Iván Restrepo
Más negocios a costa de la gente y la naturaleza
El municipio Solidaridad concedió recientemente el permiso que faltaba para construir un home port en el centro de diversiones de Xcaret, a 60 kilómetros de Cancún, lo que posibilitará el arribo y permanencia de gigantescos barcos convertidos en hoteles flotantes, que a veces alojan a miles de persona. En ellos los huéspedes tienen todo: comida, diversión y tiendas libres de impuestos.
Desde que se conoció la intención del poderoso grupo empresarial Xcaret de levantar esa terminal portuaria tuvo la oposición de hoteleros, comerciantes, restauranteros y prestadores de servicios turísticos, porque los barcos-hoteles les quitan clientela. Afirman que quienes adquieran paquetes (unos 800 mil al año) para visitar el Caribe mexicano en estos barcos casi no consumirán nada en tierra firme ni propiciarán la creación de empleos, agudizando los problemas de Cancún y la Riviera Maya, ya que en esta zona se levanta la infraestructura hotelera más importante del país, que es la que genera más divisas; sin embargo, los visitantes no gastan lo suficiente ni llegan en el número requerido mientras crecen la oferta hotelera, la pobreza entre sus antiguos habitantes, indígenas mayas, y los daños ambientales. Del turismo vive 80 por ciento de la población.
Los grupos ecologistas también se oponen a la construcción de este puerto, pues el arribo de cientos de esos enormes hoteles flotantes afectará aún más el ya amenazado arrecife coralino de la región, el segundo en importancia del mundo, después del de Australia. Además, usan el mar como basurero. Precisamente la naviera que forma parte de la sociedad para explotar este home port es Carnival, empresa que ha sido multada muchas veces con decenas de miles de dólares porque tira su basura en las aguas marinas.
Para reducir la oposición a la construcción del home port, el ayuntamiento de Solidaridad puso varias condiciones: el pago de 30 dólares por pasajero, que los beneficiarios del negocio inviertan 2 millones de dólares en obras de infraestructura pública y social, y que la mitad de los paquetes que venda Carnival incluya siete noches de estancia en hoteles de la Riviera Maya.
Los dueños de Xcaret aceptaron las condicionantes, no por altruistas, sino porque ganarán tanto dinero que pueden ceder migajas. En cambio, Carnival las rechazó. Estima que el proyecto ya no es viable, pues la inversión inicial (en estudios, relaciones públicas y aspectos legales) casi se duplicó y asciende a 70 millones de dólares. Su vicepresidente, Giora Israel, dijo que la empresa engloba 11 líneas de cruceros que llegan a 129 países y en ninguno "se había sentido tan insultada" por las autoridades y por los hoteleros de Cancún y la Riviera Maya.
Ocultó el señor Giora que los hoteles flotantes cuentan con más de 100 mil cuartos-cabina, lo que rebasa la capacidad hotelera de Cancún y la Riviera Maya, República Dominicana y Puerto Rico. A bordo disponen de más de 200 plazas comerciales libres de impuestos y cerca de 150 restaurantes. No pagan impuestos locales por arribar con sus miles de pasajeros y compiten deslealmente con la industria turística local. Son los modernos piratas marinos y cada vez se exige más a las autoridades regular su presencia en las costas del mundo.
Aunque los inversionistas del home port ya tienen respaldo oficial para construirlo, hay demandas contra las secretarías del Medio Ambiente y de Comunicaciones y Transportes porque las autorizaciones que dieron violan normas legales muy claras. También hay otra en la Comisión Federal de Competencia. Pero como muestra la historia reciente (no sólo en el caso de la invasión armada de Tv Azteca a la sede de Canal 40) la lentitud es virtud oficial cuando se trata de ayudar a los empresarios afines al régimen en turno, como al grupo Xcaret, el más influyente de Quintana Roo, que reina al amparo del gobierno estatal y el federal.
Xcaret posee un parque de diversiones, disfrazado de ecológico, que lleva ese nombre: Xel Ha y El Garrafón. Pronto abrirá otro en Chiapas, en el imponente Cañón del Sumidero. Ahí piensa cobrar 25 dólares la entrada, en vez de los 50 que cuesta visitar Xcaret. Aun así, es la quinta parte del salario mensual de un indígena de la región. En el gobierno del cambio, primero los negocios, luego la gente y la naturaleza.
Y ya que hablamos de tiburones de tierra firme en La Jornada Ecológica, que aparece hoy en Internet, un grupo de destacados especialistas aborda los problemas que enfrentan los tiburones de mar, que están a punto de la extinción, adivine a causa de quiénes.