Es el más fuerte desde 1940
Martes 29 de enero de 2019, p. 24
La Habana. Todos coinciden en que pasadas las 8:30 de la noche del domingo se escuchó, en medio de la tormenta que había comenzado una hora antes, el rugir de un avión rozando los techos de las casas. Nadie aquí recuerda algo igual, y es normal, pues un tornado como éste no había azotado a La Habana desde hace 79 años. Y pocos lo vivieron.
Calles enteras de los municipios de Regla, Diez de Octubre, Guanabacoa y San Miguel del Padrón amanecieron este lunes destruidas, cientos de postes y árboles tirados, techos de lámina y de placa en el piso, paredes derribadas. El tornado no perdonó y la gente no para de hablar de lo que al menos por unos segundos parecía el fin del mundo, con los tinacos de agua desprendidos de las azoteas y cayendo cuadras más adelante, con techos enteros en el cielo volando como alfombras mágicas, dice una señora que intenta reconstruir la escena. Estos sectores pasaron la noche en vela y amanecieron sin agua, electricidad ni telefonía.
Alrededor de las ocho de la noche empezó la lluvia anunciada, un frente frío de los muchos que cruzan la isla en invierno entró por el oeste. Después, sin que ningún meteorológico pudiera preverlo, se escuchó el estremecedor golpe del viento seguido de chispazos de luces en la penumbra. Y ahí empezó a volar todo. Postes y troncos partieron en dos decenas de automóviles y vehículos pesados, casas y comercios. Esto duró unos segundos, suficientes para cobrarse cuatro vidas y herir a 195 personas. Se fue la luz y arreció la tormenta con granizo, mientras la gente gritaba asustada.
José Rubiera, el famoso, casi mítico meteorólogo de Cuba, director del Centro de Pronósticos del Tiempo durante 28 años, camina esta mañana por las destrozadas calles del municipio Diez de Octubre. Entrevistado por La Jornada explica que lo que se vivió en La Habana fue un fenómeno extremadamente raro para un país tropical que es imposible de pronosticar
. El tornado, conocido en Cuba con el romántico nombre de rabo de nube, tuvo vientos hasta de 300 kilómetros por hora, lo que lo coloca, explica Rubiera, en categoría F4, sólo similar al que ocurrió en La Habana el 27 de diciembre de 1940 y que arrasó el barrio de Bejucal.
Miles de personas de las zonas afectadas no durmieron y amanecieron limpiando los escombros. El tornado arrasó un área muy focalizada, por lo que se puede observar una calle bloqueada por escombros, árboles y postes de energía tirados, y más adelante una cuadra prácticamente sin daños. Durante la madrugada de este lunes los habaneros iniciaron la rehabilitación de sus espacios, recolocando las cosas en su sitio. La gente se junta en las esquinas y alrededor de las zonas más lastimadas, toman videos y fotografías y transmiten en vivo, pues es la primera catástrofe natural en tiempos de redes en La Habana. La información circula hoy más en los teléfonos celulares que en la radio y la televisión cubanas.
En el barrio de la Víbora, del municipio Diez de Octubre, el techo de lámina de la gran Fábrica Cubana de Acero voló por todas partes. Enormes hojas de lámina se ven como ropa colgada de los árboles, de los edificios y de los cables que se conservaron. La gente como puede las saca de sus casas, al igual que los postes que se metieron hasta su sala. La farmacia de este resguardo quedó destruida y la biblioteca con serios daños.
Tropas especiales se desplegaron para ayudar en los trabajos de rescate desde la madrugada. Los medios de comunicación transmitieron la evacuación del Hospital Materno Infantil Hijas de Galicia, de donde sacaron a mujeres a punto de parir, a algunas que acababan de dar a luz y a recién nacidos. La noche fue inmensamente larga.
Este lunes la vida en los barrios de Vedado y Centro Habana transcurrió con normalidad. Frente a las escalinatas de la Universidad se preparaba desde mediodía la anual Marcha de las Antorchas, para conmemorar el natalicio de José Martí. Mientras, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, recorría el marinero municipio de Regla y anunciaba reunión extraordinaria del Consejo de Ministros para llevar la ayuda a los damnificados. Las cifras oficiales dan cuenta preliminar de 125 derrumbes de viviendas y daños en 13 centros educacionales, pero pueden ser más, pues la fuerza de los vientos fue similar a la de un huracán categoría 4 o 5.