onvocados por un grupo de prestigiosas personalidades encabezadas por el pintor y mecenas Francisco Toledo, organizaciones que buscan el desarrollo sustentable, líderes religiosos y especialmente representantes de las comunidades indígenas y campesinas, mañana habrá en Santa María Atzompa, Oaxaca, un encuentro en defensa de la tierra, los bienes comunales y los derechos de los pueblos originarios. Además de conocer el diagnóstico y la opinión de los asistentes sobre esos y otros temas igualmente importantes, se buscará establecer una agenda común para enfrentar los graves problemas que afectarán la vida de los mexicanos.
En nueve mesas de trabajo, delegados de grupos indígenas de 15 estados discutirán desde los megaproyectos antiguos, que la actual administración federal anuncia como nuevos, la crisis socioambiental que origina la explotación irracional y el saqueo de los recursos naturales en las entidades con pueblos indígenas (minería, parques eólicos, hidrocarburos, hidroeléctricas, recursos forestales, flora y fauna, biopiratería), la soberanía alimentaria y el uso indiscriminado de plaguicidas, hasta la autodeterminación, la violencia contra mujeres, la migración forzada y la militarización del país.
No es casual que el encuentro se realice en Oaxaca, entidad con el mayor número de grupos indígenas y el corazón del Istmo de Tehuantepec, sitio único en el escenario geográfico y cultural de México. En un reducido espacio entre los océanos Atlántico y Pacífico, existe una enorme gama de microclimas, nichos ecológicos, áreas incomparables de flora y fauna. A ello se suma el mosaico cultural conformado por olmecas, zoque-popolucas, nahuas, mixes, zapotecos, mero ikooc (o huaves) y chontales. Todos ellos y otros, han enriquecido con sus conocimientos la vida de la región. Además, como lugar de tránsito entre los pueblos del altiplano y los mayas, tuvo una sobresaliente importancia geopolítica antes de la conquista española.
Hace 25 años, Alejandro Toledo Ocampo en su libro Geopolítica y desarrollo en el Istmo de Te-huantepec (hoy más vigente que nunca), señaló cómo desde la violenta conquista, al Istmo lo tienen como lugar estrategico para establecer una ruta comercial, un canal o puente terrestre entre Europa y Asia. Pero además, esta región refleja las contradicciones que se han dado durante cinco siglos so pretexto de obtener la modernización de México. Esa falsa modernización
ha afectado especialmente a los pueblos originarios vía políticas públicas que, en vez de lograr su bienestar y autonomía, les ocasionan pobreza, injusticia social y económica. Y afectan recursos naturales invaluables.
En el sureste se registra la pérdida de más de la mitad del área boscosa veracruzana y el ecocidio de Uxpanapa; Tabasco y Campeche padecen destrucción semejante; la contaminación por las actividades petroleras y petroquímicas de extensas áreas, como el corredor Coatzacoalcos-Minatitlán Cosoleacaque-Cangrejeras, la zona de Salina Cruz y partes de Tabasco. La destrucción de áreas naturales como Montes Azules, la selva Lacandona, los Chimalapas... El crecimiento anárquico del turismo en Quintana Roo y gigantescas obras hidráulicas que ocasionan severos desequilibrios ambientales.
El nuevo gobierno, con un amplio respaldo popular, promete transformar al país y acabar con la desigualdad, la injusticia social y económica; afirma que tomará en cuenta el interés y opinión de las poblaciones en los programas que las afecten, y declara que no permitirá el saqueo de los recursos naturales de los pueblos indígenas. Si es verdad todo esto, el encuentro de mañana en Atzompa es una importante contribución de las comunidades indígenas y las organizaciones sociales a las iniciativas gubernamentales. Dos de ellas despiertan ahora la inquietud de las poblaciones que serán afectadas: el Tren Maya y el Corredor Transístmico. Hay otras en el resto de la geografía nacional.
Para que la Cuarta Transformación se cumpla exitosamente, debe tener como pilares esenciales el preciado mosaico cultural de la nación y la conservación de sus recursos naturales.