Tapachula, Chiapas., "No sé qué estoy haciendo aquí. ¿Cómo actúa un militar frente a los migrantes?, ¿cuáles son nuestras facultades?, ¿cuáles los protocolos?"

Con estas palabras el teniente revela su dilema. Su formación castrense lo obliga a seguir órdenes de manera irrestricta, "sin reflexionarlas". Pero la tarea recién asignada al batallón es una incógnita: atención al fenómeno migratorio en la frontera sur. Una nueva labor para ellos.

Tiene más preguntas que respuestas. El militar, quien forma parte de la nueva Guardia Nacional, acepta hablar con los activistas que participan en la Misión de Observación de Derechos Humanos de la Crisis de Refugiados y Humanitaria en el Sureste de México, que realizan labores de monitoreo y acompañamiento en parte de la ruta que siguen los extranjeros tras su ingreso a territorio mexicano. Prefiere no dar su nombre para que la charla fluya.

El calor es inclemente en esta histórica zona de tránsito migratorio –sobre todo de centroamericanos pero que en meses recientes también ha visto el paso de africanos, asiáticos, haitianos y cubanos. Afuera de la estación provisional de Huixtla del Instituto Nacional de Migración, el teniente deja de lado la disciplina castrense y hace evidente el desconcierto de la tropa frente a las órdenes superiores.

"Es la primera vez que nos acercan al tema migratorio. No sé qué hace aquí el Ejército ni cuáles son los objetivos. Hemos comenzado a tener capacitación en derechos humanos, pero desconocemos los protocolos, qué hacer en caso de un suceso".

Vienen de la lucha contra el crimen organizado en Quintana Roo y Sonora. Tiene claro que las formas deben ser otras, pero no atina cuáles son esas otras formas. Está consciente que los indocumentados son personas que necesitan apoyo, pero, "¿cómo actuar?"

De acuerdo a las organizaciones civiles que participan en la misión –procedentes de México, Estados Unidos y Centroamérica– el número de puestos de retenes para la revisión de vehículos y transporte de pasajeros que circulan por las carretera de la región se ha incrementado, y una novedad es una mayor presencia de militares y marinos.

Es la nueva Guardia Nacional. En los operativos, los agentes de migración son acompañados por elementos de las policías Federal, Naval y Militar. Un ejemplo es que en los poco más de 140 kilómetros de trayecto carretero de Tapachula a Pijijiapan, la misión contabilizó siete puestos de revisión. En varios se pudo observar tecnología especializada para la detención de personas. Los vehículos más verificados son los particulares conducidos por varones y los de transporte de pasajeros, autobuses o combis.

A su paso por Huehuetán, la misión no es del todo bien recibida por los agentes ahí apostados. "Los (defensores) de derechos humanos dicen que nosotros violamos. Pero cuando nos agreden no nos defienden. Somos los que estamos en terreno y seguimos órdenes, nadie señala a los mandos", reclama un elemento de la PF.

Entre reproches, también habla con parte de los activistas. Intenta entender que los extranjeros que transitan o permanecen en México sin documentos tienen derechos. Pero a la vez, asegura, se corren riesgos. "Qué tal que entre tantos viene infiltrado un delincuente. Nuestro deber es proteger a la población", dice en un intento por justificar la actuación de las corporaciones de seguridad para contener el masivo éxodo de extranjeros.