Bernardo Bátiz
El tratado de aguas y el PAN
Lo que más extraño en mi nueva vida de procurador de la ciudad de México es que ya no tengo tiempo de (ni podría parecer oportuno) escribir en La Jornada, diario al que acompaño desde su fundación. Hoy, con permiso de su amable directora, vuelvo a la lid con un tema que me quema y que no puedo dejar de recordar y compartir.
Carlos Chavira Becerra fue un panista que murió en la Cámara de Diputados por un infarto inoportuno, pocos minutos después de que bajara de la tribuna y cuando estaba pidiendo autorización para continuar con el debate. Fue en la 52 Legislatura, y la oposición de entonces, minoritaria, usaba como ariete para abrir camino a la democracia debates bien informados, sólidos, convencidos, que permitían ganar la discusión, aun cuando se perdiera inmediatamente después la votación. Hermosos tiempos.
Carlos Chavira, hombre de la frontera, chihuahuense, idealista, además de militante político, escribió varios libros, entre ellos La otra cara de México, y fue además enemigo declarado del tratado de aguas que celebró el gobierno de Manuel Avila Camacho con el de Estados Unidos.
Muchas veces en la tribuna solicitó que el gobierno de nuestro país denunciara ese convenio inicuo, por el cual tenemos que entregar nuestra agua sin recibir a cambio prácticamente nada. A él le indignaba que los ríos de Chihuahua, citaba El Conchos y el Florido (quizá los que más conocía), en vez de servir para regar las tierras de su patria chica tuvieran que dejar correr su caudal para servicio de nuestro poderoso vecino.
No estaría mal que hoy que vuelve a debatirse el tema, los diputados y senadores del nuevo PAN recordaran a ese luchador social, defensor de los derechos de México, verdadero patriota que dio la vida por sus ideales y del que ya pocos se acuerdan.
Los múltiples institutos del renovado partido, con nombres ilustres, o bien alguno de los jóvenes y estudiosos asesores de sus legisladores, podrían rescatar de los archivos de la Cámara de Diputados los discursos de Carlos Chavira; quizá aún encontrarán argumentos para defender nuestra soberanía, puesta en entredicho, y argumentar en favor del agua que tanto nos falta y que en forma tan poco diplomática y arrogante se nos exige.
Cosas como ésta son piedra de toque para los partidos políticos; ciertamente son los que exigen hacer a un lado el pragmatismo coyuntural y, pese a lo que fuere, defender aquello en lo que se cree.
Recordar a Carlos Chavira con motivo de este debate es un reclamo a los olvidadizos encumbrados de hoy, y un homenaje a todos los antiguos militantes del viejo partido que contribuyeron en su tiempo y en su sitio a los cambios que vivimos y a otros que vendrán.