Su literatura es ‘‘impecable’’, definió Carmen Gaitán en el quinto aniversario luctuoso del escritor
Sábado 16 de febrero de 2019, p. 4
Hombre de pocas palabras, pero de frases lapidarias, preocupado por el acontecer del día a día en el país, que no buscó la fama y cuyas obras se mantienen vigentes con temas como la corrupción en Pemex, así fue el escritor y periodista Federico Campbell, a quien con motivo de su quinto aniversario luctuoso se rindió un homenaje en la sala de lectura Xavier Villaurrutia.
En este reconocimiento a su obra participaron Carmen Gaitán, su viuda, y amigos como el escritor Vicente Alfonso, quienes recordaron la vida del escritor en la colonia Condesa, sus largas caminatas, su amor por la ropa de buena confección, su pasión por la lectura de periódicos, sus conversaciones y sus frases contundentes.
Federico Campbell (Tijuana, 1941-Ciudad de México, 2014) ‘‘fue un hombre de una honestidad y cabalidad en su vida que no dejaba lugar a duda, cuyos temas tenían que ver con la justicia, el crimen organizado, la hermanad que encontró entre México y Sicilia por el asunto de la mafia y de cómo se había infiltrado en Italia. Él lo reconoció y lo dijo en sus libros: los capos como gobierno paralelo”, recordó Carmen Gaitán.
‘‘Era una delicia convivir con él. Hombre de pocas palabras que de pronto se iba como hilo de media, cuando lo apasionaba un tema. Era culto y era fascinante escucharlo, aun cuando no hacía ningún alarde. Creo que Federico no recibió los premios literarios que debió haber recibido porque nunca anduvo en los pasillos del poder, haciéndole la barba a uno u otro. Cuando le decía: ‘¿por qué no vas más a la televisión para que la gente te conozca?’ Se volteaba y me decía: ‘Querida no, es vulgar. ¿Te imaginas a Borges, Pitol o Rulfo yendo a la tele para ser famosos? Nunca fue arrogante.”
Todos sus actos, así fuera escribir una frase, ser compañero de vida, escribir por una causa que era necesario denunciar, aunque a veces sufriera amenazas, Federico Campbell lo hacía con esa especie de dulzura que tenía, en tono muy agradable, muy bondadoso.
Formamos una pareja muy solidaria, amistosa, añadió Gaitán.
El último viaje a su Ítaca, Tijuana
Entre las memorias el último viaje que hicieron juntos, a Tijuana, donde Campbell ofreció una conferencia en el Cecut y fue tratado como una estrella de rock. Ahí ya se le había manifestado la influenza, aunque pensaba que era un dolor de garganta.
‘‘Ese es el último viaje que hacemos, regresa a su Ítaca. Va a Tijuana donde se le escucha la voz ronca y pide disculpas, ya está invadido de influenza. Cuando vi esa sala a reventar, que es una sala inmensa, con gente pidiéndole su autógrafo, dije: ‘qué barbaridad es una figura muy importante’”, aunque en realidad él no se veía así. En su modestia decía que tenía un único lector.
‘‘Era de una gran modestia. Cuando murió comencé a ver la avalancha de elogios, pero me dio mucho coraje, pues por qué no se lo dijeron en persona. No se le hicieron en vida los homenajes que merecía. No se le dieron los premios que merecía. Cuando falleció me di cuenta de lo importantísimo que era Federico en la orquesta de la literatura mexicana, escribieron acerca de él tanto en México como en el extranjero.
‘‘Sin hacer estridencia se ganó un lugar con esa capacidad literaria impecable. Logró imponerse, ese final para mí fue importante. Y pensé: ‘‘¡Qué bueno, Federico, que pudiste ir a tu tierra y saliste consagrado! Federico era un hombre confirmado en el manto literario. Me da gusto que a los 72 años se haya ido con esta imagen de su tierra natal”, añadió Gaitán.