EL CAMPO ANTE EL TLCAN
Ya no vuelven a sus lugares de origen y se convierten
en errantes del siglo XXI
Horticultores migrantes, nómadas sin hogar,
revela estudio de la UNAM
Son familias enteras provenientes de los estados de
Guerrero, Oaxaca, Veracruz y Sinaloa
Hombres mujeres y niños deben laborar jornadas
hasta de 12 horas con pago a destajo
KARINA AVILES
Campesinos migrantes de Guerrero, Oaxaca, Veracruz, Sinaloa
y otras entidades, que se contratan en las zonas hortícolas del
norte del país, son los nuevos ''errantes' del siglo XXI, que se
han visto obligados a convertirse en nómadas.
La encuesta Hogares de jornaleros migrantes en las regiones
hortícolas de México, elaborada por la Unidad de Estudios
sobre Migración y Empleo del Instituto de Investigaciones Sociales
(IIS) de la UNAM, reveló que 24 por ciento de los campesinos que
migran a las zonas mencionadas ya no tienen casa en su pueblo natal; de
éstos, 21 por ciento vive en campamentos y cuarterías,
y 3 por ciento no posee residencia en ningún lugar. Asimismo, 50
por ciento no tiene tierra. ''De los que no trabajan la tierra, 49 por
ciento no tienen dinero para hacerlo y 20 por ciento no lo hacen porque
son tierras de mala calidad''.
Tres años de investigaciones
El estudio, cuyos coordinadores son los investigadores
Sara Lara y Hubert de Grammont, abarcó 8 mil 117 hogares de jornaleros,
con 32 mil encuestados en las zonas hortícolas de Sinaloa, Sonora,
Jalisco y Baja California. La encuesta será publicada los próximos
meses.
Lara adelantó para La Jornada los datos
de mayor relevancia de dicho trabajo que, por su grado de dificultad, tardó
tres años en reunir y analizar. El estudio arrojó una situación
alarmante: 24 por ciento del total de los jornaleros jefes de hogar ya
no tiene casa en su pueblo natal.
Lo anterior, indicó la especialista, habla de jefes
de hogar que, junto con su familia, andan ''errantes, nómadas. Acompañados
por sus hijos andan buscando trabajo. No tienen un lugar fijo ni siquiera
para dejar sus cosas, llevan lo que traen puesto, una cobija y dos o tres
trastos''. Ellos, destacó la investigadora, ''son los pobres de
los pobres, los que viven en una precariedad absoluta. Es además
una población que no puede ejercer sus derechos ciudadanos por su
situación'', sintetizó.
Las cifras de la encuesta indican que 29 por ciento del
total de los encuestados que van a las regiones hortícolas procede
de Guerrero, 25 por ciento de Oaxaca, 18 por ciento de Veracruz, 15 por
ciento de Sinaloa y el resto de otros estados. Lara subrayó lo significativo
que resulta el hecho de que tengan o no tierra: 55. 6 por ciento de ellos
la trabaja y la mayoría lo hace en terrenos que van de menos de
una hectárea hasta dos hectáreas.
Explicó que antes estos migrantes iban a las regiones
hortícolas para la temporada alta de invierno, que abarca de diciembre
a abril. Y aunque todavía una gran mayoría se va a trabajar
y luego regresa a sus pueblos, ha comenzado una tendencia en la que aunque
ese ciclo se acabe se quedan a trabajar. Por ejemplo, ''se van a San Quintín
para el ciclo verano-otoño, acaban en septiembre y de ahí
se van a Los Cabos''. Otros tienen su residencia en los campamentos de
las regiones hortícolas y prácticamente ya no regresan a
sus pueblos.
El único recurso que les ha quedado ''son sus manos
y sus hijos''. A diferencia de la década de los 70, en que la mayor
parte de la población migrante era de sexo masculino, el estudio
encontró que 70 por ciento de estos migrantes son familias nucleares
y extensas, sólo 20 por ciento son individuos que se van solos y
10 por ciento son grupos conformados por parientes y paisanos, señaló.
Otro dato importante es que 50 por ciento de los jornaleros
que migran son mujeres y 40 por ciento del total son niños de hasta
14 años. De los menores que trabajan, 25.7 por ciento son niñas
de entre 6 y 14 años, mientras que 19.2 por ciento son niños
en el mismo rango de edad.
Los jornaleros tienen que irse con sus familias, porque
la única manera para sobrevivir es que se ''vayan todos y trabajen
todos'', pues de lo contrario no obtendrían ni siquiera la cantidad
mínima para sobrevivir. En Sinaloa, por ejemplo, les pagan 55 pesos
diarios por una jornada de cerca de 12 horas. Cada quien tiene que llenar
un número determinado de cubetas con diversos productos y si algunos
menores no alcanzan a hacerlo los adultos les ayudan para que puedan obtener
su pago.
La situación de miseria a la que se les ha conducido
es como una cadena que trae otros efectos los cuales los van sumiendo cada
vez más en condiciones de exclusión. Los niños dejan
de ir a la escuela, porque después de un trabajo arduo en aquellas
zonas hortícolas les es difícil asistir a las clases que
se dan como parte de los programas especiales para jornaleros, en un horario
nocturno.
De un total de 10 mil 398 niños comprendidos en
el estudio, sólo 3 mil 273 asistían a la escuela y 7 mil
125 no lo hacían. De éstos, las niñas eran las que
menos asistían a las aulas, porque son las que les ayudan a preparar
los alimentos.
Blanca Rubio, primera mujer que preside la Alasru
Por otra parte, la investigadora de la UNAM Blanca Rubio
Vega fue designada presidenta de la Asociación Latinoamericana de
Sociología Rural (Alasru), con lo que se convirtió en la
primera mujer en ocupar dicho cargo en los 31 años de existencia
de esa organización.