Huyen de sus tierras para salvar sus vidas
ientos de familias indígenas de la Sierra Tarahumara viven una situación de emergencia, luego del incremento de enfrentamientos entre grupos del crimen organizado y el ataque directo a sus comunidades. La violencia ha provocado el desplazamiento forzado de la población rarámuri, ódami, pima y guarijío de las comunidades Llano Grande, El Pinito, Cinco Llagas y Dolores (Guadalupe y Calvo), en Rocheachi (Guachochi) y, recientemente, en el municipio de Moris. La situación es tan insostenible como conocida por las autoridades que minimizan la crisis y, en algunos casos, criminalizan a las víctimas
, de acuerdo a denuncias de organizaciones sociales de Chihuahua.
Desde finales de junio pasado, el medio local Raichali reportó que al menos una decena de comunidades warijó y algunas del pueblo pima, huyeron de su tierra para salvar su vida, ya que durante semanas han sido bombardeados con drones por un grupo delictivo conocido
, que busca apropiarse del oro de la región.
Para mediados de julio, con la anuencia, complicidad o ausencia del Estado, se intensificó la violencia. Los indígenas de San José de la Trompa, Zapote, Finca de Pesqueira, El Pilar de Moris y Cieneguita de Rodríguez, hicieron un llamado urgente en redes sociales, denunciando ataques de un grupo armado. “Nos están atacando con drones y bombas…ya hay mucha gente herida de gravedad y varios muertos. Ya solicitamos ayuda del gobierno pero nos han dejado solos; hay niños y personas de avanzada edad que no pueden correr, les pedimos que por favor nos escuchen”, advirtieron.
En este contexto, rarámuris y ádamis del municipio de Guadalupe y Calvo hicieron un llamado urgente para abastecerse de víveres luego de un mes de vivir entre balaceras. Algunos permanecen en sus casas para evitar riesgos, lo que impide que puedan ir a trabajar al campo, recoger leña o adquirir sus alimentos.
La terrorífica semana cerró con la instalación de una Mesa Estatal de Construcción de Paz con la que, por lo menos, se reconoce la insostenible situación, aunque las comunidades dudan de sus alcances, pues no es la primera vez que se instala un diálogo de promesas incumplidas.