TOROS
Ahuyenta al público nuevo cartel diseñado
por la visionaria empresa
Envió seis mansos de solemnidad lo que queda
de la ganadería de Manolo Martínez
El rejoneador Rodrigo Santos, sin poder decir Otra
actuación decorosa de Manolo Mejía Asombra el malagueño
Javier Conde por sus relaciones Pobrísima entrada
LEONARDO PAEZ
En la decimoséptima corrida de la temporada, que
no decimoctava, como insisten en afirmar la empresa y sus voceros, las
cosas taurinas de la Nueva España retomaron su acostumbrado nivel
de incompetencia o, si se prefiere, de deliberada dependencia, echando
el promotor a la basura el entusiasmo generado en los festejos del 3 y
el 5 de febrero pasados, que lo obligaba a corresponder con carteles menos
negligentes.
En
lo que se refiere a combinaciones de toreros nacionales con cualidades,
la empresa de la Plaza México nomás no ata ni desata; como
que la visión empresarial se le agota cuando dice adiós a
Ponce, Hermoso y El Juli, nuevos ases del toreo mexicano, gracias
a la miopía de quienes dicen promover el espectáculo taurino
aquí.
¿Para cuándo pensará la inefable
empresa promover a matadores con el potencial de Mario del Olmo,
Jorge Mora, Alfredo Delgado El Conde, Marcial Herce, José
María Luévano o Angel García El Chaval, por
citar algunos?
¿El público del Distrito Federal tendrá
que esperar un año para volver a ver carteles medianamente atractivos?
¿Sin Ponce, El Juli y Hermoso, este país
no existe taurinamente hablando? Haberlo dicho antes. Sólo así
se entienden los desalmados carteles que después del de aniversario
ha tenido a bien ofrecer el promotor, más que con deseos de hacer
fiesta de acabar con ella, disimuladamente, claro, para no resultar demasiado
obvio como empresario verde con nueve años de experiencia.
Rodrigo Santos, antiHermoso
Así, el voluntarismo ineficaz que caracteriza a
la promotora Plaza México decidió que si Pablo Hermoso de
Mendoza casi llena la plazota lidiando dos toros y haciendo número
con los toreros de a pié, otro tanto podría hacer un rejoneador
mexicano con doce años de alternativa y 16 corridas toreadas el
año pasado.
Y que anuncia como primer espada ?caso insólito
en la historia de la monumental? al potosino Rodrigo Santos, como si se
tratara de una figura del toreo a caballo, con una trayectoria lo suficientemente
sólida y una imagen medianamente atractiva para tamaño honor...
atestiguado por 3 mil despistados.
Y el hombre no estuvo mal, sólo que las comparaciones
se vuelven obligadas, aunque no se pueda equiparar el desempeño
de quien actúa en 80 o más corridas al año con quien
sólo torea 16. Y si a la disparidad de talentos se añade
la diferencia de talantes en el ruedo...
Con todo, Santos escuchó palmitas luego de despachar
a sus dos enemigos, mansurrones y sosos como toda la corrida, pero que
se dejaban hacer más de lo que les hizo el caballero, quien todavía
en el callejón se alcanzó la puntada de regañar al
sobresaliente Valente Alanís por haber hecho un bien intencionado
quite.
Manolo Mejía y Javier Conde
Porque el reglamento taurino sirve para dos cosas, Mejía,
con 19 años de alternativa, tranquilamente salió como segundo
espada cuando debió haberlo hecho como primero, Santos como segundo
y el supuesto "torero de arte recomendado del Capea", de tercero.
Pero donde mandan amigos de Fox no gobierna autoridad.
El problema es que la sólida tauromaquia de Mejía,
además de oportunidades, requiere del toro bravo o siquiera con
transmisión de cierta bravura y elemental fuerza, ya que estamos
ante uno de esos toreros sobrados de seso pero escasos de sello.
En su tercera comparecencia en la temporada, el de Tacuba
enfrentó un lote manso, débil y claro que mal cumplió
en varas y rodó por la arena en los primeros muletazos. Con su primero,
el alumno más aventajado de Martínez toreó con aseo
por chicuelinas y dejó un primer par muy torero, para luego hilvanar
tandas de naturales a media altura de salón, es decir, sin emoción,
pues ésta proviene del toro antes que del torero.
¿O puede haber temple y mando frente a toros dóciles
y semi inválidos?
Mismo repertorio en su segundo y nueva faena con alfileres
?como la fiesta de México? a otro que permitió templar
aquellas cansinas embestidas. Dejó una estocada casi entera y caída
para que el juez Lanfranchi otorgara la oreja regateada por Gameros la
semana anterior y todos contentos.
Por lo que toca a la ocurrencia más reciente de
la empresa, el malagueño Javier Conde ?28 años de edad y
siete de matador?, a quien ya habíamos padecido hace seis temporadas,
baste decir que, además de haber desperdiciado el lote menos malo,
su falta de pundonor es inversamente proporcional a su gran capacidad para
hacer relaciones públicas y lograr el apoyo de inadvertidos taurinos
de aquí y de allá. Pero como me dijo un joven diestro: "Qué
envidia no poder ser un modesto torero español en México".