Urge poner orden en las calles
ara los dos gobiernos más recientes, el de Miguel Ángel Mancera y el de Claudia Sheinbaum, la lucha contra el uso del automóvil se ha convertido en obsesión perniciosa que ha transformado las calles en un peligroso juego en el que cualquier descuido puede significar un daño grave o incluso la muerte.
Ahora resulta que sólo los automovilistas (casi todos) respetan el Reglamento de Tránsito, mientras los viajeros en escúters, bicicletas, patines, patinetas y, claro, motocicletas hacen de las calles un desafío que lleva a casi todos a episodios de estrés constante.
Así, los de los escúters, al igual que los manejadores de bicicletas, se han apoderado también de las banquetas, andadores, camellones y de cualquier espacio donde quepan, pero no sólo eso: si viajan sobre el asfalto, donde también se les unen los motociclistas, los rebases por todos lados es lo de costumbre.
Los escúters se desplazan cuando menos a 15 kilómetros por hora y ninguna de las dos compañías que con el pretexto de cuidar el ambiente los alquila pone a disposición de sus usuarios cascos, rodilleras o cualquier otro accesorio que haga menos letales las caídas y los choques que se dan con frecuencia.
Está bien, todos queremos un mejor ambiente para respirar, pero hasta ahora todas las medidas que se han aplicado, entre ellas el uso libre y sin ley de bicicletas y escúters, no han alcanzado éxito porque lo único que se ha obtenido es hacer más lenta la circulación de los automóviles, que por ello consumen más gasolina y contaminan más.
El gobierno de la ciudad, que de por sí ya enfrenta problemas muy serios en el ámbito de la cotidianidad, deberá intervenir antes de que los problemas sean más graves, para impedir que las compañías dueñas de estos medios de transporte lo hagan sin otorgar a quienes los alquilan los elementos de protección que impone un riesgo como el de circular sin ellos.
Poner orden en las calles es un deber importante de las autoridades. Sabemos que en la Secretaría de Movilidad el joven que la encabeza sabe poco o nada de lo que pasa en las calles, pero eso no impide que se auxilie de quienes sí saben para crear un marco legal y de seguridad para quienes usan esos artefactos.
Y más vale hacerlo ya. Hoy el problema ya es escandaloso, pero puede ser peor.
De pasadita
Y aunque en esto de la movilidad y la salud el gobierno local tiene mucho qué hacer, en el caso del desarme las cosas parece que van por buen camino. El triunfo parece estar en la atingencia con que se echó a andar el programa de despistolización, y hablamos de tino político porque se requiere saber medir en qué momento se empieza un programa.
En este caso, la secretaria de Gobierno de la ciudad, Rosa Icela Rodríguez, supo olfatear bien el momento de hartazgo de la violencia que tiene la gente de esta capital para pedir a las familias que entreguen las armas que tienen.
El proyecto va bien, aunque se requiere de otras ideas como ésa que empiecen a dar resultados. La división en cuadrantes que se hizo de la ciudad y que llevará en algún momento a tener mucho mayor orden apenas está empezando, pero lo del desarme es ya una realidad.
Seguridad es el tema fundamental del gobierno de la ciudad y se requiere de nuevas ideas, de proyectos sustentados en la realidad de las calles y no sólo en buenos propósitos o en estudios que nunca midieron la verdad de lo que ocurre en la cinta de asfalto. Aguas.