Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 3 de noviembre de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas
  >

Política
Guillermo Almeyra

Notas sobre el triunfo electoral en Brasil

1 Se notará que no hablo del "triunfo de Lula" ni del "triunfo del pueblo brasileño" ni de "triunfo" a secas: hablo de un triunfo electoral, o sea, limitado y formal, de todos los que en todo el mundo, rechazando la política del capital financiero, han alentado a los oprimidos en el Brasil y organizado su voluntad de cambio.

2. "En Brasil" significa que el triunfo electoral forma parte de un proceso más vasto que se expresa en la crisis del establishment en Venezuela, que produjo un Hugo Chávez, hoy desbordado por su base; en el desarrollo de la crisis social en Ecuador que pone primero en las expectativas de voto al teniente coronel Lucio Gutiérrez, una especie de nuevo Chávez, nacionalista y reformista social, apoyado por los indígenas y la izquierda social; en la existencia en Bolivia del poder paralelo de los campesinos cuya dirección formal es Evo Morales; en la expectativa de voto mayoritaria (54 por ciento contra 30 por ciento de la derecha) para el Frente Amplio en Uruguay;en el desarrollo del poder dual en la Argentina, con las asambleas, las ocupaciones de empresas, los piquetes y en las movilizaciones campesinas en Paraguay, las campesinas y obreras en Perú, etcétera. Ese proceso general sustenta y alimenta lo que sucede socialmente en Brasil. Su característica principal es que intenta un cambio dentro del sistema y de las instituciones (votando, queriendo cambiar el gobierno) y trata de imponer reformas profundas (la agraria, la redistribución del ingreso, planes contra el desempleo). No es un proceso revolucionario. No amenaza a los capitalistas sino sólo a un sector de éstos: el financiero, el imperialista y en Brasil a los terratenientes parasitarios. Por eso, dicho sea de paso, en algunos países divide los órganos de dominación (Iglesia, ejército) e incluso permite "frentes" momentáneos entre sectores capitalistas y las clases explotadas u oprimidas (como sucede en Brasil). Es un proceso que avanza impulsado por los efectos de la política del capital y que lleva rápidamente a nuevos niveles de conciencia: hace dos años, en México, la voluntad de cambio llevó a una revolución pasiva, a un presidente de la Coca Cola y un gobierno de derecha y de los empresarios pero ahora ha llevado a la presidencia de Brasil un campesino-obrero con un gobierno de centroizquierda y un apoyo masivo sin precedentes.

3. La ultraizquierda no ve este proceso. Ve todo fijo, ve a la burguesía y a las transnacionales como un bloque único y para ella todo es simple porque las elecciones brasileñas se redujeron a una disputa interburguesa (según Petras, por ejemplo, el Partido de los Trabajadores "opta abiertamente por la política de los empresarios" y "administrará el paquete económico del FMI"). No hay para esa gente diferencia alguna entre la voluntad de los 56 millones de personas que votaron por el cambio al votar por Lula y la voluntad de éste o del aparato de su partido. No hay dialéctica alguna entre masas, partido y dirección ni hay reformas -teóricamente compatibles con el capitalismo- que éste no pueda realizar sin poner en peligro su dominación (como, por ejemplo, una reforma agraria masiva llevada adelante ocupando tierras y poniendo en cuestión el sacrosanto derecho de propiedad aunque se pida extender socialmente la propiedad agraria). Para esa "ultra" los 56 millones de personas que en Brasil esperan un cambio en las instituciones, modificándolas, son ignorantes e ilusos y no pesan; pesan sólo "las traiciones" (ya anunciadas y decretadas) de Lula y las imposiciones del capital. Por lo tanto llama a oponer a las elecciones y al gobierno de Lula (de nuevo Petras) "la movilización exitosa e independiente de las organizaciones de clase para tomar el poder del Estado". Pero una movilización "independiente" requeriría superar la confianza en el gobierno masivamente electo y para que sea "exitosa" debería contar con un gran apoyo (o sea, con un gran repudio al gobierno), y las "organizaciones de clase" (¿cuáles, si el PT y los sindicatos no lo son para la ultra?) deberían existir y desarrollarse lo suficiente antes de tomar el poder. De modo que para la "ultra" no queda sino la protesta pasiva... y la pasividad. El capital dice: "no pasó nada: haremos que Lula se amolde" y la "ultra" dice lo mismo pero agrega que ya se amoldó...

4. Como el resultado electoral brasileño es una expresión deformada de la lucha de clases y esa lucha de clases subsiste una vez elegido Lula, habrán diferencias entre los campesinos sin tierra, que ocuparán tierras incultas pero buenas y no aceptarán tierras fiscales malas, y los capitalistas que intentarán influir en el gobierno. Y habrán huelgas por aumentos y contra los despidos y huelgas por nuevas leyes sociales. Además, la presión del FMI y de Estados Unidos unirá y radicalizará a la gente que hasta ahora votó en las urnas y ahora deberá votar en las calles y movilizaciones y diferenciará profundamente la base del PT mismo.

5. Por último, el proceso brasileño pesará sobre las futuras elecciones ecuatorianas y -esperemos- incluso en la situación político-social argentina. A lo mejor reanima hasta al EZLN. Hay que contar siempre con el Viejo Topo.
 
 

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año