Corrida de triunfadores de la minitemporada en La Florecita
Por torerísimas faenas, Antonio Bricio obtuvo el trofeo en disputa
Israel Téllez también cortó oreja; Huerta falló con la espada; lleno a reventar
LEONARDO PAEZ
No obstante haber pechado con el lote menos propicio del bien presentado encierro de Rancho Seco, Antonio Bricio supo alzarse como triunfador del festejo y de la minitemporada en la plaza mexiquense de La Florecita, por hoy el coso más importante del país, dada la seriedad del ganado que allí se lidia.
Habrá que preguntarle a los empresarios Carlos Quintana y Dik Acha cuál es el secreto para ofrecer carteles con auténticos toros y alternantes poco conocidos que, sin embargo, resultan atractivos para el público.
Ayer abrió plaza Rebocero (540 kg), pobre de cara, al que Alberto Huerta, de blanco y plata, recetó templados lances en el centro del ruedo. Luego siguió lo que fue el baldón en este serial: estrellar sistemáticamente en el burladero a los astados, por la nefasta costumbre de muchos subalternos de bregar desde el callejón.
Tras dos varas, el torerismo individual volvió por sus fueros y Carmelo Sánchez dejó un gran par en todo lo alto, galleando con precisión al salir del mismo, luego de que el toro había zafado dos tablones del redondel.
Con el valor sereno y la solvencia técnica que lo caracterizan, Alberto Huerta logró series por ambos lados, resolviendo extraños y arreones de un astado que terminó manseando. Engolosinado, instrumentó meritorios derechazos en tablas, así como trincherillas y de la firma finales, pero olvidó que los toros piden su muerte, perdiendo la oreja que ya tenía ganada al escuchar dos avisos. Desencantado aún más que el torero, el público guardó indiferente silencio.
A su segundo, Toallero (480 kg), sin duda el más propicio para el lucimiento convencional, por obediente y repetidor, el hijo de Víctor y sobrino de Joselito lo recibió con comprometido farol a porta gayola, seguido de lances, revolera y tomasina, toda vez que Bricio y Téllez ya habían cortado oreja. Tras una vara, Felipe González fue ovacionado en el tercio por gallardo par.
Brindó Alberto a sus alternantes y cuajó una faena lucida e incluso bien estructurada, pero de tandas cortas, siendo que el toro, por su docilidad y recorrido, demandaba series de seis o más muletazos. Su incuestionable valor y solidez técnica carecen todavía de dos ingredientes: vender mejor las suertes y conectar más con el público. Así, lo que debieron ser dos orejas quedó en fuerte petición, tras pinchazo y tres cuartos.
Bricio, šqué torero!
El segundo espada fue Antonio Bricio, de gris perla y oro, que se las vio con Fundador (580 kg), al que instrumentó larga cambiada en tablas, verónicas hacia los medios y bello remate. Luego de una vara sin empujar, el ranchosequeño llegó con cierto recorrido a la muleta, lo que aprovechó Bricio para cuajar una sobria y templada faena derechista, embarcando y mandando muy bien la sosa embestida. Concluyó con ceñidas manoletinas, volcándose en certera estocada, lo que le valió la oreja.
Con el quinto, Gambusino (510), alto de agujas y codicioso, Bricio realizó una faena "para adultos", primero tragando en emocionantes verónicas y luego en un trasteo en el que la adultez de un toro que sabía usar los pitones se encontró con la adultez anímica de un torero que supo usar el corazón y la muleta, hasta conseguir tandas imposibles, imponiendo su voluntad a la aspereza de la res. Labor de tan altos vuelos tauromáquicos fue empañada con dos pinchazos hondos, pero el torerismo de Bricio ahí quedó para ver cuántos empresarios lo saben aprovechar.
Por cierto, a este encastado Gambusino Pablo Miramontes le colgó un no menos encastado par, alzando toreramente los brazos y recreándose en la suerte, por lo que fue ovacionado en el tercio. ƑPor qué costará tanto trabajo aceptar que el toro bravo es la única posibilidad de que este espectáculo repunte?
Por su parte Israel Téllez, de blanco y oro, estuvo empeñoso con Palomo (480), probón y distraído, pero cobró un estoconazo con tal verdad y emoción que el toro rodó sin puntilla, por lo que el público exigió merecida oreja. Y con Acólito (550), también deficientemente lidiado por la peonería, Téllez se estiró en sabrosas tandas con la diestra, exhibiendo sentimiento y conexión con el tendido.
Un automóvil último modelo se llevó Bricio, 20 mil pesos Téllez, diez mil Huerta y el reconocimiento unánime los empresarios de tan digno serial, que no debió concluir, por lo menos en lo que resta del año.