Reconocimiento a su incansable lucha social
Acude en su representación su hija Rosario Piedra Ibarra
Miércoles 13 de febrero de 2019, p. 10
La Cámara de Diputados entregó la Medalla al Mérito Cívico Eduardo Neri, Legisladores de 1913, a Rosario Ibarra de Piedra. Recibió la dintinción María del Rosario Piedra, hija de la luchadora social de 93 años.
El panista Jorge Luis Preciado, a quien correpondió fundamentar la distinción, ponderó su destacada labor contra la tortura y la desaparición forzada.
En sesión solemne, se proyectó el extracto de una entrevista a Ibarra de Piedra donde denuncia cómo actuaron contra un médico los responsables de la detención –y posterior desaparición– de su hijo: “Lo sacaron de su consultorio, lo torturaron, le quebraron la columna vertebral para que les dijera dónde estaba mi hijo. Acababa de salir a una cosa de él, un paseo personal y dijo que no se tardaría mucho, que regresaría pronto.
En Monterrey había un grupo muy numeroso de presos políticos en el penal de Topo Chico, y ahí a unos de ellos les nació la idea de hacer un comité pro defensa de presos, perseguidos, desaparecidos y exiliados. Y a mí me tocó, yo me apunté para ser la que buscara a los familiares de los desaparecidos en otros lugares. Nosotros decimos que no, que no vamos a aceptar que los mataron, que vamos a seguir buscándolos y que sus ideas están presentes siempre en el pueblo, porque luchaban por eso.
En el homenaje, Preciado destacó su incansable defensora del derecho a buscar a los desaparecidos y, en consecuencia terminar, con ese flagelo: “No podía ser de otra manera tratándose de una mujer ejemplar, de reconocido prestigio social, como es Rosario Ibarra de la Garza, conocida públicamente como doña Rosario Ibarra de Piedra.
Sus méritos radican fundamentalmente en el activismo social que le ha caracterizado. Su lucha dio inicio a partir de que su hijo, Jesús Piedra Ibarra, fue secuestrado el 18 de abril de 1975 por razones políticas. El tesón por encontrarlo la llevó en 1977 a fundar el Comité pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos, que después cambió su nombre al Comité Eureka, con la consigna: vivos se los llevaron, vivos los queremos.
Ponderó su incansable lucha por los derechos humanos y combate a las desapariciones forzadas, que la colocan como referente obligado en los movimientos de madres y mujeres por encontrar a sus familiares, que no se conformaron con las respuestas gubernamentales –nulas o incompletas– y salieron a las calles a buscar a sus desaparecidos, a exigir justicia y castigo a los responsables, para hacer visible esta realidad que no se quería reconocer por parte del gobierno.