Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 18 de febrero de 2002
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''Callé por miedo y porque amo la vida''

"Todo lo que filmamos de la matanza de Tlatelolco llegó a Echeverría", dice el camarógrafo García Pineda

MIREYA CUELLAR

Cuauhtémoc García Pineda conserva, pese a su espalda encorvada, el porte de torero. El Matador, le decían todos por sus años de novillero. Había cambiado la muleta por una cámara de filmación cuando vio que la suerte con los toros no caminaba de su lado. Era el ayudante del "señor Bilbatúa" -como siempre se refiere a él-, el camarógrafo del presidente Gustavo Díaz Ordaz.

El Matador apareció por La Jornada un mediodía de la semana pasada. Quería dar su testimonio. Y ahora que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó al Ministerio Público investigar la matanza del 2 de octubre de 1968, exige que el ex presidente Luis Echeverría Alvarez sea llamado a cuentas, se le gire una orden judicial para que entregue los 120 mil pies de película que, desde el mismo despacho del canciller, en el piso 19 de la Torre de Relaciones Exteriores, él filmó.

La película existe. "šClaro que existe!" El ha reconocido muchas de sus escenas -dados los emplazamientos, sólo pudieron haber sido tomadas desde aquel lugar- en imágenes inéditas que en 1998 -al conmemorarse los 30 años- la televisión difundió y que más tarde sirvieron de pieza central para confirmar que fueron integrantes de elite del Ejército los que provocaron que la tropa disparara.

Estas imágenes fueron retomadas por el cineasta Carlos Mendoza y el escritor Carlos Montemayor, y están plasmadas en su trabajo Operación Galeana, del que La Jornada ha venido dando cuenta desde hace tres años.

Dos de octubre de 1968.

8:00 horas. Cuauhtémoc García Pineda, el joven camarógrafo de la Presidencia de la República, toca el timbre del edificio de Holbein 213, en cuyo penthouse vive Angel Bilbatúa, su jefe. Cargan el equipo de cine en una camioneta y juntos se encaminan a la Secretaría de Gobernación. Sólo una instrucción recibe: "no haga preguntas".

9:00. El director de Viento Negro, Servando González, quien termina como fiel camarógrafo del secretario de Gobernación, Luis Echeverría, los recibe en su oficina. En dos camionetas, una con ellos tres a bordo y la otra con el equipo y los materiales para filmación -además de varios miembros de seguridad-, circulan por Paseo de la Reforma hasta llegar a Tlatelolco. El chofer-guarura disminuye la velocidad y ambos vehículos entran al sótano de la cancillería.

10:00. Toman el ascensor. La puerta se abre en el piso 19 de la Secretaría de Relaciones Exteriores -es la oficina del canciller Antonio Carrillo Flores, quien años después mostraría sorpresa por el uso de su despacho- y ahí, frente a un gran ventanal que les permitía apreciar la plaza, el techo de la iglesia de Santiago y los edificios que hacen el conjunto habitacional, montan en sendos tripiés dos cámaras de 35 milímetros.

16:00. La gente comienza a reunirse en la Plaza de las Tres Culturas y corren entonces las horas más largas en la vida del veinteañero Cuauhtémoc García Pineda. Fueron 12. Eternas. Exactamente 22 de filmación. 120 mil pies de celuloide... La matanza. "šTcuauhtemoc_garcia_ddrodo, todo!", repite El Matador.

Frente a su potente lente desfilaron los estudiantes encargados de instalar el sonido para el mitin, los primeros manifestantes y, más tarde, la plaza llena. "Pardeando la tarde", la caída del general Hernández Toledo a manos -afirma- de los francotiradores, que él supo, desde aquel día, pertenecían a los cuerpos de elite del Ejército. "Como yo andaba en las giras presidenciales, reconocí en la madrugada a un miembro del Estado Mayor. Eran -insiste ahora- miembros de Guardias Presidenciales."

Luego la lente captó la respuesta de los militares disparando indiscriminadamente sobre la gente; el hombre del guante blanco pertrechado en el techo de la iglesia; los zapatos perdidos en la huida; el horror. Y ya en la madrugada a los militares que aventaban -de pies y manos- los cadáveres a varios camiones; las gruesas mangueras con que lavaban a presión paredes y pisos para borrar todo rastro de sangre.

Pero aquel día de 1968 asistía a Servando González, quien había recibido de su jefe, Luis Echeverría Alvarez, la encomienda, según ha platicado, de apostar seis cámaras alrededor de la plaza de Tlatelolco y filmar todo el mitin. Dos equipos grabaron desde la oficina del canciller. Tenían tres cámaras para poder sustituir aquella en la que se hiciera necesario reponer el magacín. Tras una de las lentes estaba el camarógrafo de la Presidencia; en la otra, el designado por Gobernación.

El material -carretes de 400 y mil pies- fue entregado la mañana del 3 de octubre a los ayudantes de Servando González, quienes lo revelaron en los estudios Churubusco. El cineasta aceptaría, muchos años después, que "hasta el último cuadro" quedó en manos de Luis Echeverría Alvarez.

Bilbatúa y García Pineda trabajaban para la Presidencia, por eso le extrañó a Cuauhtémoc que su jefe le indicara pasar por él aquel 2 de octubre. ƑY el viaje a Guadalajara? Díaz Ordaz iba de gira por Jalisco, pero en esa excepcional ocasión ellos no lo acompañarían.

Extrañas órdenes

Supuso -cuando llegaron a Bucareli- que Gobernación quería sólo la película del mitin estudiantil. Sin embargo, dos órdenes de Servando González llamaron su atención: cierren las cortinas (las cámaras fueron colocadas exactamente donde las telas se unen al correrlas) y no fumen.

-El equipo y el material Ƒde quién eran?

-Los llevaba yo; eran de la Presidencia.

-ƑQué veía desde su emplazamiento?

-Todo. El techo de la iglesia (Santiago Tlatelolco), los costados del resto de los edificios. Estábamos en el lugar más alto. Se dominaba perfectamente el panorama. Con el equipo que montamos se podía ver con claridad si había personas o un gato en las ventanas de los edificios de enfrente. Teníamos lentes de todo tipo y filtros; hacíamos acercamientos...

-ƑAlcanzaron a ver a la gente que estaba, por ejemplo, en el techo del templo de Tlatelolco?

El Matador se para frente al ventanal de la oficina de La Jornada donde se desarrolla la entrevista, y afirma: "es como si la iglesia estuviera aquí, abajo de mí", y señala el espacio que nos separa de la calle.

-Había gente, francotiradores sobre los edificios 2 de Abril, 15 de Septiembre, en El Chamizal y en Atizapán. ƑUsted los vio?

-Los vimos y los filmamos... Eso lo sabe todo mundo. Cuando el general Hernández Toledo cayó herido, la tropa que iba tras él (entrando a la plaza) empezó a disparar indiscriminadamente. Fue una reacción natural de protección; nadie tenía que decirles šdisparen! Tampoco es posible pensar que el secretario de la Defensa los envió con una orden previa de disparar. Ellos reaccionaron como cualquier Ejército. Estoy aquí para defender a dos muertos: a Díaz Ordaz y al general Marcelino García Barragán.

-Si llegaron ahí a las 10 de la mañana, Ƒqué hicieron mientras empezó el mitin?

-Preparé todo el equipo. Al rato apareció por la plaza un grupo de muchachos, eran los encargados de instalar el sonido. Los filmamos. Entonces es cuando me dijo Servando: "hay que cerrar las cortinas, Matador". ƑPara qué?, pregunté. Yo no sabía lo que iba a pasar. Por lo visto él sí. Para eso, Bilbatúa ya no volvió. Había cuatro o cinco personas más; eran ayudantes de Gobernación, completamente extraños para mí. Como yo no sabía nada, se me ocurrió sugerirle a Servando que pusiera una cámara en la cúpula de la iglesia. Muy irritado me respondió: "No empiece a dirigir". Y como mi jefe me había dicho que no hiciera preguntas, pues desde ese momento no hablé más.

-ƑA qué hora hieren a una de las personas que estaban con usted en el piso 19?

-A los 15 o 20 minutos de que empezó la balacera. Y estamos hablando de que se inició como a las 18:30... la verdad es que estuvimos tantas horas ahí encerrados que perdimos la noción del tiempo. Cuando me di cuenta ya eran las 4 de la madrugada, y pronto empezó a amanecer.

-ƑQuién era el muerto?

-Yo no supe si sólo estaba herido o murió, pero lo vi caer a un metro de distancia de mí. Un disparo le entró por la tetilla derecha y le salió por el costado izquierdo. La gente de seguridad se lo llevó inmediatamente. No sé si era una de las personas de Gobernación que nos acompañaban. A todos los que estaban ahí, salvo Servando, era la primera vez en mi vida que los veía.

-Servando y yo seguimos trabajando en silencio. Yo me tiré al piso y puse la cámara en automático, revisaba que estuviera enfocando bien y me volvía a tirar. Por el pequeño espacio que quedaba entre la cortina y el piso -estaba pecho a tierra- miraba hacia la plaza por si había que corregir la posición de la cámara.

-ƑDe dónde vino el disparo?

-De algún francotirador. Para esa hora el cuarto estaba en penumbras y quizá al que fue herido se le olvidó que no debía encender un cigarro. La luz del fuego lo volvió blanco fácil.

-ƑLe dio miedo?

-Sí. Un miedo normal, Ƒeh? Pero tenía que ponerme de pie para cambiar el magacín, ajustar la cámara, darle el material a Servando. No paré nunca de trabajar. Ni siquiera comimos ese día. Llegamos y nunca vi si alguien salió o entró.

-ƑPor qué estuvo callado tantos años?

-Por miedo. ƑNo lo ha tenido usted? Yo amo mucho la vida.

-ƑAlguien le dijo: "usted no vio nada", o recibió insinuaciones en ese sentido?

-Nadie me preguntó ni le tomó demasiado interés a lo del 68 mientras el señor Díaz Ordaz estuvo vivo. Todos los que empezaron a hablar lo hicieron después que murió.

-ƑUsted dio en 1998 una entrevista a la revista Proceso?

-Sí, pero cuando me hicieron esa entrevista, al otro día de que se publicara me localizaron, me llamaron a Morelia y cuando contesté una voz dijo: "Cálmate, porque te van a matar, Matador". Y colgaron. Estoy seguro que era Servando, le reconocí la voz.

-ƑPor qué hablar otra vez y ahora?

-Por lo que acaba de decir la Corte y porque si el país quiere saber realmente qué pasó aquella tarde, es necesario que Echeverría entregue la película. Ahí está todo, štodo! Además yo quiero decir la verdad.

Siempre custodiados

4:00 horas (3 de octubre de 1968). No faltaba mucho para que amaneciera. Cuauhtémoc y Servando, siempre custodiados por elementos de Gobernación, salieron del edifico de Relaciones Exteriores. Todavía algunos miembros del Estado Mayor Presidencial (García Pineda asegura que eran de ese cuerpo militar porque los veía con frecuencia en Los Pinos, aunque desconocía sus nombres) iban saliendo del edificio Chihuahua. El agua a presión que brotaba de las mangueras conectadas a varias pipas arrastraba las evidencias del día anterior.

5:00. Llegaron a Gobernación. Ahí se quedó todo el material, también Servando, quien en una entrevista con Proceso dijo que entregó todo ya revelado a Echeverría la misma tarde del 3 de octubre. A Cuauhtémoc lo llevaron los mismos elementos de seguridad a su casa de Xotepingo.

Treinta y tres años después, durante los cuales no ha dejado de sentir "una comezón en la conciencia", el Matador demanda a Echeverría que entregue ese material, no sólo porque ahí están los secretos de una tarde dolorosa que marcó a una generación, sino porque los mexicanos tienen derecho a conocer la verdad. Esas cintas, dice, son la clave para entender el fuego cruzado que hirió a la multitud y dejó cientos de cadáveres sobre la Plaza de las Tres Culturas.

-ƑCree que Echeverría lo dejó en Gobernación?

-Si él lo mandó a Rusia, a Francia o lo tiene en una caja fuerte, es su problema.

-Ahora que la Corte ordenó a la PGR investigar el 68, Ƒusted estaría dispuesto a declarar ante las autoridades?

-Ante el pueblo de México, los fiscales, el Ejército, quien usted quiera. Por eso vine a un periódico.

-Vio la balacera más intensa sobre la plaza, Ƒqué más?

-La matanza detrás de la iglesia; también la estaba viendo y filmando.

-ƑQuedaron muchos cuerpos en la plaza?

-Sí, quedaron muchos. En la madrugada vi cómo los echaban a los camiones.

-ƑTreinta cuerpos?

-šNo, por amor de Dios! ƑEn qué país del mundo va a haber una plaza llena, que es grande, sobre la que se dispara indiscriminadamente y hay 30 muertos? Cuando se inició la balacera había mujeres, niños, jóvenes sobre la plaza, todos queriendo correr. Enfrente tenían a un grupo de militares que, pretendiendo responder a quienes hirieron a Hernández Toledo, disparaban indiscriminadamente.

-ƑSiguió trabajando en Presidencia?

-Sí. Y hay una cosa muy importante, unos días después de eso fuimos a la entrega de la bandera a la delegación mexicana que iba a participar en los Juegos Olímpicos. Como en todos los actos del presidente, estábamos el señor Bilbatúa y yo. Cuando entregó el lábaro e iba de regreso, estábamos a esa distancia (señala metro y medio), volteó y me dijo: "šMe engañaron! šMe engañaron!", volvió a repetir en voz baja, como cuando alguien quiere confiarse con alguien.

-Eso lo dijo en privado varias veces, según algunos testimonios.

-Sí, y se murió traumado con ese "me engañaron". Echeverría engañó a Díaz Ordaz por todas esas casualidades que les digo. Y conste que estoy defendiendo a dos muertos, a Díaz Ordaz y a García Barragán.

-ƑCuándo se fue de Presidencia?

-En el momento que salió Díaz Ordaz salimos a la goma y entraron inmediatamente Servando González y su equipo a Presidencia. (Se fueron con Alfonso Martínez Domínguez al Departamento del DF, después hicieron trabajos para Pemex. Bilbatúa murió en 1989, en España, en un accidente automovilístico. Su asistente nunca más consiguió trabajo en el gobierno)

-ƑQué le causa recordar lo que vio?

-Me horroriza... pero yo ahora tengo un hijo de 11 años y aunque estoy separado de su mamá quiero dejarle algo a ese niño... me atormentan aquellas escenas que se desencadenaron con el lanzamiento, desde un helicóptero, de luces de bengala.

-ƑQué comentó con Bilbatúa después del 2 de octubre?

-No volvimos a hablar de eso, ni nadie nos preguntaba. Haga de cuenta que no había pasado. Me enojé con él. Yo no sabía lo que iba a pasar y él se fue a Los Pinos.

-ƑCree que su película existe todavía?

-Pregúntele a Echeverría Alvarez.

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