De vocaciones otras
caso no sea de maravillar y resulte el fenómeno más común de lo que uno se atreve a imaginar: sorprende la natural inclinación a la interdisciplinareidad que en ciertos artistas y otros hombres de genio se manifiesta.
Einstein aleccionó a un joven que se reconocía negado a la música poniéndolo a escuchar ¡en una cena! discos de la época. Y nadie ignora que el teórico de la relatividad pulsaba el violín, instrumento asimismo de Paul Klee. Kandinsky se abocaba al violonchelo, y siglos atrás Garcilaso al laúd, Góngora a la vihuela, entonaban sus versos.
Vivaldi y Miguel Ángel escribieron memorables sonetos. Henry Miller la hizo de pianista en alguna banda juvenil. Rosseau, el Aduanero, también ejecutante del violín, tiene más de un poema no por breve carente de sustancia.
Será ocioso nombrar a Leonardo, a Pitágoras; mas no de sobra está traer a cuento que ni Picasso ni Bach carecían, de escritura es que hablamos, de vena lírica, capacidad que ejercieron con gracia.
Víctor Hugo y Bécquer fueron bastante notables dibujantes (en el español incluso, si se quiere –por una serie de bizarreries–, se puede hallar un antecedente de Posada). Y si no del todo elogiables por su finura técnica sí por su inconfundible estilo dibujístico –mayormente el primero que el segundo–, Kafka y Monterroso. Carlos Fuentes, parece, compartía su afición.
Otros nombres que ni para qué, sospecho, mencionar: Nietzsche, Blake, Gurdjieff, Lorca, ¿Villaurrutia?
De Sócrates se afirma que cantó poco antes de morir, vez que supongo, yo qué voy a saber, no única. (Y hablando de cantar, ¿cómo olvidar que García Márquez, quien en el arte del canto hallaba un modo de felicidad, fue bolerista?). De Platón con alguna ironía suele recordarse que aunque dejó de escribir tragedias, nunca perdió su sensibilidad poética.
Y todo este recuento de origen azaroso sólo porque por estos días me vino a la memoria que hace más de dos décadas y media se me ocurrió decir –humor y seriedad al mismo tiempo–: “Si quieres escribir, pinta; si quieres pintar, baila; si quieres bailar, toma fotos; si quieres ser fotógrafo, toca algún instrumento…”. Y así.
La realidad, dichosamente, no se mira muy empeñada que digamos en contradecirme.