La designación de Elliot Abrams como emisario responsable para los asuntos de Estados Unidos relacionados con Venezuela es una pésima noticia para ese país latinoamericano, pues hace evidente una abierta injerencia política estadunidense en la región, donde no se descarta la intervención militar, consideró Eduardo Rosales Herrera, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y especialista en relaciones internacionales de México-Estados Unidos y América Latina.

“Este individuo –Elliot Abrams– tiene un negro historial de injerencia y de apoyo a grupos contrainsurgentes, defendiendo desde hace décadas los intereses del gobierno estadunidense”, dijo el investigador de la Facultad de Estudios Superiores de Acatlán.

Recordó que Abrams es un experimentado diplomático estadunidense desde finales de la década de los 70 del siglo pasado, y fue secretario de Estado Adjunto para Asuntos Interamericanos con el presidente Ronaldo Reagan, involucrado en el escándalo Irán-contras, además de que fue asesor del presidente George Bush hijo durante la guerra de Irak.

Otro dato importante del diplomático Elliot Abrams es que fue parte del gobierno del presidente George W. Bush durante 2002, cuando se dio el intento de golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez, que tras un par de días de confusión y tras la intervención de La Habana, pudo regresar al poder hasta marzo de 2013, cuando falleció.

No le espera nada bueno al país sudamericano

Para Ricardo Yocelevzky, investigador del Departamento de política y cultura de la unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana, lo que en definitiva está en juego en Venezuela es la capacidad del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para definir quién es el mandatario de cada país latinoamericano, en una abierta política injerencista.

Para este especialista, las aguas en Venezuela se han enturbiado de tal manera que es muy difícil saber qué va a pasar en las próximas semanas y meses, pero además, es casi imposible que alguien esté esperando algo bueno de todo lo que está ocurriendo ahí.

Señaló que la alternativa en Venezuela, con Juan Guaidó, también es horrenda, pues lo identificó como un aventurero. Yocelevzky se refirió al enredo diplomático que se está dando en ese país, tras el desconocimiento que varias naciones han hecho del presidente Maduro. Yo no sé cómo estén funcionado las embajadas en Caracas, pues sus gobiernos desconocieron al gobierno. Esos embajadores con quién se comunican, se preguntó.

Ambos internacionalistas estimaron que Venezuela se encuentra bajo los reflectores de una tremenda lucha geopolítica, donde Estados Unidos, Reino Unido y Francia, por un lado, y Rusia y China, por el otro, tienen intereses; pero todos ellos son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas.

Por otra parte, partidos opositores de Bolivia y Nicaragua, así como el mexicano Acción Nacional (PAN) reconocieron a Juan Guaidó como presidente encargado de la República de Venezuela y expresaron fraternal apoyo a los colegas parlamentarios de la Asamblea Nacional de ese país, en el cumplimiento de su Constitución. Vanguardia de la lucha del pueblo venezolano por la democracia.

En un comunicado conjunto, el PAN, el Frente de Unidad Nacional, de Bolivia, y el Partido Liberal Constitucionalista, de Nicaragua, rechazaron la actitud de los gobiernos de los tres países a los que pertenecen frente a la crisis venezolana.

Expresaron que sus respectivos gobiernos tienen complicidad con lo que llaman la tiranía de Nicolás Maduro y no representa el verdadero sentimiento de las naciones. Externaron su compromiso para trabajar en conjunto con la finalidad de impedir que el populismo siga creciendo en nombre de una falsa democracia.

En tanto, integrantes del Observatorio Ciudadano de Coyoacán –que agrupa a intelectuales, artistas, académicos y periodistas– manifestaron su apoyo al presidente Andrés Manuel López Obrador por su postura ante el conflicto político en Venezuela, al hacer valer el artículo 89 constitucional que establece el respeto a la autodeterminación de los pueblos; la no intervención; la solución pacífica de las controversias; la proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales, y el respeto a los derechos humanos.

(Con información de Angélica Enciso y César Arellano)