a vivir de
crisis en crisis, por eso tiene sus altas y bajas, algunas veces México
está arriba, otras Argentina, Brasil, o Cuba. Creo que en estos
momentos se hace bastante buen cine, como en Argentina, eso se debe a que
han creado leyes de regulaciones para que su mercado sea flexible y se
tenga la posibilidad de encontrar espacios en él.
"No se trata de estar en contra de Hollywood; se trata
de que Hollywood no esté en contra de nosotros. Pero es difícil,
porque no hay una verdadera libertad de comercio y, por lo tanto, no es
posible garantizar a los públicos nuestros el derecho a elegir,
porque prácticamente queda una sola cinematografía."
El cineasta ha impartido seminarios y conferencias en
diversos países y es un incansable promotor del cine latinoamericano.
"La escuela que dirijo tiene el objetivo de hacer visible este continente,
porque un país sin imagen, no existe. No hay aspiración más
legítima que esa. En estos momentos en la escuela (que tiene alumnos
de todas partes de Latinoamérica) se hacen tres libros, uno sobre
cien cintas premiadas de países africanos, asiáticos y árabes,
pero que no se conocen; otro dedicado a las cien mejores de Latinoamérica,
y uno más a las cien mejores cintas experimentales. El propósito
es que se vea el potencial de cine que se está perdiendo la humanidad
por no tener garantizado un mercado libre, en el que haya espacio para
todos."
-¿Cómo ve a las nuevas generaciones de directores?
-La tienen más difícil que la generación
de los años 60. Se ha agudizado mucho en relación con la
expansión del cine estadunidense en el mundo entero. No sólo
Latinoamérica, sino también Europa es la misma situación.
Aunque actualmente hay síntomas de una nueva actitud de identidad
en América Latina, empieza a surgir de nuevo esa actitud.
Respecto de las limitantes de distribución, señaló:
"Se debe persistir. Lamentablemente la mayoría de los gobiernos
no entienden la importancia del cine como imagen de un país ni desde
el punto de vista económico, pues el buen cine favorece las exportaciones.
Los estadunidenses tienen control porque saben que la imagen de su país
está por todas partes".
El realizador abundó: "En cuanto a la producción,
actualmente es más fácil por las nuevas tecnologías.
Se reducen costos. No hay que pensar sólo en la necesidad individual,
sino que el cine es un arte industrial, y debemos defender ambos derechos.
A veces no sabemos de ese producto medio que sostiene a una industria.
Los estadunidenses se dieron cuenta de eso y han logrado un producto medio,
que les garantiza una base industrial, y aunque han deformado ese producto,
es una opción que debemos de estudiar".
-¿Siempre hubo libertad para los creadores en Cuba?
-Primero se luchó por la base industrial, la independencia
para hacer una producción. A partir de allí, en los años
60, filmamos todo lo que era el mundo en ese momento: el desplome del colonialismo,
la renovación del arte, del cine, la reactivación de las
minorías. La vanguardia política y la artística coincidieron,
y eso no se ha vuelto a dar.
-¿Cuál es la posición del documental?
-De refrescar un poco la ficción, porque ésta
depende de la influencia que tienen de las cintas de Hollywood; el documental
es más libre, se mueve dentro de coordenadas más amplias,
favorables a correr riesgos; me estimula que haya este renacer del documental.
Acerca del director Michael Moore dijo: "Lo conozco por
medio del programa que tenía en la televisión, y siempre
me ha entusiasmado sus potencialidades y su capacidad de improvisación.
Me seduce. Fahrenheit 9/11 es una muestra de ello".
Otros de los filmes del cinematografista son Tercer
mundo, tercera guerra mundial; El joven rebelde; Aventuras de Juan
Quin Quin; El plano; La sexta parte del mundo; Son... o no
son, Reina y rey, y Enredando sombras.
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