Gracias a las embarcaciones universitarias se han descubierto 200 nuevas especies
El buque de la UNAM El Puma, puntero en investigación oceánica
Por sus características únicas, instituciones extranjeras contratan sus servicios
KARINA AVILES ENVIADA
Puerto Vallarta, Jal. En sus 22 años de surcar los mares del Pacífico mexicano, el buque El Puma -al igual que su hermano gemelo, el Justo Sierra- ha representado un factor determinante en el impulso de la soberanía nacional oceanográfica, mediante centenares de proyectos científicos que permite desarrollar. Estos navíos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) son parteaguas en la investigación que sobre los mares se realiza en el país.
El capitán de El Puma, Pascual Barajas, considera que la embarcación podrá seguir trabajando unos 20 años, aunque indica que el promedio de vida de un barco es de 25 años. Por ello, Adolfo Gracia Gasca, director del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la UNAM, señala que ya se tendría que pensar en "sustituirlo o en adquirir otro".
El Puma y el Justo Sierra representan un parteaguas en la investigación oceanográfica nacional, por ser embarcaciones que cuentan con características "únicas" para realizar investigación marina en México. Incluso, el prototipo usado para construir los dos buques, que son iguales, ha sido utilizado para construir barcos idénticos a ellos, uno en Arabia y otro en Brasil.
Los buques de la UNAM desarrollan investigación en la zona económica exclusiva mexicana, con una extensión de 3 millones de kilómetros cuadrados, mayor a la superficie terrestre del país. Ambos han posibilitado la producción de más de 400 investigaciones que permiten conocer a profundidad los recursos potenciales de nuestros mares. Con los estudios realizados en ellos se han descubierto al menos 200 nuevas especies.
Además, permiten el monitoreo de los océanos -incluyendo la contaminación que se pueda verter en el medio ambiente- hasta perforaciones profundas en el subsuelo, por las que se conoce el cambio climático global.
La proyección de las dos embarcaciones rebasa las fronteras nacionales. Apenas hace unos meses, El Puma partió a Alaska contratado por una universidad canadiense para realizar un proyecto sobre fertilización de los mares.
El Puma tiene 22 años de vida activa y de hacer historia oceanográfica en el país. Fue construido en 1980 en Noruega con ideas y aportaciones de los científicos del ICMyL. Para llegar a nuestros mares navegó desde Noruega pasando por el Canal de Panamá. De 1981 a la fecha ha tenido la tarea de impulsar la soberanía oceanográfica, es decir, fomentar el conocimiento de nuestros mares para utilizar y preservar sus recursos.
En el buque azul y dorado, el capitán Pascual Barajas -quien tiene una década de estar al mando del timón- dice que El Puma tiene en su haber cientos de historias que contar, desde las llamadas de auxilio a las que ha acudido para ayudar a otras embarcaciones hasta sus largas travesías, como la que apenas hizo a Alaska.
Tiene capacidad para 36 personas -cinco tripulantes y 21 investigadores- y cuenta con cuatro laboratorios: de uso general, laboratorio húmedo, de biología y de recepción y preparación de muestras e instrumentos. Sobre sus cubiertas hay cuatro plataformas de operación destinadas al lanzamiento y recuperación de equipos oceanográficos y a operar distintos tipos de redes.
Las características que lo hacen único respecto de las embarcaciones de su tipo en México, tienen que ver con el sistema en sus laboratorios, pues tiene capacidad para conectar y desmontar cualquier clase de equipo.
En el laboratorio central, donde está la rosa de los vientos y el software para la navegación, Adolfo Gracia explica lo anterior así: "es como una mudanza. Uno llega con todas sus cosas aquí, las conectas y luego cuando te vas, las desconectas".
Otra de las características que hacen peculiar a El Puma es que tiene propulsores de prueba, los cuales le permiten tener una posición casi exacta, es decir, "casi no se mueve", explica el director del ICMyL. También cuenta con un pozo de instrumentos que permite a los investigadores introducir los equipos estando a bordo, sin tener que bucear para conectarlos.
La tarea de este busque, que puede navegar hasta 30 días sin necesidad de tocar puerto para abastecerse de víveres o combustible, no es fácil y tampoco barata. Gracia Gasca precisa que El Puma y el Justo Sierra representan una inversión en mantenimiento de 30 millones de pesos anuales.
Si alguno de ellos es rentado por alguna institución, el servicio cuesta 9 mil dólares diarios. El Puma está asegurado por más de 5 millones de dólares.
Dadas sus características, es rentado por varias instituciones del país y el extranjero, principalmente universidades de Estados Unidos y Canadá. Con una larga vida de trabajo, El Puma ha realizado hasta el momento 143 campañas oceanográficas, con 2 mil 62 días navegados.