La revista Ventana interior dedica un número al tema ''Rieles, trenes y estaciones''
El ferrocarril y la cultura que generó son parte de las ''terribles pérdidas'' de México en el siglo XX
ANGEL VARGAS
El ferrocarril y la cultura que se generó en torno de ese medio de transporte son parte de las ''terribles pérdidas" sufridas por México en el siglo XX, sin que alguien parezca advertirlo todavía, sostiene el escritor Roberto Quevedo.
''Hablar del ferrocarril es hablar de la historia moderna del país, desde su llegada durante el gobierno de Juárez y su etapa cumbre en el porfiriato, hasta su paulatina decadencia en las décadas siguientes y su desaparición en 1999", agrega.
''Ahora su nombre remite sólo al pasado; su ruido y sus pitidos son cosa de la memoria, de la nostalgia por la pérdida de algo que quizá ya no recuperaremos. El gusto de tenerlo apenas nos duró poco más de un siglo."
Quevedo es editor, en Aguascalientes, de la revista Ventana interior, cuyo más reciente número, el vigésimo primero, está dedicado a la fascinante historia del ferrocarril en el país, con el título ''Rieles, trenes y estaciones''.
Patrimonio perdido
Publicada por el Fondo Regional para la Cultura y las Artes del Centro-Occidente, la revista incluye en esta entrega artículos académicos, crónicas, entrevistas y textos anecdóticos de autores de Querétaro, Michoacán, Aguascalientes, Colima, Jalisco, Nayarit y San Luis Potosí.
''El caballo de hierro" es visto y analizado como símbolo de pujanza económica y progreso durante el porfiriato, el vehículo en el que se gestó y desarrolló la Revolución y también como factor que influyó en la vida cotidiana y las costumbres de las poblaciones incluso más alejadas también en el trabajo de artistas como Diego Rivera, José Clemente Orozco, José María Velasco y David Alfaro Siqueiros.
Durante la presentación del número 21 de Ventana interior, anteayer en el contexto de la versión 32 de la Feria Metropolitana del Libro, Quevedo hizo un recuento histórico del ferrocarril en México.
Entre otros temas, recordó que en 1884 se tendió la primera vía en el país, que unió a las ciudades de México y Puebla. También resaltó la importancia que desde un principio tuvo Aguascalientes, donde existió el taller más grande de Latinoamérica y se construyó la primera máquina totalmente nacional, aunque por desgracia, agregó, ésta resultó obsoleta, pues era de vapor y la tecnología imperante era la de diesel.
Además, describió el papel del tren en la Revolución y la guerra cristera, de cómo fue devastado durante ese conflicto y cómo, salvo la época de Porfirio Díaz, los demás gobernantes lo descuidaron al extremo de que desde 1999, merced a las fallidas gestiones de venderlo que comenzaron en el sexenio de Salinas de Gortari, puede considerársele patrimonio perdido.