Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 3 de noviembre de 2002
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Economía

José Antonio Rojas Nieto

La marcha de la economía y del petróleo

Si aceptamos que un crecimiento industrial, de apenas poco más de uno por ciento en septiembre de este año -respecto al mismo mes del año anterior-, no constituye un signo robusto de recuperación de la producción industrial, podemos afirmar que a ese mismo mes la economía de Estados Unidos ya acumuló 27 meses de severas dificultades. Ciertamente, como lo indican las estadísticas oficiales, en junio pasado dejó de caer la producción industrial y en agosto la utilización de su capacidad en la rama manufacturera todavía más; en noviembre del año pasado las tasas negativas que expresaban esos descensos eran cada vez menores, es decir, tanto la producción industrial como la capacidad utilizada de la manufactura, descendían con menor intensidad a finales del año pasado y durante el primer semestre de éste.

Sin embargo, caer a tasas menores es, apenas, una primera señal del final de la retracción económica, pero no lo es de la recuperación, como lo muestra la historia económica reciente de nuestros vecinos, cuyo análisis y consulta nos permite asegurar que la retracción actual, que acumula más de dos años, es más profunda aunque menos extensa que la del inicio de los años 90 y, a la vez, menos profunda y más intensa que la del inicio de los años 80. Casualmente, al inicio de las tres pasadas décadas (en realidad de las cinco anteriores) ha habido caídas de la economía vecina. Cosa curiosa.

Bueno, pues para nuestra debilitada economía -la del crecimiento medio no mayor a 1.5 por ciento durante los primeros tres años de este sexenio, como acotó esta semana el gobernador del Banco de México-, esta reciente caída ha sido más desastrosa. Tenemos 22 meses con exportaciones prácticamente detenidas en un rango medio mensual de 11 mil millones de dólares, luego de que, efectivamente, también durante 22 meses se elevaron de un rango inferior a 8 mil millones de dólares hasta poco más de 12 mil millones de dólares. Y si hacemos esta cuenta aislando el efecto del alza de 10 dólares en el precio del petróleo en lo que va del año, el efecto es aún más violento.

Nuestras ventas externas de mercancías no petroleras han caído. Análisis similar se puede hacer con nuestras compras y, de entre ellas, las del componente fundamental de nuestra inversión productiva, es decir, maquinaria, equipo e insumos industriales. Una participación de importaciones y exportaciones próxima a la mitad del producto nacional es nítida expresión de nuestra incapacidad para sostener nuestro crecimiento económico con un mercado interno hoy debilitado y pobre.

Y por si este comportamiento económico reciente de la economía vecina fuera poco, las estimaciones de los pasados 15 días en torno a los resultados del tercer trimestre y las previsiones para los trimestres cuarto de este año y primero del próximo, nos obligan a ser muchísimo más adustos respecto a las condiciones de su recuperación y, en consecuencia, de la nuestra. Prácticamente todos los analistas especializados y las firmas de asesoría del vecino país reconocen en la baja evolución del gasto de las empresas estadunidenses un delicado indicador que obliga a reconocer la persistencia de la recesión económica y disminuir las estimaciones del cierre de este año. No más 2.5 por ciento supuesto para el cuarto trimestre; hoy se habla de un raquítico uno por ciento, luego de que el esperado 4 por ciento del tercero se convirtió en un pobre 3 por ciento.

Con ello, el promedio anual se revisa a la baja, aún más cuando se reconoce una tasa de desempleo que alcanza ya 5.7 por ciento, entre otras cosas, por los casi 50 mil empleos industriales perdidos en octubre, como lo señaló el Departamento del Trabajo. Todo obliga a pensar en una nueva baja en las tasas de interés. Y por si esta retracción estadunidense no fuera suficiente, el análisis de los indicadores en la Unión Europea conducen a lo mismo. Ahí se reconoce ya la acumulación de casi medio año consecutivo de retracción. Mal año; malas economías; malas previsiones para el próximo que en 15 días hicieron caer el precio del petróleo casi cuatro dólares por barril, haciendo que el promedio de octubre registrara un dólar por debajo del rango de septiembre.

Todo nos obliga a ser muy cuidadosos no sólo con las estimaciones del próximo año, en el que se puede pensar que el precio de nuestro crudo bajará entre uno y dos dólares para ubicarse en alrededor de los 20 por barril, previsión que conviene tener muy presente en la discusión que empezará en no más de 15 días. Pero, aún más, todo esto nos obliga a repensar lo que debemos hacer el resto del sexenio y más allá de éste para enfrentar esta difícil y compleja situación, e ingresar en un nuevo ciclo de crecimiento y de equidad. Y aquí ya no se vale nada más prometer, ya no.

 

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