Sábado 21 de septiembre de 2024, p. 16
Los bancos centrales de diversos países realizaron una serie de movimientos en sus tasas de interés esta semana, encabezados por la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), que el miércoles recortó sus tasas de referencia por primera vez desde 2020.
A diferencia de otras veces, en las que el banco central estadunidense suele ser el referente sobre la política monetaria, en esta ocasión, las decisiones de los bancos centrales son divergentes, debido al comportamiento dispar de las economías, ya que mientras algunas aún lidian con los efectos inflacionarios surgidos a raíz de la pandemia de covid-19 y luego agravados por la invasión de Rusia a Ucrania, otros países se acercan al estancamiento económico e incluso a la recesión.
El miércoles 18 la Fed optó por una baja de medio punto porcentual, para dejar su tipo de referencia en un rango de entre 4.75 y 5 por ciento, al considerar que la inflación está cerca de su objetivo de 2 por ciento y que la generación de empleo comienza a desacelerarse.
En contraste, ese mismo día el Banco Central de Brasil subió por primera vez en más de dos años su tasa de interés Selic un cuarto de punto, para dejarla en 10.75 por ciento, al considerar que los riesgos de inflación van al alza, en medio de un mercado laboral más fuerte de lo esperado y un crecimiento robusto en la mayor economía de América Latina.
Un día después, el Banco de Inglaterra mantuvo las tasas de interés en 5 por ciento, ante el acelerado crecimiento de los salarios y las faltas de señales sobre la rapidez con la que están desapareciendo las presiones inflacionarias.
El banco central de Noruega también mantuvo la tasa de referencia sin cambios en 4.5 por ciento, en máximos desde diciembre de 2008, aunque abrió la puerta a flexibilizar su política monetaria.
China y Japón no modificaron su política monetaria. Como se esperaba, el Banco de Japón dejó los tipos de interés a corto plazo en 0.25 por ciento, al mostrar confianza en que el consumo y una sólida recuperación económica permitirán al banco central de la tercera mayor economía mundial un ajuste en los próximos meses.
El Banco de Japón puso fin a los tipos de interés negativos en marzo y subió la tasa a corto plazo a 0.25 por ciento en julio, en un cambio sin precedente de un programa de estímulo de una década de duración destinado a elevar la inflación y llevarla al nivel esperado de 2 por ciento, tras años de deflación.
En cambio, la decisión del Banco de China sorprendió, al mantener la tasa preferente de los préstamos a un año en 3.35 por ciento y la de cinco años en 3.85 por ciento, en momentos en que analistas señalan la urgencia de desplegar más medidas de estímulo para apuntalar la segunda mayor economía del mundo.
El Banco Central Europeo (BCE), que abarca a 20 economías de la zona, recortó el 12 de septiembre su tasa de interés en un cuarto de punto porcentual, por segunda vez este año, para dejarla en 3.5 por ciento, en una medida ampliamente esperada, tras un recorte similar en junio, en momentos en que la inflación está cerca de su objetivo de 2 por ciento y que la economía de la zona bordea la recesión. El crecimiento está flaqueando, sobre todo en Alemania –la potencia industrial de la zona– lo que refuerza los argumentos a favor de reducir los costos de endeudamiento.