Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 27 de enero de 2003
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Política

Jorge Santibáñez Romellón*

Sugerencias para el canciller

Ya se anunciaron los primeros cambios en la Secretaría de Relaciones Exteriores. El nuevo secretario se rodea de colaboradores que conoce bien y eso es correcto: necesita un equipo de trabajo. Una de las áreas que ha sido y será, según se anuncia, objeto de mayores cambios, aunque por el momento solamente se trata de personas, es lo que podríamos llamar el área de Norteamérica, es decir, la subsecretaría correspondiente, sus direcciones generales, la embajada en Washington y aparentemente los principales consulados.

Aunque es normal y hasta deseable que el canciller conforme lo que será su equipo de trabajo, preocupa que en virtud de los antecedentes del doctor Derbez, sus relaciones profesionales son sobre todo del área económica o comercial; en consecuencia, no debe sorprendernos que las personas que hayan sido llamadas a colaborar con él, con excelente currícula, sean precisamente de esas áreas. Así las cosas, en ese campo seguramente tendremos resultados muy positivos y se resolverá un viejo litigio entre las secretarías de Economía y Relaciones Exteriores en torno a quién debe llevar las relaciones económicas y comerciales con el exterior, que confrontó hace tiempo a Jorge G. Castañeda con Luis Ernesto Derbez.

Sin embargo, más allá de las declaraciones que se harán cada vez que se encuentren Colin Powell y Ernesto Derbez, en el sentido de que el tema es de "alta prioridad" y que el acuerdo migratorio "no ha salido de la agenda", no veo cómo se retomará dicho tema.

También se ha dicho que el manejo de los asuntos propios de la cancillería no depende de las personas, sino de la agenda que establezca el Presidente y que ésa no variará. Eso es parcialmente cierto y todos sabemos que hay matices y hasta reorientaciones que dependen del titular de una secretaría y no se ve cómo ni quién del equipo cercano del canciller impulsará el tema que al menos para el presidente Fox es prioritario y que será de gran importancia para las elecciones de 2006.

Los paisanos, a diferencia quizá de lo que ocurre en México, no van a olvidar tan fácilmente las promesas de campaña del presidente Fox y evaluarán lo ganado entre 2000 y 2006 para manifestarse en torno a la elección presidencial que habrá ese año.

En estas condiciones, sin otro interés más que el de hacer una aportación al canciller, que repercuta positivamente en la vida de los mexicanos en Estados Unidos, me atrevo a formular algunas sugerencias de cómo retomar el tema migratorio.

La primera de estas sugerencias es olvidarse y no hablar, o hacerlo lo menos posible, del acuerdo migratorio. Por un lado resulta claro, como oportunamente dijimos, que ese acuerdo está fuera del horizonte de esta administración federal, y por otro, al menos oficialmente, el "fracaso" en ese renglón fue una de las razones que Castañeda esgrimió como fundamento de su salida.

La segunda sugerencia es que no se olvide del tema, ello tendría costos políticos altísimos para su jefe. La tercera y última es que diseñe un programa de lo que algunos llaman en mal español el empoderamiento de los migrantes.

Como ya se ha dicho hasta el cansancio, el desplazamiento migratorio ocurre en un escenario de asimetría de poder entre el migrante y el resto de los actores del proceso. De hecho, esta asimetría aumenta en la medida en que transcurre dicho desplazamiento y alcanza su máximo cuando el migrante está en Estados Unidos, muchas veces sin acceso prácticamente a ningún servicio, en total desprotección frente al patrón, sin acceso a los servicios bancarios que le permitan enviar dinero a sus familiares.

El llamado empoderamiento consistiría en disminuir esos espacios de asimetría y en el ámbito de competencia de la Secretaría de Relaciones Exteriores sería hacerlo en Estados Unidos, de tal forma que los consulados mejoren la calidad y eficiencia de los servicios que ofrecen, que se acerquen a sus comunidades y que les ayuden a resolver sus problemas, lograr que la matrícula consular sea reconocida, orientar sobre los servicios médicos, de salud, de asistencia social a los que se tiene derecho, incluso en aquellos casos en los que la presencia en Estados Unidos es indocumentada, reaccionar inmediata y vehementemente ante cualquier abuso, recurriendo al apoyo y colaboración que puedan brindar los organismos existentes que representan a dichos migrantes (de paso así se evita un eventual conflicto entre gobiernos), distinguir regiones prioritarias en Estados Unidos como, por ejemplo, la frontera (no hay que olvidar que 12 de los 23 millones de mexicanos en Estados Unidos viven a menos de dos horas de la frontera con México). Es justo reconocer que algunos consulados ya lo hacen, pero también es necesario decir que lo hacen a pesar de la burocracia de Tlatelolco.

Que conste que son solamente sugerencias.

* Presidente de El Colegio de la Frontera Norte

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