Opinión
Ver día anteriorMiércoles 23 de julio de 2025Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Likes por votos en la Cuauhtémoc
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eza el antiguo proverbio: quien a víbora cuida, de su ponzoña se envenena, para advertir a quien lo escucha, basado en el sentido común, recomendar a través de la experiencia sobre los riesgos de cometer una conducta determinada. En este caso la de cuidar a una víbora, alimaña en cuya naturaleza está el morder para esparcir su veneno aún en quien la cuidó.

Los “políticos influencers” han encontrado a través de la virtualidad un escaparate para ser vistos y reafirmados por millones. No nos confundamos, el influencer tiene como motivo obtener likes e impresiones; con ello monetiza y cree que reafirma su valía; no le interesa comunicar, tampoco expresarse; si lo hace es porque está obligado a ello, pues es el conducto para conseguir la notoriedad que alimenta su cartera y ego.

No llama pensamiento a la construcción de ideas, tampoco al razonamiento, menos a la creación, para el influencer es simplemente contenido que, de acuerdo con la RAE, significa cosa que se contiene dentro de otra. Es decir: es lo que usa para llenar publicaciones con el único objetivo de generar atención, no el de aportar nada a nadie más que a él.

La filantropía y el egoísmo son conceptos opuestos hasta que llega el influencer con su cámara y micrófono a monetizar ya sea la entrega de pizzas, ropa, dinero o cualquier otra cosa, a personas en situación de vulnerabilidad. Egoísmo puro que se vale del oportunismo para construir la falsa percepción de buscar el bienestar de los demás, cuando la única preocupación ahí es la del i nfluencer por sí mismo.

¿Votaría usted por alguien así para un cargo público? ¿Confiara la gobernanza de su comunidad a un i nfluencer? De hacerlo, ¿estaría confundiendo el sufragio con el like?

No es lo mismo depositar un voto en la urna, y con ello la confianza para el desempeño de un encargo político, que oprimir el botón de corazón en una publicación en redes sociales para con ello manifestar simpatía por una persona u ocurrencia. El confundir lo anterior ocasiona desastres.

Cuando un influencer llega a un cargo público el elector obtiene como resultado a un gobernante que busca likes e impresiones, notoriedad pues. No genera programas, sino contenido; si bachea no es debido a que vea al deterioro del asfalto como un problema, sino como una oportunidad para hacer una historia. Antepone su éxito personal a la responsabilidad social que adquirió con el encargo.

Estar en la discusión pública, generar polémica, obtener impresiones, likes, comentarios; causar tal alboroto que los programas de radio y televisión busquen entrevista y con ello ganar presencia en medios, ganar cuadro que le dicen. Eso es lo que busca el influencer, quien, cuando tiene un cargo público, lo puede usar en detrimento de la sociedad por cinco minutos –o los que sean– de notoriedad.

Para muestra, de muchas, el absurdo y hasta ilegal retiro del monumento Encuentro con las esculturas de Fidel Castro y Ernesto Che Guevara del Jardín Tabacalera por orden de la influencer, y alcaldesa de Cuauhtémoc, Alessandra Rojo de la Vega.

Absurdo, la única intención de ese retiro es justo lo que ocasionó: notoriedad. Ilegal, como bien señaló la presidenta Claudia Sheinbaum en la conferencia del pueblo del lunes 21 de julio: no se puede quitar una estatua, un monumento, así nada más porque sí. Tiene que pasar por un comité.

En 1955, asilados en México, Fidel Castro y el Che Guevara iniciaron no sólo su amistad en la colonia Tabacalera, sino también acordaron luchar por el ­derrocamiento de Fulgencio Batista y en favor de la revolución cubana. Más allá de las ideologías, filias y fobias, la revolución cubana impactó en la política e ideología del planeta. Retirar la escultura, además de ilegal, es ­oscurantista.

Pero el objetivo se cumplió, y el contenido se volvió viral y ocupó la conversación durante días: mesas de debate, entrevistas, declaraciones, este escrito y hasta espacio en la conferencia del pueblo obtuvo. Y ¿cómo no?, la gravedad del retiro de la escultura y lo que ello implica amerita eso y más.

Ahí tiene usted un ejemplo de cómo el éxito personal del “político influencer” se antepone a su responsabilidad social. Eso sucede cuando se confunde el like con el voto, ocasiona un problema serio debido a que un influencer no tiene un sistema ético normado, como sí lo tiene un funcionario público al que el servir al pueblo le importa más que servirse de él para enaltecer su imagen pública.