Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 27 de enero de 2003
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Política
EL CAMPO ANTE EL TLCAN

Dañó a millones de personas el convenio; benefició a menos de mil, manifiestan

Urge renegociar el acuerdo para evitar mayor inestabilidad social: académicos

Los expertos de la Uach advirtieron desde 1992 sobre los efectos adversos del tratado

MARIA RIVERA

Los ganadores del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) no son más de mil personas, contra millones de perdedores. La afirmación de Rita Schwentesius Rindermann, directora del Centro de Investigaciones Económicas, Sociales y Tecnológicas de la Agroindustria y de la Agricultura Mundial (Ciestaam), de la Universidad Autónoma Chapingo (Uach), es contundente. Para dar cuenta del resultado del "experimento" -como se refiere al único acuerdo comercial del mundo firmado en las condiciones en que lo hizo México- ofrece cifras oficiales y de los productores.

"Desde que se puso en marcha el tratado, un millón 780 mil personas han abandonado el campo, según datos de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, y de ellos casi 600 mil eran productores de granos básicos. En un estado de tanta importancia estratégica como Chiapas, 140 mil hectáreas quedaron en el abandono, de acuerdo con investigadores de la entidad. Un millón 200 mil productores de frijol, 24 por ciento de los de papa y 40 por ciento de los porcicultores desaparecieron. Y en estos momentos hay gente en Tabasco y Veracruz liquidando sus ranchos ganaderos. Lo que tenemos enfrente es un grave problema para la paz social de México."

Los signos de inestabilidad, agrega, son cada vez más evidentes. "Los vemos a cada paso: tomas de carreteras y puentes, la huelga de hambre en el Angel de la Independencia, lo que pasó en el Congreso o en la CNC. El mismo Barzón, que parecía desdibujado, de nuevo está presente y abarca a sectores más allá del campo. Hay que recordar que no estamos en Estados Unidos o Alemania, donde los apoyos sociales son muy grandes. En México no existen. Lo que sí hay es mucha pobreza. No puede ser que desprestigien a quienes protestan diciendo que no son productores; cuando la gente sale a la calle lo hace por algo, y hay que escuchar y tener la sensibilidad para darle respuestas".

Mucho que perder, poco que ganar

En 1992 el Ciestaam publicó La agricultura mexicana frente al tratado trilateral de libre comercio, texto en el que se analizaba la competitividad agropecuaria de México frente a Estados Unidos y Canadá. El documento colectivo indicaba que los mexicanos tenían mucho que perder y poco que ganar con la firma, la puesta en marcha y el desarrollo de un tratado comercial con los vecinos del norte, por lo que recomendaba no negociar a partir de posiciones que pusieran en riesgo la producción interna de los principales alimentos, con el objetivo de evitar daños y una acentuación de la dependencia alimentaria, económica, tecnológica y política.

Argumentaban que la brecha tecnológica de México respecto a los países del norte (sobre todo en cosechas básicas, productos pecuarios y sector forestal), la inferior provisión de recursos naturales (tierra y factores climáticos), así como las diferencias en las políticas agropecuarias de fomento, caracterizadas en Estados Unidos y Canadá por la canalización de enormes apoyos y subsidios al sector primario, "generaría pérdidas netas devastadoras en el campo mexicano, haría inmanejables nuestras cuentas externas por las importaciones alimentarias y provocaría un éxodo rural de escalofriantes dimensiones".

En esas fechas, recuerda Schwentesius, salvo el sector social, el resto de los involucrados estuvo en contra de los resultados de la investigación. Una década después el texto es citado por empresarios horticultores y porcicultores como si se tratara de una profecía.

"Ha cambiado mucho la percepción de las cosas. Actualmente productores de Sinaloa que manejan miles de hectáreas me invitan a dar conferencias y me escuchan atentamente, y es que los afectados son millones y los beneficiados no son más de mil (agroindustriales de la cerveza y el tequila, productores y empacadores de hortalizas y frutas tropicales de exportación, importadores de carnes, granos, frutas e insumos)."

Presenta un documento realizado de manera conjunta con Manuel Angel Gómez Cruz, en el que se analiza el impacto del TLCAN en el sector agroalimentario a nueve años de su inicio.

De entrada, los investigadores destacan que los resultados han sido más dramáticos de lo previsto. "Este tratado ha ocasionado la transformación más drástica y profunda en la historia de la agricultura mexicana. El presente y el futuro de ésta ha sido trastocado. La opción de vida en el campo, para la mayoría de los productores, se ha puesto en duda".

En su evaluación apuntan que el presupuesto para el sector agropecuario y de pesca se redujo en números reales en el periodo de 1990 a 2002. De 75 mil 998 millones de pesos en 1994 a menos de 50 por ciento en 2001.

También señalan que el sector agroalimentario en su conjunto tiene una competitividad negativa en la región del TLCAN, y que si en 1993 el país compraba en el exterior 8.8 millones de toneladas de granos y oleaginosas, en 2002 la importación fue 2.3 veces superior, algo similar a lo que ocurre con carnes, frutas de clima templado, etcétera, lo que ha ocasionado el desplazamiento de los productores nacionales, aumentando el desempleo en el campo, además de provocar la destrucción de parte de la infraestructura física de la nación.

En otro apartado los expertos subrayan que en lo que va del tratado México ha erogado para compra de alimentos 78 mil millones de dólares, cifra superior a la deuda pública externa nacional, según el informe de gobierno de 2002 (menos de 74 mil millones de dólares). "Los datos indican que el país está perdiendo su soberanía alimentaria, por una mayor dependencia de las importaciones, generando una gran fuga de divisas".

La conclusión de los investigadores de la Uach es que no obstante que se suponía que el acuerdo comercial atraería mayor inversión extranjera, generaría más empleo y aumentaría la remuneración para los trabajadores del campo, la miseria se ha incrementado: en la actualidad 69.3 por ciento de la población rural es pobre, de acuerdo con datos de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso).

Además, quienes supuestamente se beneficiarían a partir de las importaciones, los consumidores, tampoco se han visto favorecidos, pues de 1994 a 2002 los precios de la canasta básica se elevaron 257 por ciento, mientras las tarifas al productor agropecuario subieron sólo 185 por ciento.

Lo anterior significa que las importaciones masivas presionaron más sobre los precios de los productos agropecuarios primarios que sobre las tarifas para los consumidores.

Pese a todo, los especialistas afirman que existen bases legales para la revisión del tratado, que ésta no es la historia sin fin y que la paz social del México rural, donde vive la cuarta parte de la población, así lo demanda. Indican que en el artículo 801 del mismo acuerdo, referente a las medidas para resarcir los daños ocasionados por las importaciones a una industria nacional, así como en el 89 y el 131 de la Constitución nacional -que establecen las facultades y obligaciones del Ejecutivo y de la Federación- hay elementos para hacerlo.

Tras este análisis Schwentesius apunta algunas perspectivas para los habitantes del campo mexicano a partir de este año, una vez que ha sido anulada la escasa protección arancelaria para los productos agropecuarios de importación, excepto maíz, frijol, leche en polvo y azúcar.

"No hay un efecto lineal, ni cabe imaginarse la situación como una bomba, porque el impacto empezó desde 1994. ¿Qué podemos esperar a partir de ahora? Aunque no sabemos el destino concreto de esos 1.78 millones de personas que abandonaron el campo, cabe suponer que a donde vayan crearán problemas. Pero hay algo más: no eran jornaleros, sino productores privados o ejidatarios, que contrataban trabajadores para sus parcelas e invertían en pequeñas obras de infraestructura. Por ejemplo, como la mayoría de los caminos mexicanos son tan malos, los productores los arreglaban. Y si todos los que hacían esto ya no están, ¿qué va pasar?

"Con el resto del sector agropecuario vamos a tener una tendencia similar a lo que ocurrió con la avicultura, en la que han quedado seis empresas en poder del mercado. Desde luego, subsisten empresas chiquitas a nivel regional, pero 40 por ciento del mercado de la carne de pollo y el huevo está en manos de Bachoco y compañías, en algunos casos con capital estadunidense. Y quienes antes eran avicultores ahora trabajan subcontratados o como peones. En la porcicultura ya se está presentando algo muy parecido."

Integración de capital estadunidense

Abunda: "También vemos cómo cada vez es más notoria la integración del capital de Estados Unidos. Ahora llega hasta el consumidor mexicano, por medio de los supermercados: Walmart es ciento por ciento capital estadunidense, y Comercial Mexicana y Gigante, aunque son de capital nacional, están asociados con mayoristas de aquel país.

"Por decir algo, Walmart tiene la política de ofrecer un día de la semana filete o chuletas con descuento en todas sus tiendas del país, pero como no hay ningún rastro en México capaz de surtir nada más que chuletas, llama a Estados Unidos, donde el mercado está dominado por tres gigantescos rastros, les hace su pedido y se lo surten sin problemas, pero además le dan créditos por varios meses. ¡Ninguna organización de productores mexicanos puede hacer nada ante esas demandas imposibles!

"Finalmente, hay otra tendencia: por la cada vez menor rentabilidad del campo, quienes desean quedarse tienen que tomar decisiones y contratan a más mujeres, porque pueden pagarles menos. La feminización del trabajo del campo es cada vez mayor."

Se negoció mal el TLCAN, finaliza la especialista. Lamenta que los encargados de hacer el convenio no hubieran esperado los resultados de Canadá, que había empezado su acuerdo comercial en 1989, aunque excluyendo ciertos sectores, como el avícola y el de lácteos, entre otros. México en cambio ni las manos metió. ¿Por qué? "Por presiones políticas de Estados Unidos. Los mexicanos ni siquiera querían incluir el capítulo de disputas; si se hizo finalmente fue porque los estadunidenses lo pidieron".

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