La decisión, tras
el lanzamiento de su reciente obra, La rambla paralela
Fernando Vallejo anuncia su retiro de la novela; ''ya
maté al loco''
En las librerías sobran libros, explica al respecto
''Ahora me dedicaré a desenmascarar impostores; empecé
con Darwin y voy a seguir con Newton y Einstein'', indica el escritor colombiano
CESAR GÜEMES
La aparición de la más reciente obra de
Fernando Vallejo, La rambla paralela, publicada por Alfaguara, se
acompaña del anuncio que en exclusiva hace su autor para La Jornada:
no escribirá más novela. La trayectoria literaria que el
prosista nacido el Colombia y residente en México iniciara hace
una tres lustros con Los días azules y que abarca al menos
seis novelas más, entre ellas La virgen de los sicarios,
llevada al cine por Barbet Schroeder, llegó a su fin.
La
frase de Vallejo y el sereno tono con que la pronuncia no deja lugar a
dudas: "Ya no voy a escribir más novela, ahora sí. Ya maté
al loco", dice, refiriéndose al narrador que siempre en primera
persona lo definió en trabajos como El fuego secreto, Los caminos
a Roma, Años de indulgencia, Entre fantasmas y El desbarrancadero.
-¿Cómo decide dejar de escribir de manera
tan sencilla? ¿No era una forma de vida, un aire respirable, un
modo de poner orden en un mundo caótico?
-En las librerías sobran libros y en este mundo
sobra gente. En vista de que el espacio es finito y se está acabando
y no se estira ni se curva como sostienen las mariguanadas de Einstein,
mi propuesta es que a los que se reproduzcan, bien sea por el método
viejo, el sexual, o por el nuevo, el clonal, se les ejecute en un paredón
de fusilamiento para que les abran campo a los demás, a los que
trajeron a atestar el planeta.
-¿Por qué "matar" a un personaje tan entrañable
como el que decía "yo" en sus novelas, si es muy claro que todavía
tiene mucho por decir?
-Hombre, es que yo soy muy inconstante, todo lo voy dejando
en el camino. Tal vez por eso he logrado llegar hasta aquí, hasta
el 2003. Por lo demás no estoy tan seguro de que el loco que decía
"yo" en mis libros tuviera mucho que decir. Yo en cambio sí, ahora
me dedico a desenmascarar impostores. Empecé con Darwin y voy a
seguir con Newton y Einstein. Con Cristo y Mahoma no, ni con Freud, porque
lo considero tiempo perdido, eso es "quemar pólvora en gallinazos"
como dicen en Colombia, zopilotes en México.
-Aun cuando lo haya matado, en La rambla paralela
el personaje habla, se mueve, interactúa. ¿Aceptaría
que no está del todo muerto?
-No, no lo acepto. Está muerto y lo cremaron en
Gayosso después de sacarlo de su ataúd para dárselo
a un pobre.
-Ahora sus libros se consiguen con facilidad y se leen
como nunca. ¿Qué dicen sus editores de la decisión
de no hacer más novela?
-Habrá que preguntarles a ellos, pero se me hace
que el asunto poco más les importa, habida cuenta de que, como empecé
diciendo, hoy en día hay escritores de sobra. "Habemos", como diría
De la Madrid.
-Salva del infierno del olvido a muy pocas personas en
La rambla paralela, entre ellas a Gluck, de forma muy señalada.
¿Qué hay en Gluck que no le dieran Bach o Mozart o Monteverdi?
-Los músicos que más quiero son: Gluck,
Pergolesi y Mozart. Después Beethoven, Weber, Schubert, Richard
Strauss, Bellini, Donizetti, Verdi, Debussy y Ravel. Un pintor: Munch.
Dos cantantes: Leo Marini y Chavela Vargas. Y un compositor inmenso, lo
más grande que ha producido México: José Alfredo Jiménez.
''Y pasando al otro extremo, al de mis fobias y animadversiones,
que son como tres mil quinientas, odio los timbales en la música
sinfónica, y por lo tanto las sinfonías de Beethoven y de
Schubert, y no soporto a Händel, ni a César Frank, ni a Berlioz,
ni a Chaikovski, Bizet, Brahms, Mendelssohn, Borodin, Bruckner, Chávez,
Copland, Villalobos, De Falla, Rodrigo, Dvorak, Gershwin, Puccini, Rachmaninoff,
Stravinsky, Prokofiev, Bela Bartok, Alban Berg, Darius Milhaud, Hindemith
y Schönberg. Y no te hago la lista de los escritores y los políticos
porque no acabamos y no nos alcanza el periódico.''
-Salva a Oudin, ¿por qué, qué le
debe?
-Amo a los gramáticos, de este idioma y de todos:
a Nebrija, a Juan de Valdés, a Francisco Sánchez de las Brozas
el Brocense, a Salvat, Bello, Malherbe, Boileau, Oudin... A los
compiladores de diccionarios ociosos como Rufino José Cuevo. Y a
los honorables miembros de la Real Academia Española de la Lengua,
bien sea de número o bien sea honorarios, como don Rafael Lapesa
Melgar, don Vicente García de Diego, don Tomás Navarro Tomás,
don Samuel Gili Gaya y demás académicos correspondientes
hispanoamericanos de las Academias de Colombia, Venezuela, El Salvador,
Uruguay, Paraguay, Ecuador, Guatemala, Honduras, etcétera, etcétera,
etcétera.
-Eso es tener alma de gramático.
-Tengo alma de gramático y de persona honorable,
aunque de ambientalista no: que se joda el planeta.