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Sobreviviente del fuego, la Virgen de Guadalupe está de regreso en Notre Dame

La imagen de mosaico veneciano fue hecha en los talleres del Vaticano

Enviada
Periódico La Jornada
Miércoles 30 de abril de 2025, p. 5

París. Sin corona ni bandera y en una capilla solitaria encontramos de regreso en la catedral de Notre Dame de París a la Virgen de Guadalupe, cinco años después del incendio que destruyó una parte del edificio y sus tesoros.

La morenita del Tepeyac, declarada emperatriz de las Américas por el papa Pío XII, llegó a París en 1949 y fue coronada el 26 de abril en Notre Dame. Se trata de una imagen hecha de mosaico veneciano en los talleres del Vaticano, pesa 300 kilos y es de las mismas dimensiones que el original de la Basílica en la Ciudad de México, describe Hugo José Suárez, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, en su libro Guadalupanos en París (2023).

La corona es de oro purísimo de 18 kilates y pesa más de 600 gramos; la adornan cinco esmeraldas bellísimas, seis grandes perlas, 13 brillantes limpidísimos y grandes e innumerables pequeños, engastados en dos estrellas y una cruz, y 21 rubíes; rosas y flores de lis cinceladas en oro sostienen toda esa pedrería legítima, coronada por una esfera que representa al mundo y sobre la cual se yergue el águila mexicana, recoge Suárez. Esta obra de arte fue elaborada por los hermanos Melleiro, considerados los mejores joyeros de París en esa época.

Aquella corona espectacular quedó guardada entre los tesoros de la catedral parisina y una copia exacta –que ya no está sobre su cabeza– era la que los visitantes podíamos apreciar sobre la imagen de Notre Dame de Guadalupe, como es conocida en Francia.

Ni altar ni bandera ni Juan Diego

Si bien la Santa Patrona de México y de las Américas –así se anuncia oficialmente– sobrevivió al fuego, tras la reapertura de la iglesia quedó relocalizada: ahora se aloja más adentro en el templo, unos metros después de la capilla que la albergó durante siete décadas.

Antes reinaba sobre el muro derecho del recinto y era lo primero que se podía ver al acercarnos atraídos por la gran cantidad de veladoras encendidas en la entrada de la capilla, más que las de cualquier otra imagen de la catedral.

Ahora la Virgen mexicana está en el muro izquierdo de su nueva capilla, afuera de la cual la sobresaliente cantidad de velas continúa llamando la atención del visitante.

Sin embargo, debajo del cuadro ya no está el altar con mantel blanco, flores y candelabros de antaño; ni a su lado la bandera mexicana ni las imágenes de Juan Diego y del niño cristero ejecutado y canonizado, José Sánchez del Río.

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▲ Tras el incendio de 2019 en la catedral parisina, la Virgen mexicana fue relocalizada más al fondo del templo.Foto cortesía Hugo José Juárez

Tampoco la acompañan los representantes del catolicismo latinoamericano que con los años instalaron junto a ella con sus respectivos símbolos nacionales: el Señor de los Milagros de Perú; Nuestra Señora del Valle, de Argentina, y la Virgen de Coromoto, de Venezuela.

Desde la reapertura de Notre Dame ya no se puede entrar en la capilla de Guadalupe. No está más la banca de madera donde siempre había algún fiel entregado a los rezos; el recinto perdió su carácter devocional latinomericano. La reja de la capilla permanece cerrada.

Por otra parte, tras su reinauguración en diciembre la catedral parisina es un sitio aún más turístico que antes del incendio y si bien el ingreso continúa siendo gratuito, una serie de iniciativas han sido puestas en marcha para gestionar las visitas.

Ahora hay que formarse en una larga cola serpenteada entre barreras peatonales similares a las de los parques de diversiones. La alternativa es hacer una reserva con fecha y hora en la aplicación del templo, una nueva herramienta digital que ofrece información y guías sobre los diferentes espacios de la iglesia.

La flecha, imponente aguja gótica, ha vuelto a reinar sobre el techo de Notre Dame, tras protagonizar una espectacular caída en medio de las llamas que la consumieron la tarde del 15 de abril de 2019, ante los ojos de miles de parisinos atónitos.

En la fachada de la catedral la restauración se ha dejado semichamuscadas, como recordatorio del siniestro, algunas de sus monstruosas gárgolas y quimeras, medio animales y medio humanas, vigilan el edificio junto a personajes emblemáticos del imaginario católico.

Al ingresar a la nave principal sorprende la blancura inmaculada de los muros, que se encontraban ya muy deteriorados y en trabajos de refacción cuando comenzó el fuego, atribuido a la collilla todavía encendida del cigarrillo de uno de los trabajadores, o a un fallo eléctrico, según las dos hipótesis más difundidas, aunque ninguna confirmada.

La restauración de la catedral costó 800 millones de dólares, en ella trabajaron mas de 2 mil obreros y 2 mil árboles fueron talados para reconstruir la estructura donde empezó el incendio: el ático conocido como el bosque por su intrincado armazón de madera y hogar de Quasimodo, el campanero jorobado de la novela de Victor Hugo Notre-Dame de Paris.