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Ver día anteriorLunes 6 de octubre de 2025Ediciones anteriores
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Aprender a morir

Fraudes mortuorios

A

la multiplicación de fraudes financieros en redes sociales (deposita 2 mil pesos y recibe 80 mil a la semana), con el sospechoso agravante de que ninguna de las personas e instituciones involucradas aclara que se trata de una suplantación por inteligencia artificial, lo que las vuelve cómplices de los perjuicios que ocasionan, ahora surge en el país donde nunca pasa nada, la utilitaria Suiza, otra modalidad de fraude con el pretexto del suicidio asistido o ayuda a una persona que desea acabar ella misma con su vida.

Quienes se lamentan de los errores u omisiones de la actual administración deberían, si no consolarse, tomar en cuenta que planeta es diminutivo de plano, plano menor, representación minúscula de la conciencia humana, por lo que incluso en Suiza se cometen fraudes que rebasan el secretismo bancario de tanto inversionista tropical, ya por omisión de las autoridades o por mal disimulada complicidad entre estas y particulares, que en todos lados se cuecen habas.

Morir con dignidad sigue siendo un auténtico lujo en la mayor parte del planeta, pero en países como Suiza constituye además una opción al alcance de muchos, sobre todo miembros de la Comunidad Europea. Con instituciones como Exit y Dignitas, esa nación es refugio para centenares de europeos que buscan una autoliberación libre y oportuna mientras en sus países de origen ese derecho se les sigue negando dizque por razones éticas, prohibiendo que los propios pacientes se administren los fármacos recetados para terminar con su vida, en lugar de un médico, una junta de bioética, una estación de Metro o veneno para ratas. Cuestión de morales de políticos y creyentes.

Entonces surgió Pegasos, en teoría una organización sin fines de lucro con sede en Basilea, Suiza, fundada en 2019, que cree en el derecho de todo adulto racional en pleno uso de sus facultades mentales, independientemente de su estado de salud, a elegir la forma y el momento de su muerte. Empero esa aparente amplitud de criterio es acompañada de un afán de lucro que la convierte en un descarado fraude por el que saca a crédulos o a desesperados ciudadanos europeos entre 350 y 400 mil pesos por ayudarlos a morir. ¿Descuido de las autoridades? ¿Complicidad con éstas? ¿Sólo leyes de oferta y demanda? Lo dicho: planos menores de conciencia que lucran con la muerte.