al vez en los programas de estudio de Estados Unidos, la asignatura pendiente, omitida permanentemente, en cuanto a las diversas culturas del mundo, y tal vez a propósito, es la historia universal.
En la escuela primaria y a otros niveles, también, los estudios son enfocados a la construcción del país y cómo ha sido su desarrollo económico, político y social. Y aunque existe un repaso de geografía y civismo, tal parece que no se toman en cuenta para ubicar objetivamente cuál ha sido el papel del país de Abraham Lincoln en la comunidad internacional.
Es muy importante la historia de cada país; estamos hablando de la existencia de la humanidad misma. La diferencia es que los niños y niñas en Estados Unidos estudiarán las ocasiones en que su país ha invadido a otros. Las razones tampoco las entenderán en su totalidad, pero creerán que una forma de desarrollo y de crecimiento está directamente relacionada con el sometimiento a otras sociedades por su forma distinta de pensar.
El esquema de dominación no ha cambiado, pero sí la tecnología para fabricar material bélico más potente, caro y letal. De esta rama de la educación, desde la niñez, es probable que surja la afición y casi devoción por las armas de fuego.
El derecho que argumenta una de las principales asociaciones a favor de las armas “caseras” en ese país, la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), es que la población necesita de la autodefensa. Por eso defienden la legitimidad constitucional de la portación de casi cualquier arma; el calibre es lo de menos, lo destructivo tampoco importa tanto y el peligro para la población joven no está en el imaginario de una sociedad que ha vivido de las guerras que inventan sus gobernantes. Otra organización relevante es Gun Owners of America (GOA), la cual se enfoca en la preservación de la Segunda Enmienda y la recuperación de derechos perdidos, según su compromiso con la responsabilidad, como declaran.
Los fabricantes se encargan de convencer y comprometer a los clientes y, también, defienden el derecho a entrenarse para optimizar su uso y, sobre todo, para seguridad de la población usuaria. Estos grupos pro libertad de portar armas son muy influyentes en las políticas públicas al respecto.
La presión política que ejercen es grande, ya que su finalidad es proteger la Segunda Enmienda. El Buró de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, por sus siglas en inglés) es la oficina de gobierno que, supuestamente, regula la autorización a quien puede poseer un arma de fuego y sus municiones; cómo, quién y cuándo pueden transportar armamento, prácticamente de todo tipo, y, especialmente, quiénes pueden enviarlo o recibirlo. No obstante, el tráfico de armas se lleva a cabo sin el menor obstáculo. Sin embargo, no todos los habitantes están de acuerdo con el derecho a portar armas. El movimiento por el desarme de la población se ha fortalecido recientemente.
Existen diversas asociaciones que están contra la generación de violencia por el hecho de portarlas; las más importantes son la Everytown for Gun Safety y Giffords, junto con la organización de periodismo The Trace. Ambas organizaciones sólo hablan de prevenir la violencia, pero no están a favor de prohibir ningún tipo de armamento. Las posturas individuales de personalidades políticas, intelectuales, artistas, deportistas y religiosas no han funcionado.
Sin duda, la cultura de las armas de la población estadunidense ve con naturalidad todo tipo de enfrentamiento armado; es natural, para esa sociedad, que los asuntos diplomáticos, económicos, políticos, incluso religiosos, se resuelvan con las armas en la mano.
Lo curioso es que, para el criterio estadunidense, el armamento en manos de la población nacional es sinónimo de libertad y de derecho a tener seguridad y a defenderse. Sin embargo, esas mismas armas en manos de gente civil de otros países es sinónimo de vandalismo, criminalidad y terrorismo.
El negocio del armamentismo, en general, es enorme, prácticamente tan importante como el del petróleo, el gas y la venta de drogas dentro del país.
En realidad, esperamos muy poco en cuanto a que el genocidio alentado y apoyado por el gobierno de Trump abra los ojos de la sociedad estadunidense. Y aunque las marchas en contra de las masacres de palestinos han sido multitudinarias, el alto al apoyo del gobierno republicano al genocida Netanyahu no se ha logrado.
Estados Unidos no ha aprendido de la historia. Pese al armamento ultraespecializado para eliminar gente en el menor tiempo posible, no van a triunfar en su intento por acabar con el pueblo palestino.
Se olvidan de los espectaculares fracasos en la guerra contra Vietnam, las retiradas obligadas en Afganistán, en Filipinas, y una lista de grandes ridículos más por sus intentos de invadir Cuba, Venezuela, incluso México. Repetimos: no aprenden de la historia.
(Colaboró Ruxi Mendieta)
“Para Ximena Guzmán Cuevas y José Muñoz Vega, la justicia llegará”