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Niños indocumentados nos dan grandes lecciones de resiliencia: Valentina Ortiz

La narradora oral desarrolló el espectáculo Historias de migración y amistad, que ha llevado a escuelas de Michoacán y pronto a EU

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▲ Ortiz impulsa la iniciativa En el camino andamos para abordar el tema de las personas en tránsito desde una perspectiva infantil.Foto cortesía de la artista
 
Periódico La Jornada
Martes 13 de febrero de 2024, p. 5

Borrar fronteras y espantar el miedo entre los niños de México y de comunidades migrantes de origen mexicano en Estados Unidos es el propósito del proyecto En el camino andamos, de la escritora, compositora e intérprete de música popular Valentina Ortiz.

Esta iniciativa consiste en la creación conjunta con algunos de esos pequeños cuentos que abordan el tema de la migración y sus repercusiones, desde un punto de vista amable y en la que los relatos sirven de puente entre esas infancias.

Como resultado de ese proyecto –auspiciado en 2022 por el Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales de la Secretaría de Cultura–, la también narradora oral desarrolló el espectáculo Historias de migración y amistad: Juanito el lagarto y Oliva la tortuga, que presenta a lo largo de febrero en escuelas de la ciudad de Morelia y comunidades cercanas al puerto de Lázaro Cárdenas, Michoacán, y que en mayo llevará a Estados Unidos.

El propósito de esta propuesta, que mezcla narración oral y actividades infantiles, es abordar el fenómeno de la migración, pues, a su decir, por más que sea muy visible y palpable, no deja de ser un tema que no se toca, incluyendo a la población mexicana en aquel país; es algo que evitan.

El proyecto tiene su origen en la experiencia personal de Valentina Ortiz (Ciudad de México, 1963) Llevo varios años siendo migrante, trabajando en Estados Unidos y regresando a México. Eso me ha dado la posibilidad de experimentar lo que es dejar todo lo que uno conoce y con lo que se vincula, y estar en un lugar y una cultura desconocidos.

El principal detonante, empero, fue el trabajo que realizó en escuelas de un poblado en Oregon, donde al menos 60 por ciento del alumnado era de niños migrantes de todo el mundo, pero sobre todo de México y, según la zona, de otros puntos de América Latina.

Allí pudo conocer que la perspectiva infantil del proceso de migración es muy diferente a la construcción que tenemos los adultos y que también los medios de comunicación comerciales nos han impuesto, que es la de la tragedia, el drama, el sufrir, el terror.

En entrevista, la artista reitera que es esencial hablar de la migración, pero como hacen los niños, no desde el drama, sino desde la resiliencia y una gran capacidad de adaptación.

Al trabajar con ellos durante año y medio, y entrevistar a varios, pude reformular mi lente de adulto sobre ese tema y verlo desde esa perspectiva de la infancia. Su enfoque es la reconstrucción, acomodar todos los elementos que recibe.

Aclara que eso no significa ignorar ni menospreciar el dolor ni el riesgo de muerte que implica tener que emigrar y enfrentarse a los peligros que se presentan en el trayecto hacia Estados Unidos.

Lo experimenté en carne propia, el dolor de estar en un contexto agresivo, violento, de carencias. Se puede morir de hambre o frío, es una realidad contundente. Pero los niños no dejan de serlo, entonces ven todo de otra manera. Debe honrarse esa visión, porque hay que salir adelante en esa nueva realidad; ellos nos están dando esa lección de resiliencia, dice.

Otro aspecto determinante para Valentina Ortiz fue su cercanía con un sindicato de trabajadores del campo migrantes que le permitió darse cuenta de que las fronteras no existen. Esto a partir de observar la manera en que ellos y sus familias se mantienen en contacto permanente con sus parientes en México, gracias a la tecnología.

Las fronteras son una construcción teórica política, pero en la vida diaria es un concepto que se está redefiniendo. Las estructuras insisten en tenerlas, con la represión que eso implica, para poder seguir pagando sueldos miserables y vender armas, entre otros aspectos, explica.

“Pero a nivel cultural y de afecto, ya no existen. Debemos aceptar ese movimiento, todo está cambiando a una velocidad impresionante, empezando con el idioma, pues en Estados Unidos ya es un español muy diferente.

En las comunidades migrantes he visto que todo el mundo, aunque ya no hable en español, se dice mexicano; es una nueva mexicanidad que está explorando sus raíces con muchísima fuerza.

Todas esas situaciones son las que construyen, y busca compartir, Historias de migración y amistad: Juanito el lagarto y Oliva la tortuga, que es acompañado por un librito de 16 páginas con actividades lúdicas.

El material e información sobre el proyecto están disponibles en el sitio https://enelcaminoandamos1.wixsite.com/enelcaminoandamos.